El Espanyol se hace el fallecido antes de romper un maleficio

BarcelonaEl Espanyol rompe el maleficio a domicilio. Los blanquiazules sufrieron duro para acabar sumando la primera victoria de la temporada fuera de casa (0-1), un triunfo de oro que no solo aleja a los espanyolistas del descenso, sino que también envía un mensaje: el Espanyol está muy vivo, también lejos de Cornellà-El Prat, y seguirá luchando hasta el final. A partir de ahora, además, lo hará sin la presión de ser uno de los cinco equipos de las cinco grandes ligas europeas que aún no había logrado su primer triunfo en campo contrario. Casi dos años después, la primera victoria visitante ya está aquí.

El llamamiento de Manolo González surtió efecto: había que dejar atrás las estadísticas negativas y mirar las cosas positivas que hace su equipo. Y, desde hace unas semanas, hace más bien que mal. El Espanyol fue una roca en defensa, frustrando una y otra vez los avisos de un Alavés que, si no vio portería, también fue, en parte, por su desacierto en ataque.

En Mendizorrotza, de hecho, el Espanyol mantuvo el tipo gracias al orden defensivo que lleva semanas adquiriendo. Con el balón, la historia fue bastante distinta, tanto a la hora de iniciar el juego desde atrás como de intentar transmitir algo de peligro en campo rival. El Espanyol apenas amenazó la portería de Sivera en un partido bastante embarrado, con más juego aéreo que control.

El Alavés, de hecho, fue quien tuvo las mejores llegadas. Toni Martínez desperdició dos remates con la izquierda que salieron desviados, pero la ocasión más clara del primer tiempo la tuvo, poco antes del descanso, Kike García. El exespañolista Joan Jordán le dejó solo en el área sirviendo deprisa una falta, pero el punta no conectó bien el remate, aunque estaba solo en el punto de penalti.

El Espanyol, sin pausa ni control, resistió al asedio de un Alavés que quería más pero que no encontró acierto. Un partido más, Joan Garcia volvió a brillar. En el segundo tiempo frustró a dos catalanes como Aleñá y Joan Jordán, que habían amenazado su portería con remates de peligro. Los de Manolo González no estuvieron demasiado hasta en ataque, ya que ni Puado ni Roberto Fernández lograron ser precisos a la hora de iniciar contragolpes. Tampoco Král, que aporta capacidad de trabajo, fue capaz de filtrar pases a los atacantes.

Y mientras presionaban al máximo a los vitorianos, apareció el milagro. El Espanyol, que no firmó el primer remate entre los tres palos hasta el minuto 82, logró el 0-1 a cuatro minutos del final. Dos de los cambios realizados por Manolo González decantaron el partido: Tejero firmó un sensacional centro y Calero, de cabeza, la envió al fondo de la red, un salto imperial para romper un maleficio que hacía demasiado tiempo que era una mochila excesivamente pesada. Que nadie dé nunca por muerto al Espanyol.