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El Splau, el negocio millonario que el Espanyol dejó escapar

El club tuvo la opción de acceder al 32% de una futura venta del centro comercial

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El centro comercial Splau se edificó sobre unos terrenos que el Espanyol vendió el 2003

Barcelona“La primera venta quizás fue baja, pero había una necesidad imperiosa de sacar adelante esta operación porque el Espanyol tenía que dejar Montjuïc”. Así recuerda un antiguo empleado del Espanyol el proceso que llevó a la entidad blanquiazul a desprenderse, a principios del 2003, de 145.000 de los más de 180.000 metros cuadrados que había adquirido unos meses antes, en la cara sur de Cornellà de Llobregat. Un espacio donde ahora luce uno de los centros comerciales más visitados y rentables de Catalunya, el Splau. El club españolista ingresó 39 millones de euros por el espacio, una cifra sensiblemente superior a la que había pagado meses atrás, pero que apenas representa una décima parte de lo que ahora pide su actual propietario, Unibail-Rodamco-Westfield, que lo ha puesto a la venta por 350 millones. 

Teniendo en cuenta las revalorizaciones que han experimentado aquellos terrenos, ¿hace dos décadas el Espanyol vendió a un precio justo? El ARA ha intentado responder a esta pregunta a través del testigo de algunos de los protagonistas de aquella operación. "No estábamos buscando ninguna opción para trasladarnos, pero el Ayuntamiento de Barcelona, que nos presionaba con las condiciones del alquiler, nos empujó a hacerlo", explica el exconsejero y exvicepresidente del Espanyol José Luis Perelló. La imposibilidad de encontrar otros terrenos dentro de Barcelona ciudad llevó al club a analizar una oferta que les llegó del área metropolitana, concretamente de Cornellà de Llobregat. El espacio encajaba con lo que buscaban por su buena conexión con Barcelona y por su precio, cerca de un millón y medio de euros, según se explicó el 2002. Las fuentes consultadas, sin embargo, advierten que no se puede hablar de una cifra cerrada porque “hay que tener en cuenta que hubo una serie de compensaciones urbanísticas con entidades como el ministerio de Foment, la Agencia Catalana del agua, el Ayuntamiento de Cornellà o el Grup Lar”. 

La zona propuesta había sido un antiguo vertedero creado en el cauce del río Llobregat durante el franquismo y clausurado en la década de los 70. "Era un terreno muy dañado, una zona marginal y abandonada. Se entraba por una gravera y todavía quedaban ratas", recuerda el exconcejal de Cornellà y posteriormente vicepresidente del Espanyol José Luis Morlanes, que propuso aquella zona al entonces presidente del Espanyol, Dani Sánchez Llibre. “Para el Espanyol fue una operación urbanística favorable, no tanto por un tema económico, que también, sino por el hecho que le permitió mudarse a nuestra casa de nuevo”, reconoce Perelló. 

Proyecto transformador para Cornellà

El club blanquiazul no fue el único beneficiado del acuerdo. Para el Ayuntamiento de Cornellà este proyecto era “una gran oportunidad para transformar una zona muy deteriorada en una entrada digna para la ciudad, de calidad y de gran ocupación”. El proyecto generó un amplio consenso político: desde la Generalitat a la Diputación de Barcelona, pasando por el Consejo Comarcal del Baix Llobregat o los ayuntamientos de Cornellà, el Prat, Santa Coloma de Cervelló, Sant Boi o Sant Adrià de Besòs. “Fue un acuerdo de todas las instituciones para favorecer la continuidad del Espanyol, que después de la traumática venta de Sarrià quería volver a tener una casa propia”, retoma Morlanes. El exconcejal, eso sí, admite que “Cornellà ganó más que el Espanyol con aquella operación”. La ciudad no solo sumó un estadio de Primera División, sino toda una anilla deportiva que propició la creación de espacios como el Parc Esportiu del Llobregat, el estadio de rugby, la pista de atletismo, el Centre Internacional de Tenis, el World Trade Center, el campo del Cornellà o el mismo Splau. “Sin el Espanyol no habríamos podido hacer todo esto”, reconoce Morlanes.

La idea inicial del club era que el complejo lúdico y deportivo hiciera que la inversión total del estadio fuera viable y asumible. Los primeros presupuestos para construir Cornellà-el Prat se movían entre los 31 y los 40 millones de euros, pero la cifra se acabó duplicando, hasta casi los 83 millones, debido al aumento de tramitaciones de licencias, permisos, inspecciones, estudios geotécnicos y reformas para adaptar toda la obra sobre unos terrenos arcillosos. Al final, la venta del Splau solo sirvió para financiar algo menos de la mitad del coste total del campo. Para pagar lo que faltaba, el club tuvo que pedir un crédito sindicado de 10 millones y recalificar una parcela de terreno de la Ciutat Esportiva de Sant Adrià de Besòs. 

El club mantenía el 16% del centro comercial

Al Espanyol no le costó mucho encontrar comprador para los terrenos del Splau. A pesar del interés de varios operadores como Rodamco, que lo acabaría comprando años más tarde, fue la familia Pereda, gestora de Lar Grosvenor, quien se adjudicó el proyecto cerrando rápidamente un acuerdo con el club. “No habríamos podido alquilar los terrenos, porque sin aquella venta no habríamos tenido el capital suficiente para construir el estadio”, constata Perelló, que reconoce que en aquel momento el club solo tenía una alternativa, vender aquella parcela, si quería construir el campo.

Dentro del club, todo el mundo era consciente de que aquellos terrenos se revalorizarían en el futuro una vez que estuviera listo el nuevo centro comercial. Por este motivo, el Espanyol acordó con Lar Grosvenor reservarse un 16% de los réditos económicos de una futura venta bisiesta o alquiler del espacio. El club, además, tenía firmado por contrato que podía llegar a duplicar aquel porcentaje hasta el 32%. Las necesidades económicas de la entidad en aquella época, sin embargo, lo llevaron no solo a renunciar a aquella posibilidad, sino a vender pocos años después el 16% que mantenía por una cifra ligeramente superior a los 8 millones de euros. “Lo ideal habría sido no vender aquel porcentaje y comprar el 16% adicional, pero la falta de liquidez y las necesidades futbolísticas del club nos obligaron a hacerlo. Además, la crisis financiera del 2008 y las dificultades para comercializar el nombre del estadio nos impidieron tener más recursos”, retoma Perelló. 

El 2007, todavía con el centro comercial en obras, Lar Grosvenor vendió los terrenos a Acciona por una cifra cercana a los 50 millones de euros. El Espanyol, entonces, ya no mantenía ningún porcentaje, solo un acuerdo para poder utilizar 500 de las 2.800 plazas de aparcamiento del centro comercial en los días de partido. El 2011, un año después de la inauguración del Splau, Acciona vendió el centro comercial a Unibail-Rodamco-Westfield por 185 millones. Ahora, este operador pide el doble por el Splau, un negocio lucrativo que el Espanyol tuvo que dejar demasiado pronto. 

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