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Sardana, cava gratis y gradas medio vacías: un siglo de partidos del Barça en Montjuïc

El Barça jugó por primera vez en el Olímpic hace 94 años. Ha ido volviendo, siempre entre debates sobre si es el escenario ideal para jugar

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Ronaldo, celebrando un gol en el estadio Olímpico en 1996

BarcelonaEn Montjuïc siempre se vuelve. A veces, Barcelona da la espalda a la montaña, pero siempre acaba por hacer las paces. Con el Estadi Olímpic ocurre lo mismo. Desde que fue inaugurado en 1929, ha vivido días de gloria y épocas en las que caía a pedazos, abandonado. Ahora, después de unos años en los que tenía poca actividad, será por primera vez la casa estable del Barça. Aunque el club azulgrana ya sabe lo que es jugar aquí. Es un regreso a un escenario conocido, donde el debate siempre ha sido el mismo: ¿es el escenario ideal para ver fútbol?

El primer gol en el estadio lo marcó uno de los grandes mitos del barcelonismo, Josep Samitier. El Sami, el hombre langosta. El Olímpic se inauguró el 20 de mayo de 1929 con un partido de rugby entre las selecciones de España y de Italia, tres series eliminatorias de los 100 metros lisos y un partido de fútbol que enfrentó a la selección catalana y al Bolton Wanderers , entonces vigente campeón de la copa inglesa. Catalunya golearía con tres goles de Samitier, en esa fiesta polideportiva. Si el Estadio Olímpico es conocido gracias a los Juegos Olímpicos de 1992, había nacido gracias a otro evento clave en la historia de la ciudad, la Exposición Universal de 1929, cuando se proyectó una gran área deportiva en Montjuïc. Barcelona ya había empezado a pensar entonces en ser sede olímpica alguna vez –una delegación barcelonesa donde estaba el presidente del Barça Joan Gamper había visitado los Juegos de Amberes en 1920–, así que ese estadio diseñado por Pere Domènech i Roura tenía sentido.

Ricardo Zamora, antes del partido Catalunya-Bolton Wanderers de 1929.

Una vez se inauguró y para darlo a conocer a la ciudadanía, las autoridades llegaron a un acuerdo con los tres clubs barceloneses que entonces eran de Primera para que jugaran partidos oficiales de Liga dentro del programa de la gran Exposición Internacional. Así llegaría el debut del Barça en el Olímpic un 26 de mayo de 1929, un triunfo por 4-0 ante el Atlético de Madrid. Bien, contra el Athletic de Madrid, ya que entonces el club colchonero aún utilizaba su nombre a la inglesa, en homenaje al Athletic de Bilbao, club del que eran aficionados sus fundadores. Sastre fue el autor del primer gol del Barça en el nuevo estadio y Samitier haría dos más. Los aficionados, por cierto, no terminaron de llenar el Olímpic, con unas 40.000 personas presentes para ver una doble sesión, ya que justo después el Espanyol empató con la Real Sociedad (1-1). Una semana más tarde, la Europa también sería local en el Olímpico en un partido de Liga. Los tres clubs preferían jugar en sus estadios y no terminaron del todo contentos, ni por el transporte ni por la gestión de las entradas con las autoridades. La primera experiencia no terminó de funcionar del todo.

Aquella temporada de la Exposición Universal, el estadio sería sede de un montón de exhibiciones deportivas, así como de otros partidos de fútbol. En junio del mismo año, de hecho, el Barça jugó dos derbis de Primera, contra el Espanyol y contra el Europa. Ambos partidos acabaron con empate a un gol. Además, el 7 de julio de 1929 el Barça jugó un amistoso contra el Júpiter a beneficio del Hospital Clínic, que acabaría con goleada azulgrana por 6 a 2. Este amistoso sí registró una buena entrada, quizás porque era el último partido de la temporada y la Federación catalana había anunciado que prohibía partidos de fútbol durante el verano (medida que duró poco), quién sabe si por el motivo solidario del partido.

Pero en una época en la que Barça y Espanyol ya tenían estadios de propiedad que hacían pachoca, se volvería poco, Montjuïc. Durante la Guerra Civil se disputó un Espanyol-Barça el 13 de septiembre de 1936 con motivo de la Diada con triunfo blanquiazul. Poco más, si hablamos de fútbol. El estadio tenía vida gracias a otros deportes, aunque la guerra lo cambió todo y sus instalaciones acabarían por ser un refugio para desplazados de la guerra.

Regreso a Montjuïc, entre debates

Ya en tiempos del franquismo, el 28 de noviembre de 1943 se jugó el primer partido de fútbol desde la guerra, un triunfo azulgrana contra el Espanyol (1-3), que hacía de local. Partido jugado entre debates sobre si el estadio era demasiado grande y si la gente llenaría las gradas. Se llenaron, pero ninguno de los dos clubs quería volver. Las autoridades franquistas se encontraban con el mismo problema que las republicanas o las anteriores: ¿cómo podían dar utilidad a un estadio grande pero relativamente apartado?

El 7 de septiembre de 1947, los mejores jugadores catalanes se unieron para enfrentarse al mejor equipo italiano del momento, el famoso Grande Torino, que ganaría por 0-2. El mismo equipo que perdería la vida dos años más tarde cuando se estrelló el vuelo que les devolvía a casa desde Lisboa, habiendo hecho escala en Barcelona. Ese día antes se había jugado un Barça-Espanyol (4-1) con los suplentes.

El gol de Sampedro en la final de Copa de 1957 en el Estadi Olímpic.

El partido más importante llegaría en 1957, cuando el estadio se había renovado un poco en 1955 con la celebración de los Juegos del Mediterráneo. Ese año, por única vez en la historia, Barça y Espanyol se vieron las caras en una final de Copa del Generalísimo, con Franco en el palco. Final decidida por un gol de Sampedro en el minuto 79 a favor del Barça. Luego, el estadio fue olvidado, y quedó abandonado. En los años 60, se destinaría a ser sede de los exámenes del carné de conducir. A finales de los 70, caía a pedazos. Todo, hasta que el sueño olímpico de 1992 le rescató.

Y con el recinto renovado, el Barça jugaría dos veces el trofeo Gamper para cuidar el césped del Camp Nou, que no estaba en condiciones. En verano de 1990, en semifinales se derrotó por 1-0 al Spartak de Moscú y en la final al Anderlecht por 3-1 con goles de Koeman, Begiristain y Stoichkov. El Barça podía cuidar así el césped, mientras que las autoridades podían sacar conclusiones sobre lo que había que mejorar dos años antes de los Juegos. Unas 30.000 personas estuvieron en las semifinales y unas 40.000 en la final, y todos llegaron a las mismas conclusiones: el estadio y la ciudad no estaban a punto. La gente salió enojada del Gamper afirmando que los Juegos serían un desastre. Los accesos a pie no estaban preparados, faltaba información para llegar a las localidades, el césped no estaba bien y para colmo, casi todo el mundo subió en coche, colapsándolo todo. "No es culpa nuestra, nos lo hemos encontrado así. Estamos mejor en casa" decía el directivo Nicolau Casaus. "Estar aquí es un éxito, es el triunfo de la candidatura que ha recuperado este espacio. Mejoraremos y estaremos listos", decía optimista el alcalde, Pasqual Maragall. El día de la final, por cierto, en los bares había cava gratuito para todos: lo pagó de su bolsillo la empresa que tenía la licencia de la restauración en el estadio, propiedad del directivo azulgrana Joan Gaspart.

Ronaldo, entre herederos y herederas

Los años 90 significaron el regreso del fútbol a un estadio donde durante un período el Sant Andreu sería local por obras en su campo. En 1993 se jugó un torneo bautizado como Barcelona Olímpica donde el Barça se enfrentaría al Sevilla (5-1) y al Parma (0-0) en formato triangular. Fue un fracaso. Un torneo organizado en pocos días por el ayuntamiento con inversores locales, que no llenó las gradas de un estadio que, después de los Juegos, vivió una época dulce con el fútbol americano y los Barcelona Dragons. En 1993, el sentimiento de los barcelonistas era que el Olímpic no servía para ver fútbol. La afición del Espanyol, que había bajado a Segunda, protestaría ese verano porque su equipo no fue invitado al torneo. No jugó en el estadio que poco después pasaría a ser su hogar.

En marzo de 1996, la Federación catalana de fútbol organizaría la final de la Copa Catalunya en Montjuïc, partido recordado, ya que el Espanyol se zamparía al Barça por 5 a 1. El equipo azulgrana vivía años complicados, con el fin del reinado de Cruyff. De hecho, en verano de 1996 el estreno de Bobby Robson en el banquillo estaría en el Olímpic. Un nuevo Barça con el brasileño Ronaldo en el equipo, que jugaría el Gamper en el Lluís Companys para cuidar el césped del Camp Nou. El equipo azulgrana ganó 2-0 al San Lorenzo de Almagro en semifinales y por 2-1 al Inter de Milán en la final, con goles de Guardiola y Pizzi. De aquel Gamper, que no llenó las gradas, queda para el recuerdo la presentación de los jugadores, con Ronaldo saltando al césped acompañado de herederas y herederos, con barretinas y sardanas en una fiesta que no sirvió para reunir a mucha gente. Como el césped no mejoraba, el Barça también jugaría como local el partido de ida de la Supercopa de España ante el Atlético de Madrid (5-2), con la primera exhibición de Ronaldo vestido de azulgrana. Curiosamente, si el Barça fue local en Montjuïc, el Atlético lo fue en la vuelta en un estadio poco habitual, la Peineta, lo que con el tiempo no pudo ser sede de unos Juegos en Madrid y fue remodelado hasta convertirse en el nuevo Metropolitano. Aquel 1996, el Barça también debutaría en la Recopa en Montjuïc, en un triunfo por 2-0 sobre el AEK de Larnaca de Chipre.

El estadio sería sede de un Europeo sub 21 ganado por Italia, de algunas finales de Copa del Rey, amistosos y, finalmente, el hogar estable del Espanyol, lo que provocaría que el Barça jugara mucho, siempre como visitante. Ahora le tocará ser local durante una temporada. Con una generación de culés manteniendo el mismo debate que sus abuelos, sobre si les gusta o no, el fútbol en Montjuïc. Un debate que ya existía en 1929.

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