Eurocopa

El viejo sueño inglés contra el renacimiento italiano

Inglaterra busca su primera Eurocopa en Wembley enfrentándose a una Italia que explora nuevos caminos

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Inglaterra-Italia, final del Eurocopa

BarcelonaTodo parece pensado para que, por fin, 55 años después, Inglaterra pueda ganar un título. 55 años después de ganar el Mundial en el viejo estadio de Wembley, el único título de la selección de los tres leones en el escudo, Inglaterra jugará por primera vez la final de la Eurocopa en el nuevo Wembley contra Italia (21 h / T5), un equipo que tampoco suele tener suerte en este torneo. De hecho, lo ha ganado una sola vez, un lejano 1968. Desde entonces, ha ganado los Mundiales de 1982 y 2006, pero la Eurocopa se le resiste.

La Eurocopa descentralizada, extraña en el formato pero alentadora por el regreso de los cánticos en las gradas, ha sido un homenaje a la alegría del fútbol, con propuestas ofensivas y muchos goles. A pesar de algunas manchas, como la homofobia húngara o la actitud de los fans ingleses, capaces de silbar a sus propios jugadores cuando se arrodillaban contra el racismo o agredir a seguidores daneses después de las semifinales, esta Eurocopa jugada en 2021 a pesar de ser la de 2020 ha sido de las mejores de la historia. Y la final tiene un cartel difícil de mejorar: dos de las tierras con más tradición y pasión, frente a frente por primera vez en una final. Roberto Mancini, que conoce bien Inglaterra después de haber trabajado ahí unos cuántos años, ha liderado el renacimiento de una Italia que venía de quedarse fuera del Mundial 2018. El ex jugador de Sampdoria ha aprovechado el trabajo hecho en los últimos años en Italia, donde diferentes entrenadores y clubes han ido enterrando el viejo estilo defensivo apostando por un fútbol más alegre. Y el resultado ha sido una Italia alentadora que solo se vio superada en el juego en las semifinales contra España. Pero entonces supieron sufrir y abrieron la puerta de la final a los penaltis.

Para los ingleses, ganar un título es el viejo sueño. Hartos de burlas de los rivales, Inglaterra también ha ido explorando nuevos caminos en los últimos años, con un juego más coral, más técnico, que ya les ha dado resultados en categorías inferiores. Ahora es Gareth Southgate, que ya se quedó a un palmo de la final del Mundial de 2018, quien se ha encargado de ser apenas el segundo seleccionador inglés en llegar a una final después de Sir Alf Ramsey en 1966. Después de haber encajado apenas un gol en todo el torneo, Inglaterra confía que el título se quede en casa. Tendrán 60.000 personas animándoles en casa, puesto que solo algunos italianos que viven en Londres podrán estar en el estadio. 

Pocas dudas en los equipos iniciales

Ambos técnicos tienen claros sus equipos titulares. Mancini perdió al lateral Spinazzola y tendría que repetir con Emerson en el lado. Southgate, por su parte, no moverá el doble pívot con Declan Rice y Kalvin Phillips, por delante de una defensa donde son intocables Luke Shaw, John Stones, Harry Maguire y Kily Walker en defensa. Mason Mount le ha ganado la partida a Phil Foden, con Raheem Sterling, desequilibrando y polémico por el penalti que forzó contra los daneses, acompañante en ataque un Harry Kane convertido en el gran líder de la selección local, con cuatro goles. La única duda de Southgate es si sigue apostando por un joven vertical como Bukayo Saka o intenta dar minutos a un centrocampista más técnico como Phil Foden, Jadon Sancho o Jack Grealish para disputar la posesión a los italianos.

En Italia, se respira optimismo. “Solo un loco dijo hace tres años que podíamos llegar a este punto, y es Mancini”, decía Federico Bernardeschi después de ganar la semifinal contra España. Mancini no tocará un medio del campo de mucha calidad, con el sardo con cara de travieso Nicoló Barella, el ítalo-brasileño Jorginho y el talento de Marco Verratti. Y delante, el napolitano Lorenzo Insigne y un goleador que de momento no consigue marcar goles en el torneo, Ciro Immobile; tres jugadores –Verratti, Insigne e Immobile– que jugaron juntos hace 10 años en el Pescara, en Segunda División, cuando los entrenaba Zdenek Zeman, y ya hacían un juego muy alentador. Entonces parecían un grupo de locos, y ahora lideran una nueva Italia que sabe defender cuando hace falta gracias al saber hacer de Bonucci y Chiellini pero que prefiere mirar más hacia la portería rival para intentar aspirar a un título que se le resiste. En Wembley acabará la larga quiniela por el desierto de ingleses o italianos. Quien pierda seguirá mordiéndose las uñas, después de haberse quedado tan cerca. 

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