Carta a las tandas de penaltis: 'La apoteosis del fútbol'

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Els penals, vistos per Àlex Gallego.

Las tandas de penaltis se han visto siempre como una injusticia, como un lugar al que no se tenía que llegar para resolver una eliminatoria. Pero ahora los dirigentes se dan cuenta que el momento de los penaltis es la apoteosis del fútbol, un cebo magnífico para que se enganchen los jóvenes, incapaces ya de seguir un partido entero.

Y han empezado a quitar obstáculos para favorecer que se disputen tantas tandas de penaltis como sea posible. Desde esta temporada, las eliminatorias empatadas ya no se decidirán por el valor doble de los goles fuera de casa. También se podrían acortar las prórrogas a la mitad, y dejarlas en quince minutos. Los jugadores están fundidos y en casa, llegados a este punto, todos deseamos que aquello acabe en los penaltis. Viviremos más tandas y sofisticaremos la realización televisiva. En la Eurocopa ya hemos seguido muchos penaltis desde la cámara aérea, colocada justo detrás del lanzador, para ver la portería tal como la ve él. En la Copa América han subtitulado conversaciones intimidatorias entre portero y jugador, y vendrán micrófonos más potentes, además de cámaras individualizadas para captar las reacciones de todos los protagonistas, más gráficos y quién sabe si también ambientación musical para vivir aquellos diez minutos en los que todas las emociones del fútbol llegan al límite.

Los jugadores de los dos equipos se lo miran, abrazados, desde el centro del campo. Aquel a quien toca disparar se separa del grupo y anda cincuenta metros solo hasta el punto de penalti, con la adrenalina disparada, pensando qué pasará si falla lo que no puede fallar. Coloca la pelota siempre algo más adelante de la marca blanca de la tiza, mientras el portero empieza el juego psicológico para desconcentrarlo, hablando, moviéndose de un lado al otro o señalándole por dónde quiere que vaya el lanzamiento. El jugador tiene que decidir si dispara por bajo o por arriba, más difícil de parar, pero más fácil que se le vaya afuera; si lanza hacia la izquierda, que es su lado natural, pero también es por donde los porteros suelen parar más; si hace media paradinha para que el portero vaya hacia un lado y él ya solo lo tenga que empujarla hacia el otro, o si osa, en un momento tan decisivo, lanzar el penalti tal como lo hizo Panenka, en la Eurocopa de 1976.

Se van alternando porteros, lanzadores y equipos, van pasando uno tras otro a disparar desde el punto de penalti, en unos minutos que tienen algo de ruleta rusa, porque sí, porque alguien fallará y entonces aquel duelo de western se habrá resuelto con unos que salen vivos y corren enloquecidos a celebrarlo y otros que hincan las rodillas y caen tendidos en el suelo.

P.D. En las semifinales de la Copa del Rey contra la Real Sociedad, el Barça vivió su primera tanda de penaltis en veintidós años. El fútbol no se puede permitir esperar tanto tiempo para vivir un momento que dispara las audiencias y las emociones, y que lo abre a nuevos públicos indispensables para el futuro de este deporte.

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