50 años del Bagdad: de los años del 'destape' a ser un reclamo para turistas
El local del Paral·lel llega al medio siglo de vida aprovechándose de los miles de visitantes que cada año llegan a la ciudad
BarcelonaEl Bagdad está siempre. Con su cartel imponente, el alumbrado casi deslumbrante, la inspiración obviamente arábiga en los adornos y complementos y la icónica imagen de la chica saliendo de la lámpara de Aladino. Son cincuenta años de vida. Pues sí, este diciembre Bagdad cumple medio siglo. Hoy es esencialmente un reclamo turístico, que a su vez es un agente dinamizador del barrio donde se encuentra, el irreductible Paral·lel, la avenida de los teatros y la farándula que ha vivido décadas mejores, tiempo de esplendor que muchos desean hacer revivir. La revitalización de El Molino y el eterno proyecto de reapertura de Arnau son epifanías aún no cumplidas. Joana vive en la vecina calle Vila i Vilà y recuerda los tiempos en que el Paral·lel era un hervidor, un hervidero, una colmena de energías en contacto. ¿Y el Bagdad? Nunca ha entrado, pero se le quiere igual como parte de la fisonomía imprescindible de su entorno cotidiano de casi toda la vida.
Quizás mucha gente no sabe que el Bagdad, antes de su inauguración, el 20 de diciembre de 1975 –justo un mes después de la muerte de Franco– era también un local de espectáculos muy querido en el Paral·lel. Uno tablao de flamenco que llevaba el castizo nombre de Bodega del Toro y era propiedad, nada menos, de la Bella Dorita, inmortal e inimitable institución del Paralelo. El empresario de la noche, Rafael de Lucía, que ya tenía experiencia con otros locales vinculados con las variedades y el picante de la noche en los convulsos años del tardofranquismo, quiso tomar el relevo de la Bella Dorita y se quedó el local para convertirlo en el Bagdad –la inspiración oriental está clara ya en el nombre– para acelerar hacía tiempo. En aquellos años el destape estaba floreciendo y parecía el colmo de la modernidad: chicas quitándose ropa como reclamo para las grandes audiencias. La confusión entre la explotación de un cuerpo y la libertad de los nuevos tiempos. Pero es fácil juzgar con los ojos de hoy, 2025. Es necesario ponerse en la tesitura de la época, incluso en la piel de la época. Un striptease era toda una proeza, por contradictorio o paradójico que pueda hoy parecernos.
De Lucía, junto con su esposa Juani –más adelante explicaré cómo le quedó para la posteridad el nombre de Juani de Lucía– comandaron esta nueva etapa. Juani de Lucía se ha desgañitado a lo largo de los años para explicar qué es el Bagdad, cuál es su personalidad: "Somos un local pionero en espectáculos pornográficos. No trabajamos con prostitución de ningún tipo, sino con actores y actrices porno que se dedican a realizar espectáculos en vivo". El Bagdad, como otros shows de la ciudad, se beneficia de la gran afluencia de visitantes que tiene Barcelona durante todo el año. Sea con afán turístico o como congresistas del Mobile, por poner un ejemplo elegido al azar. Eventos y celebraciones privadas también, claro. Las despedidas de soltería son los reyes del mambo.
Resulta revelador recorrer la pista del Bagdad a través de publicaciones tan populares a finales de los años setenta y primeros de los ochenta como Party, Papillon o Sexy Starlett, todas ellas muy vinculadas a la órbita LGTBI de la época. Atrevidísimos reportajes sobre la noche barcelonesa, con profusión de fotografías subidas de tono, hoy impublicables, que revelan una personalidad especialísima, una voluntad de tensar las costuras. Aunque fuera por la boquilla grande. Quien conoce muy bien al Bagdad y su propietaria es Joan Estrada, eterno agitador cultural barcelonés y erudito de mil aventuras teatrales, ciudadanas y nocturnas. "¿Te he contado quién le puso Juani de Lucía a Juani?". "Me lo supongo. Tú, ¿verdad?". Pues sí, fue él.
El periodista Àngel Casas, incansable rastreador de la picante, quiso aderezar el final de su programa Un día es un día–su aventura en TVE posterior a laÁngel Casas Show– con unos finales de fiesta vinculados con el pecho y muslo. Fue Estrada quien le sugirió la gente del Bagdad. "¿Pero a quién entrevistamos para que nos lo cuenten todo?". "Pues a Juani". "Juani, muy bien, ¿y de apellido?". "Mmmm, Juani de Lucía". Y Juani de Lucía se quedó, prestando de forma improvisada y graciosa el apellido de su marido. La amistad entre los tres venía de cuando Estrada fue el director artístico del teatro Arnau, a dos pasos del Bagdad. Recuerda un montón de veladas memorables. Como por ejemplo, la noche en la que la gran estrella mundial del baloncesto, Arvydas Sabonis –entonces jugador del Foro de Valladolid, etapa previa a su llegada al Real Madrid– entró en el Bagdad con ganas de juerga. Apenas cabía –los techos son más bien bajos– pero eso no le impidió gozar de la propuesta recreativa. También la noche en que el gran cineasta Emir Kusturica y su banda de música habían actuado en la vecina Sala Apolo y viajaron hacia el Bagdad por el fin de fiesta. Y, de nuevo volviendo a Àngel Casas, al periodista se le ocurrió que la última entrega deUn día es un día se hiciera con el público desnudo. Había que hacer un casting a conciencia. Y los De Lucía les proporcionaron una elevada nómina de candidatos a llenar los asientos y animar la velada como la ocasión se merecía.
En el escenario del Bagdad dio sus primeros pasos un joven llamado Nacho Vidal, que con los años se convertiría en una estrella internacional. Rocco Siffredi también actuó. Juani siempre lo ha tenido claro: "Somos una escuela importante del género pornográfico. Las principales figuras han pasado por nuestro escenario". Cuidaron siempre tanto a los actores como al público y la propietaria aprovecha cualquier ocasión para destacar que a pesar de ser el suyo un mundo susceptible de generar mucha suspicacia, incomprensión y descontrol, nunca en medio siglo han tenido ningún problema de orden público ni de descontento vecinal. Han vivido crisis, eso sí, la más relevante –como en casi todos– la pandemia de 2020. Pero también durante los complicados meses de 2017 vinculados con el proceso. De septiembre a noviembre suelen haber en Barcelona una buena cantidad de eventos y congresos que traen a gente de fuera. Se notó el bajón.
Ahora los turistas son sus principales clientes. Como Lucas y Mikael, que hacen tiempo en El Rincón del Artista, el local que hay en la concurrida y fascinante esquina de Nou de la Rambla con Paral·lel. Varias cervezas aseguran cierta predisposición a la desinhibición. Tenían claro que vendrían desde semanas antes de realizar su viaje a Barcelona. "Hemos leído que es un sitio único en el mundo", aseguran. ¿Pero usted tiene algún lugar parecido en su país? "Sí, hay eventos de sexo en vivo, pero sólo se realizan dos o tres veces al año". Seguramente se deben referir al Kinky Salon, un salón erótico bianual de mucha aceptación en Copenhague.
En Barcelona el Bagdad celebra la boda de oro. Sólo un mes después de la muerte de Franco. Dos buenos cincuentenarios muy cercanos.