Cada casa, un mundo

Una casa tan natural que se funde con el entorno

Ca'n Gallineta. OAM Arquitectos, Biel y Toni Oliver Galmés (Manacor)

Ca'n Gallineta, de OAM Arquitectos, en Manacor.
05/12/2025
4 min

En lo alto de un terreno alargado en el municipio de Manacor, entre el verde de un pinar y una plantación joven de algarrobos, Ca'n Gallineta parece querer esconderse, fundirse con el entorno. OAM Arquitectes, el estudio manacorense de los hermanos Biel y Toni Oliver Galmés, han practicado un ejercicio de discreción: una arquitectura horizontal, baja, serena, que no pretende competir con el entorno sino casi borrarse. Es una casa que, de lejos, puede no ser vista si uno no sabe que está ahí.

La elección de situar toda la vida en una sola planta responde tanto a una voluntad paisajística como a una lógica climática y también a una funcionalidad óptima. El edificio se estira en dirección este-oeste como si siguiera la memoria de un antiguo camino rural. A medida que uno se avecina, la sucesión de porches y pérgolas –con pilares repetidos a distancias exactas, como aquellos acueductos sencillos de piedra del campo mallorquín– crea un ritmo tranquilo. Este horizonte sombreado protege del sol, filtra la luz y da a la fachada un pulso humano.

Ca'n Gallineta, la vivienda que han hecho OAM Arquitectesal campo de Manacor, marca un tono unitario y continuo dentro de la diversidad rítmica de los espacios.
La sucesión de porches y pérgolas en la práctica totalidad de los alrededores de la casa, y sobre todo en la fachada sur, sumada al ligero desplazamiento de algunas de las estancias, provoca el surgimiento de patios que son rincones de intimidad y riqueza visual para los habitantes de la casa.

La casa está formada por diferentes volúmenes rectangulares que no se alinean por completo, como si cada uno buscara su sitio. Esta ligera coreografía de desplazamientos genera retranqueos y surgen patios. Es un recorrido que no se hace en línea recta, sino con cierta pausa, invitando a detenerse bajo un porche, a sentarse mirando el campo oa descubrir cómo el viento circula entre dos volúmenes. En Ca'n Gallineta el espacio exterior es tan importante como el interior.

Dentro, la gran cubierta inclinada de una sola agua envuelve todos los volúmenes. Pero esta unidad se rompe –seguramente con voluntad de hacer más amable la escalera– con zonas de techo acabadas con ligeras vueltas de carrizo. Hacen de falsos techos, sí, pero también son momentos de intimidad, con luz más baja, textura natural y acústica que acompaña. Los espacios de circulación que discurren en la fachada norte, bajo estas bóvedas, son más que pasillos: acogen mesas de trabajo y estudio, estanterías, armarios y otros espacios de almacenamiento. Son lugares donde vivir, no simplemente por dónde pasar.

Plano de Ca'n Gallineta, OAM Arquitectos. Manacor.

En los extremos de la casa, dos zonas de noche garantizan la privacidad de padres e hijos. Las estancias principales miran al sur, hacia el paisaje, y se abren a porches propios que actúan como transición entre la casa y el campo. En el interior, el pavimento continuo de trispol –como se había hecho siempre en las casas de campo– conecta todas las estancias con un mismo color pardo, sutilmente rugoso, y refuerza esta idea de continuidad material que lo impregna todo. El revestimiento de la fachada, un mortero de cal hecho con suelos de la misma finca, da a la vivienda el mismo tono cálido, que cambia según la luz.

En este ejercicio de sostenibilidad, la cubierta es, quizás, el gesto más sostenible de todos: se aísla con bolas de posidonia de la costa cercana. Este material, tan mallorquín como la propia tierra, respira con una eficacia natural sorprendente. Mantiene la casa fresca en verano, conserva el calor en invierno y convierte al edificio en un organismo que dialoga con el clima sin necesidad de grandes artificios.

Ca'n Gallineta, OAM Arquitectos. Manacor.
Ca'n Gallineta. OAM Arquitectos. Manacor.

El jardín completa esa actitud de austeridad. La vegetación mínima, de especias que no piden agua; gravilla de Felanitx hecha de fragmentos de cerámica triturada que reciclan restos de la obra y aportan un tono rojizo leve al suelo. Es un paisaje construido con una humildad deliberada que envuelve esta casa hecha para vivir todo el año, para una familia con dos hijos. Un hogar que es también la declaración de una arquitectura que reivindica la belleza de lo natural, el silencio de la simplicidad, la importancia de los detalles discretos pero muy presentes y sobre todo el lujo que siempre es el espacio.

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