En el maravilloso y delicado mundo de las palabras que no tienen traducción en nuestro idioma, hay una en japonés, tsundoku, que retrata una costumbre muy extendida: el acto de comprar un libro, no leerlo y dejarlo apilado sobre otros libros no leídos. El concepto nos remite a la tendencia de acumular libros en casa a los que sólo has echado un vistazo al tema de la contracubierta. Alguno lo has comprado porque te lo has encontrado haciendo el chismoso en una librería, o porque has visto una recomendación en el diario o has oído una entrevista a la autora por la radio mientras conducías. Los ejemplares acumulados, uno sobre el otro, en la mesita de noche o junto al sofá, no impiden que sigas comprando más libros que quizás no leerás. Nunca se sabe. Porque siempre confías en que llegará el momento en que podrás hacerlo.
De dos libros recién comprados, quizás uno sea carne de tsundokuPorque mientras lees el primero, habrá nuevos títulos y hallazgos que pasarán delante del otro. va. The pile of shame lo llaman en inglés. La pila de la vergüenza. Esa colección a la que no has sacado ningún partido. Libros que no has leído, o ropa que no te has puesto, o videojuegos a los que no has jugado o material para realizar manualidades al que ni siquiera has sacado el precinto de celofán. Y la montaña es cada vez más alta. Y ni siquiera osas revisarla por no sentirte mal.
¿Cuántas veces no te has resistido a entrar en una librería sólo porque sabías que era la única manera de evitar un nuevo tsundoku? Pero siempre volverás a caer.
El tsundoku tiene un componente aspiracional. Cada vez que escoges un libro proyectos tu vida habiéndolo leído. Experimentas la ilusión por una cotidianidad que te permitiría leer ese libro con tranquilidad. Incluso eres capaz de imaginarte dónde le leerás y en qué circunstancias. Sueñas con esa parte de ti habiendo leído el libro, anticipas su satisfacción, el placer de adquirir ese conocimiento. Y ésta es la mayor tentación que puede haber.
Umberto Eco, sin embargo, tenía el razonamiento perfecto para apaciguar el remordimiento del tsundoku. Lo explicaba el pensador y matemático Nassim Nicholas Taleb en su libro The Black Swan. Eco era un erudito que acumulaba más de treinta mil libros en su biblioteca personal, diferenciando entre dos tipos de personas. Las que concebían ese espacio como un apéndice para estimular el ego y las que lo entendían como un sitio de investigación. El novelista y semiólogo italiano, bibliófilo a más no poder, creía que los libros no leídos tenían más valor que los libros leídos, que una biblioteca debía contener lo que no sabías porque, así, "el número creciente de libros no leídos en los estantes te mirará de forma amenazadora". Cuanto más lees, más consciente eres del montón de libros no leídos. E inspirado por Eco, Taleb llamó a éste tsundoku la antibiblioteca. Un espacio emocionante de saber latente que siempre te está esperando.