Cómic

Nacidos perdedores (4)

Un cómic de Ferran Vidal y Kiko Amat

Nacidos perdedores (4).
Ferran Vidal i Kiko Amat
25/10/2025
2 min

"Debería protegerse del éxito". Uno de los principios del músico Billy Childish parece dirigido especialmente a James Leo Herlihy. La adaptación al cine de su mejor novela, Cowboy de medianoche (1960), le dio dinero, fama y una plenitud personal que, por paradójico que suene, lo destruiría como autor.

Nacido en la clase obrera de Detroit, Herlihy era un escritor nato. "Tan pronto como descubrí las palabras", dijo, "supe que quería escribir". En 1958 obtuvo su primer éxito con el estreno de la obra Blue denim. Al año publicaba la primera novela, All fall down, un drama familiar claustrofóbico con adolescente puteado y madre sobreprotectora (una obsesión temática de la que nunca se entregaría).

Y entonces llegó Cowboy de medianoche (la bomba fílmica). La afluencia y la notoriedad que resultaron no tardaron en surtirle efecto. "Algo perturbador ocurre en mi vida…", escribió, "me he hecho mucho más famoso de lo que me gustaría ser". Las dudas literarias empezaron a manifestarse: "Después de este libro me libraré de los horrores de la narrativa". Se refería a The season of the witch (1971), una road movie espantosa de tono hippy que no gustó ni a los fans hardcore (sé de qué hablo).

Herlihy, harto del exilio autoimpuesto de los escritores, empezó a hacer cosas de persona normal: participó en campañas a favor de los homosexuales, se socializó intensamente (Tennessee Williams y Christopher Isherwood eran invitados habituales en su casa), cuidó su jardín, cocinó, bebió vino italiano y fornicó. Suena bastante feliz, si no fuera porque un escritor debe estar siempre incómodo en su propia piel. Cuando Herlihy se dio cuenta de "la ausencia de la musa", que diría Eddie Campbell, ya era tarde. A finales de los ochenta, el artista estaba deprimido a jornada completa, como ocurre inevitablemente en los escritores que no escriben. El 21 de octubre de 1993, a los sesenta y seis años, se suicidó con una sobredosis de pastillas en Los Ángeles.

Quizás las cosas habrían terminado de otro modo si el novelista hubiera tenido presente aquel eremita del siglo V, Moisés el Negro, que respondió a un monje que dudaba: "Ve. Siéntate en tu celda, y tu celda te lo enseñará todo". El destino de un escritor es, como el de un monje, quedarse en la celda. Y, ahí dentro, escribir un libro tras otro. Dejar de hacerlo, salir de la celda, como hizo Herlihy, es lo mismo que adentrarse voluntariamente en la muerte.

Y, sin embargo, Cowboy de medianoche sigue siendo, a los sesenta años de su publicación, una de las grandes novelas del siglo XX, y Joe Buck uno de los personajes más inolvidables. Todo el mundo debería conocerlos.

Kiko Amat

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