Vida de una piloto de avión 'influencer': un mundo de hombres, auroras boreales y muchos botones
Alba Mangado compagina su trabajo en una aerolínea con las redes sociales, donde explica los secretos de la profesión
Barcelona¿Sabes lo que se esconde bajo la cabina de un piloto de avión? ¿Para qué sirven todos los botones del salpicadero? ¿Cómo es ver una tormenta eléctrica mientras controlas una aeronave a miles de metros de altitud? Alba Mangado recibía muchas de estas preguntas en su Instagram cuando colgaba fotografías suyas posando con el uniforme de piloto o panorámicas de nubes y cielos naranjas capturadas desde las alturas. "Me empezó a seguir mucha gente que quería saber de mí y me preguntaba curiosidades sobre la aviación", explica esta primera oficial que ahora compagina su trabajo en una aerolínea de largo radio con las redes sociales. En la plataforma de Meta ya tiene más de 32.000 seguidores a los que pretende acercar la realidad que hay detrás de un trabajo que a menudo todavía se asocia con el cosmopolitismo y el riesgo: "Quiero que las personas que tienen miedo a volar vean que no es tan raro".
Mangado decidió que sería piloto de avión a los 9 años. Nadie en su familia tenía relación alguna con el sector y cuando entró en la academia en su clase sólo había cuatro mujeres en un aula absolutamente masculina. Ella fue la única que terminó la carrera. Entonces ya era 2011 y la industria aeronáutica también se había contagiado de los malos datos de empleo. Su padre le animó a probar suerte como tripulante de cabina (TCP) en una aerolínea del Golfo, por lo que Mangado se pasó cuatro años y medio viviendo en Dubai. "Con el tiempo la situación fue mejorando y me contrataron como primer oficial en Ryanair", explica.
En los procesos de selección para conseguir subir a la cabina de un avión hay otros pasos más allá de enviar un currículum que cumpla los requisitos y superar una entrevista personal: las compañías filtran a los candidatos según el número de horas de vuelo acumuladas, sus tipos de licencias y los idiomas que hablan, pero también por los resultados de una serie de tests psicotécnicos. Por ejemplo, Mangado explica que algunas aerolíneas pueden testear la orientación espacial de los futuros comandantes con pruebas de ordenador como situar la posición de un avión con una brújula o pasar el cursor por unos agujeros en un túnel a medida que avanza. Aparte de cuestiones técnicas sobre los mandos (hay libros específicos para estudiarlas), en la entrevista cara a cara también le han preguntado si ha discutido nunca con los compañeros de trabajo y cómo solucionaría esta situación a 10.000 metros de altura. "Si has llegado hasta aquí, te darán las fechas para hacer la prueba en el simulador, y si lo superas, ya estarás contratado", concluye.
"Las vistas que tenemos lo compensan todo"
De momento Mangado ya ha pilotado los modelos B737 de Boeing, el ATR y el A330 de Airbus y tiene preferidos. "El Boeing es para disfrutarlo. Me encantaba porque es más receptivo. El modelo es más antiguo y no está todo tan automatizado, así que notas más la conducción. Pero por el confort prefiero el Airbus", comenta. De todas formas, en cualquier aeronave que ha cogido siempre puede disfrutar de una de las partes que más le gustan de este trabajo. "Las vistas que tenemos lo compensan todo", dice. Esta primer oficial se ha convertido en una coleccionista de amaneceres y puestas de sol. Desde la cabina ha sobrevolado el polo norte y ha tenido una vista privilegiada de las auroras boreales escandinavas. Una de las últimas distracciones a bordo es observar los satélites de Starlink, la compañía de Elon Musk, que ha inundado el cielo de esos pequeños puntos brillantes que a menudo se mueven en constelación.
"Se tiñe con una áurea romántica esta profesión. Después ves que muchos procedimientos y conversaciones siempre son los mismos y pierde un poco la magia de cuando estás estudiando", admite Mangado. Aun así, ríe cuando aún oye comentarios asegurando que los copilotos no hacen nada durante el vuelo y que se dedican a hacer la siesta mientras ponen el piloto automático. "Hay quien piensa que vivimos una vida de lujo en hoteles de cinco estrellas. No somos gente extraña ni una élite", añade. La realidad, explica, es que es más habitual que cuando lleguen a un nuevo destino estén tan cansados que las promesas de hacer planes y salir de fiesta con toda la tripulación se cambien por una cabezada en la habitación. Su faceta como influencer es sobre todo un pasatiempo, pero agradece que le haya servido para dar visibilidad al sector y, especialmente, a las pocas mujeres que están a los mandos de un avión. En su caso, con el añadido de ser madre: "Volar es tan vocacional que cuando me incorporé de la baja por maternidad estuve cuatro meses trabajando en el suelo y después ya necesitaba volver".