Banco Sabadell: 30 días trascendentales en una historia de 144 años
Está en manos de los accionistas decidir si la entidad se la queda el BBVA, que prevé integrarla y ajustar plantillas en el futuro
BarcelonaBanco Sabadell vive los que pueden ser los treinta días más trascendentales de su historia de 144 años. Está en manos de sus accionistas –el período de aceptación de la opa del BBVA es desde este lunes hasta el 7 de octubre– decidir el futuro de un banco que nació en la cocapital del Vallès Occidental en 1881, impulsado por un grupo de empresarios que le injertaron la vocación de banca de pymes y empresas.
De esta decisión dependerá que Catalunya vuelva a quedarse o no sin la sede social principal de ninguna de las grandes entidades financieras españolas. Además, están previstos ajustes de plantilla, como reconoce BBVA en el folleto de la opa, aprobado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el último trámite que quedaba pendiente en esta operación iniciada hace casi año y medio.
Cuando acaben los tres años durante los que no se podrá realizar una fusión, que el gobierno español ha impuesto, están previstos "ajustes de plantilla a ambas entidades". Pero, aseguran, "se respetarán en cualquier caso los principios de competencia profesional y mérito". Y el objetivo, sin poner todavía cifras, es priorizar "en la medida de lo posible, las salidas voluntarias y recolocaciones".
Esta opa, que el BBVA ya intentó en el 2020 sin salirse de ella, anunciada tres días antes de las elecciones autonómicas catalanas del año pasado, ha topado con la oposición de los gobiernos español y catalán y también de las distintas organizaciones empresariales y económicas desde el primer día. El principal temor es que se reduzca la oferta bancaria (menos personal, menos oficinas), que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) cree preservada con una serie de compromisos temporales adquiridos por el BBVA. No lo ven así los críticos ni el ejecutivo de Pedro Sánchez, que tras realizar una inédita consulta pública, prohibió una fusión de ambos bancos al menos durante los tres primeros años por motivos "de interés general".
Y esto desembocó en un expediente de Bruselas y el traslado de la opa al terreno judicial con un recurso del BBVA ante el Tribunal Supremo. El hecho es que, de prosperar la opa, se perdería una entidad arraigada en Catalunya y la oferta de grandes bancos quedaría reducida de cuatro (CaixaBank, Santander, BBVA y Sabadell) a tres. Además, como revelan los datos del Banco Central Europeo (BCE), que defiende las fusiones transfronterizas, España es uno de los grandes países de la UE con mayor concentración bancaria.
En medio de todo ello, los accionistas, muchos de ellos clientes, deben decidir si acuden o no a la opa lanzada por el BBVA. El banco de origen vasco asegura que no mejorará su oferta, aunque desde enero, los accionistas del Sabadell ganarían más vendiendo los títulos en el mercado que acudiendo a la opa. Además, les puede salir cara la factura del IRPF.
Serán unos días de incertidumbre en torno al grado de aceptación. BBVA insiste en que el umbral que ha fijado para que sea un éxito es al menos del 50,01% de los derechos de voto. De todas formas ha incluido en el folleto de la opa la posibilidad de conformarse con el 30% y menos del 50%, lo que le obligaría a lanzar una opa en efectivo, tal y como establece la legislación. El presidente del BBVA, Carlos Torres, aseguró el viernes que el objetivo es tener "el control" y que la posibilidad del 30% es sólo uno de los escenarios incluidos por cuestiones legales. En definitiva, es una puerta abierta para tener el control en caso de que haya menos participación.
En cualquier caso, que el proyecto prospere o no queda ahora totalmente en manos de alrededor de los 200.000 pequeños accionistas, que suponen en torno al 40% del capital. A éstos se suman numerosos inversores institucionales, que son los que pueden decantar la balanza. Al frente, se sitúa la gran gestora de inversiones estadounidenses, BlackRock, que también es la primera accionista del BBVA. Y no paran de entrar nuevos accionistas institucionales y aumentar su participación, como es el grupo francés BNP Paribas, que ha alcanzado el 1,114%.
Por detrás de BlackRock con el 7,024% se encuentran la aseguradora Zurich (4,700%), el inversor y empresario mexicano David Martínez (3,495%), Dimensional Fund Advisors (2,873%), UBS (2,811%), Norges Bank (2,177%), Goldman (1,338%), Amundi (1,271%), DWS (1,212%), Qube (1,021%) y JP Morgan Chase (1,009%). Además de BNP Paribas.
Uno de los objetivos del BBVA, que tiene vocación de banco global, es reducir su exposición a México y especialmente a Turquía. Con la unión, el banco ganaría peso en España y también preveía hacerlo en Reino Unido, pero la venta de la filial del Sabadell TSB al Santander se lo impide, aunque el BBVA le resta importancia.
El Sabadell, por su parte, quiere centrarse en el mercado español, con una visión territorial. Estos últimos años ha crecido a través de integraciones como NatWest España, rebautizado como Solbank Banco Herrero, Atlántico, Urquijo, Guipuzcoano, CAM, Banco Gallego, la red de oficinas de Cataluña y Aragón de la antigua Caixa Penedès y el negocio en España de Lloyds, además de TransAitlantic México. Como alternativas al BBVA, opciones como una fusión con entidades medias como Unicaja o Abanca no han salido adelante y la opción de que una entidad extranjera que realizara una contraopa no parece de momento fácil, según los analistas.
Al BBVA, con vocación de banco global, esta operación le permitiría enraizarse más en Catalunya. Se quedó seis de las antiguas cajas catalanas: Unnim –Manlleu, Sabadell y Terrassa– y CatalunyaCaixa –Catalunya, Manresa y Tarragona–. Pero el proceso viene de lejos con Banca Mas Sardà, absorbida por el Banco Bilbao (hoy BBVA) o Banca Catalana, del antiguo Banco de Vizcaya (hoy también BBVA). En Bilbao y Vizcaya, fusionados en 1988 (BBV), se sumó el grupo público Argentaria en 1999 (BBVA). El banco asegura que si la opa no sale "no ocurre nada", porque es "un bancazo", según Torres.