Crónica

La ciudad 'anti-tech' donde las 'start-ups' prosperan a pesar de todo

Sacha Michaud, cofundador de Glovo.
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Una ciudad anti-tech. Así describió Barcelona el cofundador de Glovo Sacha Michaud. Michaud ha criticado la situación de empresas como Uber y Airbnb en la ciudad y ha cargado contra las administraciones por no poner “más facilidades a la inversión”. “Soy fan de Barcelona y esto me permite ser muy crítico”, ha dicho.

El directivo de Glovo ha participado este lunes en un debate de la serie Foro Barcelona Capital, lo cual no deja de tener un punto irónico ya que lo organiza el Círculo Ecuestre, una de las entidades locales más contraria al hecho de que Barcelona sea capital de estado.

En la introducción del acto, el vicepresidente del Círculo, Enric Lacalle, elogió a Michaud, una “estrella” que –ha recordado– había sido “hockey [sic] profesional” y está “casado con la hija de un buen amigo, de la familia Martorell, muy de Barcelona”. También lo ha hecho el moderador, el ex CEO de Mobile World Capital Aleix Valls (”un campeón”, según Lacalle), que ha afirmado que Michaud había “conseguido lo que todos queríamos: un unicornio en Barcelona”. También han participado en el debate Ana Maiques, CEO de Neuroelectronics, y Miquel Martí, CEO de Barcelona Tech City, al que Lacalle describió como un “grupo superrepresentativo de la Barcelona capital de las start-ups”. 

A pesar de la insistencia, la conclusión principal del acto es que Barcelona no es ahora mismo una capital de las start-ups. Por la “parte regulatoria menos comprensiva”, según Martí, y porque, a pesar de estar bien posicionada y haber creado un buen ecosistema de empresas, la ciudad todavía está lejos de los grandes polos tecnológicos, como Londres o Berlín. Ahora bien, Martí cree que el sector prospera “a pesar de todo”.

“Todavía no hemos madurado; en Boston empezaron hace 30 años”, ha dicho Maiques. Los ponentes, sin embargo, han recalcado el atractivo de la calidad de vida de Barcelona, aunque Martí ha comentado que evita “el pitch de la sartén” al extranjero y prefiere vender “talento”. El talento es, de hecho, el punto fuerte de la ciudad, pero por una cuestión de costes laborales: los sueldos de los profesionales son muy bajos. “Que contratar sea un 30% más barato es una oportunidad”, ha dicho Martí. “Un ingeniero de software normalillo cuesta 120.000 dólares de entrada” en los EE.UU., ha remachado Maiques. 

En este sentido, también han destacado que el hecho de estar en Europa da a Barcelona ventaja ante ciudades de Asia y América para captar talento por los derechos sociales que se garantizan. “Nuestros abuelos lucharon mucho por los derechos que tenemos y no los podemos perder”, ha dicho Michaud. Todo el mundo ha estado de acuerdo.

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