Buenas noticias: el precio de las materias primas se modera después de 4 meses de guerra
El retraso de la economía y los acuerdos entre Rusia y Ucrania para exportar cereales frenan su coste
BarcelonaLas previsiones económicas no invitan al entusiasmo pero, en medio de este panorama, empieza a aflorar una buena noticia: los precios de las materias primas se están enfriando. Hoy se cumplen cuatro meses del inicio de la invasión rusa de Ucrania y la mayoría de productos agroalimentarios, los minerales y el petróleo llevan varias semanas de tendencia a la baja.
En las primeras semanas del conflicto –iniciado el 24 de febrero–, los precios se dispararon por la incertidumbre y la posibilidad de que muchos productos no llegaran a los mercados internacionales, ya fuera por efecto directo de la guerra o por las sanciones a Rusia, que le impedirían vender a Occidente o mantener la producción debido al cierre del acceso a financiación, maquinaria o componentes provenientes de Europa, Japón y Estados Unidos.
A pesar de que con excepciones, la tendencia a la baja de los precios parece generalizada. El maíz y el trigo están ahora un 13% y un 14% más baratos que al inicio de la guerra, por ejemplo. El níquel cuesta un 19% menos y el aluminio, un 29%.
“Hay una cierta apertura” en los mercados de cereales, de los cuales Ucrania es uno de los principales productores mundiales, comenta Xavier Brun, director del máster en mercados financieros de la UPF y gestor de fondos en Trea AM. En este sentido, Brun indica que en los mercados de productos alimentarios los inversores han llegado a la conclusión de que la bajada de la oferta debido a la guerra “no era tan grande como se esperaba”, explica.
Esta tendencia a la relajación probablemente se intensificará todavía más en un futuro cercano después del acuerdo de esta semana entre los gobiernos ucraniano y ruso –auspiciado por Turquía y las Naciones Unidas– para permitir la salida de grano en barco desde tres puertos ucranianos, lo cual relaja los miedos a una posible crisis alimentaria en África y Próximo Oriente por la escasez de cereales ucranianos.
Pero, además, Brun apunta a otro factor: “El mercado se adapta”. Por ejemplo, la temporada de siembra de cereal en Argentina, que tiene lugar entre mayo y julio, parece que comportará una caída de las hectáreas dedicadas al trigo y un incremento de las plantaciones de cebada, puesto que el primero requiere un consumo más elevado de fertilizantes, que también se han encarecido, según datos de la Bolsa de Rosario.
Los efectos de una recesión
En el caso de las materias primas energéticas e industriales, especialmente, la rebaja de las previsiones de crecimiento a escala global y a las principales economías del mundo también han moderado las expectativas de aumentos de precios. La lógica es que “si hay recesión, la demanda no será tan grande”, y por lo tanto los precios bajan, indica Brun.
De momento, este jueves la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, descartó que la zona euro sufra una recesión, pero en EE.UU. la economía ya se contrajo el primer trimestre de este año. Esto significa que, según cómo sean los datos del producto interior bruto (PIB) del segundo trimestre en EE.UU. que se publicarán el jueves, el país podría encadenar dos trimestres de caída de la actividad. Técnicamente, entraría en recesión.
Brun también apunta que “se están reduciendo inventarios” en materiales como por ejemplo el níquel, del cual Rusia controla más del 9% de la producción mundial, o el aluminio, con una cuota del 6%. Es decir, las empresas prefieren gastar el producto que tienen almacenado a la espera de posibles caídas de precios, lo cual ayuda a disminuir la demanda y justamente hace caer los precios. De hecho, el níquel es un ejemplo de la escalada de precios que tuvo lugar con el ataque ruso a Ucrania y las sanciones, pero cuyo precio se ha ido moderando con el tiempo hasta caer por debajo de los niveles de finales de febrero.
En cualquier caso, pese al frenazo en la escalada de precios, la incertidumbre persiste, especialmente en los mercados energéticos, debido a la fuerte dependencia de Europa del gas natural y el petróleo rusos. “Hay una cierta relajación, pero mucha volatilidad”, analiza Mariano Marzo, catedrático de geología de la UB y consejero de la petrolera Repsol, que considera que, a pesar de las caídas de precio, “será muy difícil que vuelva la situación preinvasión”.
La excepción del gas natural
La excepción a la disminución de precios de las últimas semanas es el gas natural. A diferencia del petróleo, que también se ha ido abaratando después de tocar máximos en los meses inmediatamente posteriores a la invasión, el gas es ahora un 73% más caro que a finales de febrero y ha sufrido mucha más volatilidad que las otras materias.
Las razones para la volatilidad del gas son diversas. Por un lado, el precio del gas varía mucho según el mercado: no es lo mismo el mercado del gas natural de Rotterdam que el de Estados Unidos, donde hay una gran producción con fracking, la técnica de extracción cada vez más prohibida en Europa consistente en inyectar agua en el subsuelo.
En segundo lugar, Brun recuerda que “el coste del transporte puede llegar a ser el doble” que el del producto en sí. Una vez extraído, el gas se tiene que licuar (poniéndolo a temperaturas muy bajas y sometiéndolo a una alta presión) para poderlo transportar en barco y posteriormente volver a pasar por una regasificadora. Cuando se transporta por un gasoducto no hay que licuarlo, pero igualmente se le tienen que aplicar altas presiones. Todo esto encarece el gas.
Marzo apunta, además, que ahora mismo “nadie puede aumentar la oferta” ni de petróleo ni de gas mediante más producción, lo cual haría caer el precio. En este sentido, el geólogo destaca el viaje reciente del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Arabia Saudí, donde pidió incrementos de producción: “No le hicieron mucho caso, pero porque no pueden”, dice Marzo. El motivo: ahora mismo no tienen capacidad para hacerlo.
1. ¿Por qué la guerra de Ucrania ha provocado un encarecimiento de las materias primas?
Porque tanto Rusia como Ucrania son grandes productores de primeras materias. En el caso ruso, es un actor principal en los mercados energéticos –gas natural, petróleo y carbón– y en mercados de minerales, como el hierro, el aluminio o el níquel, entre otros. En cambio, la importancia de Ucrania está en la exportación de cereales –como el trigo o el maíz– y productos derivados, como el aceite de girasol.
2. ¿El retraso del crecimiento de la economía ha frenado el alza de precios?
Sí, lo cual tiene un punto paradójico. Las expectativas negativas de la economía de analistas, gobiernos e instituciones internacionales se deben, en buena parte, a la subida de precios de bienes y servicios de consumo, es decir, de la cesta de la compra de las familias. La inflación puede hacer caer el consumo, porque las familias compran menos con el mismo dinero, pero a la vez los incrementos de precios se deben justamente al encarecimiento de las materias primas de estos meses.
3. Si se acabara la guerra, ¿se normalizarían los precios?
Es imposible hacer predicciones en este sentido. Depende de las condiciones con las que se acabe y del rol que puedan jugar geopolíticamente tanto Ucrania como Rusia. No es lo mismo una victoria de Kuev que una victoria rusa en la que Ucrania se queda sin salida al mar.
4. ¿El acuerdo entre Moscú y Kiev reducirá los precios de los cereales?
Es previsible, pero habrá que ver si realmente es así. La salida de cereales dará aire a los mercados, pero el ministro de Agricultura ucraniano, Mikola Solkii, declaró al Financial Times que este año la producción de trigo caería entre un 30% y un 60% por culpa de la guerra.