Calculadoras, teclados y relojes digitales: la tríada de inventos que ha hecho triunfar a Casio
La multinacional japonesa se ha adaptado a los nuevos hábitos de consumo con una mezcla de nostalgia e innovación
En el barrio de Seijo, en el distrito de Setagaya (Tokio), se encuentra la casa donde Toshio Kashio imaginó buena parte de los inventos que dieron fama mundial a Casio. Hoy el antiguo hogar del segundo de los cuatro hermanos fundadores de este imperio de la electrónica acoge el Museo Conmemorativo de los Inventos de Kashio Toshio. En las vitrinas se exponen las primeras calculadoras de la marca, sus célebres relojes digitales y los míticos teclados Casiotone. También se puede visitar el estudio original de Kashio, con diagramas trazados a mano y objetos personales que explican su forma de trabajar. En el jardín, conocido como el Bosque de los Inventos, se respira la premisa que guió toda su vida: los inventos pueden surgir de las necesidades, pero también pueden servir para crear nuevas.
Hoy la empresa es un gigante capaz de facturar unos 1.600 millones de euros al año en todo el mundo y que emplea a cerca de 9.000 trabajadores. Solo en España y Portugal, en el 2024, la filial de la marca japonesa movió alrededor de 40 millones de euros. Pero, ¿de dónde salió la semilla de la compañía y cómo llegó a chocar con la tríada ganadora de las calculadoras, los teclados y los relojes?
El inicio: un anillo para fumar
El origen de Casio se remonta al pequeño taller familiar que Tadao Kashio fundó en 1946 en un país marcado por la posguerra. Allí, él y sus tres hermanos –Toshio, Kazuo y Yukio– empezaron reparando máquinas y fabricando piezas metálicas hasta que, gracias al ingenio de Toshio, dieron forma a su primer éxito: un anillo que permitía sostener el cigarrillo para poder acabarlo sin quemarse los dedos. El espíritu de combinar utilidad y curiosidad marcó todas sus posteriores creaciones. Con los beneficios de ese invento financiaron el proyecto que cambiaría para siempre la historia de la electrónica doméstica: la primera calculadora eléctrica compacta de Japón.
La idea de la calculadora surgió casi por casualidad. En una exposición de artículos de oficina en el barrio de Ginza, Toshio Kashio quedó fascinado con grandes calculadoras eléctricas de origen extranjero. Funcionaban con engranajes metálicos, hacían un ruido mecánico constante y costaban casi tanto como un coche, pero vio claro que representaban el futuro. De vuelta al taller familiar, empezó a estudiar cómo reducir su tamaño y coste. Con el apoyo de sus hermanos, sustituyó a los engranajes por relés eléctricos –unos pequeños interruptores automáticos que se activan con corriente y permiten realizar cálculos de forma mucho más rápida y silenciosa– e ideó un nuevo teclado numérico, con las cifras ordenadas del 0 al 9 en tres columnas y cuatro filas. Se trataba de una disposición más rápida e intuitiva que se convirtió rápidamente en un estándar mundial. Después de años de pruebas y más de una decena de prototipos, en 1957 los hermanos presentaron la Casio 14-A, la primera calculadora eléctrica compacta de Japón. Ese invento no sólo puso en marcha la compañía, sino que abrió una nueva era para la electrónica japonesa.
Hacia los relojes y los teclados
El éxito de la calculadora 14-A brindó a Casio dos lecciones fundamentales: que la innovación era compatible con precios de venta asequibles y que la simplicidad podía ser también un gran negocio. Con estos dos principios en la cabeza, los hermanos Kashio empezaron a pensar cómo aplicarlos a otros ámbitos de la vida cotidiana. En 1974 Toshio aplicó su experiencia en circuitos electrónicos en el reloj de pulsera y lanzó el Casiotron, el primer modelo capaz de ajustar automáticamente el calendario a finales de mes.
El otro gran salto llegó de la mano de la música. Toshio, que veía paralelismos entre el cálculo y el sonido –ambos se basan en patrones numéricos–, quiso democratizar el acceso a los instrumentos electrónicos. En 1980 presentó el Casiotone 201, un teclado barato y ligero que podía reproducir sonidos de veintinueve instrumentos distintos. Ese producto empezó el mercado de la música doméstica.
Hoy, en un mercado dominado por pantallas táctiles y dispositivos inteligentes, la marca ha sabido adaptarse al nuevo panorama combinando nostalgia e innovación. Su fortaleza ha sido entender que la simplicidad, bien aplicada, es también una forma de vanguardia.