Periscopio global

La crisis del sector del automóvil sacude a Italia

El gigante automovilístico Stellantis ha reducido un 70% su producción en Italia en los últimos 17 años

Imagen de la línea de montaje de una planta de Stellantis.
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RomaLa industria del automóvil en Italia vive la peor crisis de los últimos 70 años. La caída de la producción del grupo Stellantis, heredero de la mítica Fiat, el imperio automovilístico creado por Gianni Agnelli y símbolo del 'renacimiento' italiano del siglo XX, está poniendo en peligro un sector fundamental para la economía transalpina que representa al alrededor del 10% del PIB.

Creado en 2021 a partir de la fusión entre Fiat-Chrysler y PSA Peugeot, Stellantis registró una reducción de más de un tercio de su producción en Italia durante el primer semestre de 2024. Y las previsiones no son más favorables : todas las plantas italianas del grupo están en números rojos y la multinacional ha advertido de que prevé terminar el año con pérdidas de hasta 10.000 millones de euros.

Ante la perspectiva de un futuro más incierto que nunca, por primera vez en 20 años los trabajadores de la industria automovilística italiana se manifestaron en Roma para pedir una mejora de las condiciones laborales y la intervención del Gobierno de Giorgia Meloni. "Trabajamos sólo uno o dos días a la semana cuando las cosas van bien, así que lo que pedimos es que el coste de la transición ecológica no se traslade únicamente a los trabajadores", denunció Riccardo Falcetta, representante del sindicato de trabajadores metalúrgicos UIL.

Maurizio Landini, secretario general del sindicato más importante, la CGIL, pidió a Meloni que convoque a la empresa y los sindicatos a una mesa de negociación, y recordó que la compañía ha reducido más de 12.000 puestos de trabajo en los últimos años, además de recortar en investigación y desarrollo. El ejecutivo ultraderechista, por su parte, acusa a Stellantis de haber desmantelado poco a poco su inversión en Italia para trasladar la producción a países como Polonia o Marruecos, donde los costes laborales son inferiores.

Las críticas a la falta de un plan industrial a largo plazo también llegan desde la Federación Italiana de Trabajadores Metalúrgicos (FIOM), que denuncia la falta de modelos de coches nuevos producidos por la compañía en el país transalpino. Sólo en los últimos 17 años, la multinacional, que es el cuarto mayor fabricante de automóviles a escala mundial, ha reducido su producción italiana en casi un 70%.

"No tenemos intención de abandonar Italia ni que nadie desafíe nuestro liderazgo", respondió el consejero delegado de Stellantis, Carlos Tavares, quien reiteró la necesidad de nuevos incentivos estatales para estimular la demanda de vehículos eléctricos. Tavares, sin embargo, no descartó nuevos recortes de plantilla o el cierre de algunas plantas de ensamblaje y apuntó directamente contra las normas europeas sobre las emisiones de carbono que han elevado el coste de producción como las responsables de la situación.

Pero el colapso de la producción de Stellantis es sólo la punta de una profunda crisis que afecta a todo el sector en Italia. Según el Centro de Estudios Unimpresa, toda la cadena de producción, que incluye no sólo a los grandes grupos, sino también a las pequeñas y medianas empresas proveedoras, se están viendo afectadas por las reglas impuestas por la Unión Europea para hacer frente a una transición ecológica "completamente insostenible".

"Los plazos impuestos por la UE se fijaron en un contexto en el que la industria automovilística europea seguía siendo fuerte y capaz de competir a nivel mundial, pero el contexto ha cambiado radicalmente", asegura el vicepresidente de Empresa, Giuseppe Spadafora . “La competencia de los países no europeos, en particular a los asiáticos, que no están sujetos a las mismas normas estrictas, está erosionando cada vez más las cuotas de mercado de las empresas europeas. Si no se actúa rápidamente, se corre el riesgo de que la industria automovilística europea quede progresivamente marginada, con devastadoras consecuencias para el empleo y la economía”.

Bruselas marcó en 2035 como fecha límite para la producción de automóviles con motor de combustión. Un desafío que está poniendo contra las cuerdas a los fabricantes, que están luchando contra reloj para adaptarse gradualmente a la producción de vehículos eléctricos. Según un informe reciente, todos los Veintisiete necesitarían un impulso de 800.000 millones de euros para apoyar la transición y competir con los rivales asiáticos.

Sin embargo, la conversión de la producción representa también una oportunidad para un sector clave en la economía transalpina. Según un estudio del Centro de Innovación en Automoción y Movilidad, la producción de coches eléctricos e híbridos aumentará la demanda de figuras especializadas, como ingenieros, permitiendo la creación de 580.000 puestos de trabajo en el ámbito europeo, pero también la pérdida de 630.000 empleos en sectores relacionados con la producción de vehículos tradicionales.

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