La desconocida entidad barcelonesa que reúne diecinueve premios Nobel
La Real Academia Europea de Doctores, nacida en 1914, dispone de expertos en todas las ramas de conocimiento
Una habitación llena de togas doctorales, categorizadas según los colores de cada disciplina, es, una vez cada pocas semanas, el backstage por donde pasan un centenar de doctores y doctoras a vestirse para asistir a todo tipo de actos y ceremonias, siempre de solemne tono y que desprende prestigio e ideas brillantes. Esta sala está en el tercer piso del edificio de Foment del Treball, en la Via Laietana de Barcelona, donde se encuentra la sede de una entidad poco conocida, pero que reúne hasta diecinueve Premios Nobel entre sus asociados.
Se trata de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), que nació en Barcelona en 1914 –entonces bajo el nombre de Agrupació de Doctors Matriculats de Catalunya– y ha sufrido diversas transformaciones en los últimos 110 años, hasta convertirse en lo que es ahora: la casa de las grandes voces científicas y económicas de todo el continente. La agrupación surgió por la voluntad de investigar, fomentar el estudio y "hacer extensivo el conocimiento científico en su sentido más amplio", explican alEmpresas el actual presidente de la Academia, Alfredo Rocafort, y su vicepresidente Jaume Llopis.
"La característica más especial de esta academia es que es multidisciplinar, es decir, incorpora todos los ámbitos –ciencias sociales, de la salud, humanas, tecnológicas y experimentales– y esto es único", explica el profesor Llopis. Además, "también tiene como diferencia el hecho de que incorpora como académicos numerarios a miembros de la Unión Europea; en cualquier otra academia para ser académico numerario debe ser español; aquí sólo hay que ser miembro de la UE", asegura el académico.
Nombres de prestigio
Como se puede empezar a percibir con los cuatro detalles mencionados, para formar parte de la RAED es necesario cumplir una serie de requisitos. Hay que ser doctor y "tener un currículum como Dios manda", apunta Rocafort y añade: "Ser doctor es el requisito mínimo, si no lo eres, no puedes ingresar como académico numerario o correspondiente, pero sí puedes hacerlo como académico de honor; ahora bien, debe avalarte una trayectoria importante y ser una persona de prestigio público". Personalidades conocidas en nuestro país como el inversor Dídac Lee o los hermanos Roca, por decir algunos, forman parte de la Academia como académicos de honor. "Pronto entrará también en ese rango el periodista español Fernando Ónega", puntualiza Llopis.
En esta categoría también hay expresidentes de gobierno o políticos, como Rosalía Arteaga, expresidenta de Ecuador; el expresidente de Uruguay Luis Alberto Lacalle o el cónsul general de Japón en Barcelona, Naohito Watanabe, así como varios premios Nobel: Richard Roberts, premio Nobel de medicina en 1993; Sheldon Lee Glashow, premio Nobel de física en 1979; el premio Nobel de física en 1990, Jerome Isaac Friedman; el premio Nobel de química de 2004, Aaron Ciechanover o Ada Yonath, premio Nobel de química 2009, por mencionar sólo algunos.
De hecho, muchos de los perfiles de la Academia son bastante imponentes. Sin ir más lejos, el propio presidente, Alfredo Rocafort, es todo un personaje. Su despacho es un verdadero museo de títulos, masters, diplomas y galardones. Es perito mercantil (1968) y profesor mercantil (1970) por la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, censor jurado de cuentas (1976), miembro de número de la Asociación Española de Asesores Fiscales (1995), diplomado, licenciado y doctor en ciencias económicas y empresariales (1986 y 1990) por la Universidad de Barcelona, licenciado en derecho (1992) también por la UB, y doctor en derecho (2010) por la Universidad Camilo José Cela de Madrid.
Entre otras muchas cosas, es autor de una treintena de libros y manuales vinculados a la contabilidad ya la administración de empresas. También es autor de varios artículos científicos en revistas indexadas y otros artículos de opinión sobre dirección de empresas, y ponente y conferenciante en diferentes foros empresariales y profesionales. Ha dirigido múltiples tesis doctorales en disciplinas relacionadas con las ciencias sociales. Es fundador del despacho profesional Gabinete Rocafort, dedicado desde 1974 a los ámbitos contable, fiscal y jurídico. "Y aparte de todo esto, también es campeón de Catalunya de judo y está escribiendo su propia biografía", apunta su amigo Llopis con una sonrisa.
Pero para poder entrar, el proceso tampoco es fácil ni rápido: un académico debe proponer el nombre del candidato, que se somete a una comisión de admisiones. "Cuando se propone alguien es porque hay un currículum excelente, si no, ya no se propone", dice Rocafort. Luego se lleva a la junta de gobierno y finalmente a la junta general. Una vez superado todo este recorrido se hace un acto de ingreso muy solemne –togas incluidas–, la persona de nuevo ingreso hace un discurso científico de su rama, tiene unos padrinos que acompañan al nuevo académico, otro académico contesta en nombre de la Academia y la ceremonia termina con una cena. Este discurso y la consiguiente respuesta se publica en un libro; y la ceremonia se hace en el idioma que elige lo que hace el discurso.
Los académicos numerarios pueden ser de hasta 150 de toda la UE –ahora son unos 100–, pero para los correspondientes y los de honor no hay límite. "Somos muy escrupulosos a la hora de permitir entrar gente nueva, la prueba es que podrían ser 150 y sólo son 100; al mismo tiempo, cuando un académico cumple los ochenta años, pasa a ser emérito y deja la plaza de numerario libre ", explica el presidente.
Guerra Civil y cambio de era
Los más de cien años de la academia incluyen años convulsos, como la Guerra Civil o el franquismo. En 1920 pasó a denominarse Colegio de Doctores Matriculados del Distrito Universitario de Barcelona, pero entró en una etapa de difícil supervivencia por el largo período de inestabilidad política que vivió España; tuvo escasa actividad durante la Segunda República y prácticamente desapareció con la Guerra Civil. En 1943 reanudó el impulso con la presidencia del doctor Guillermo de Benavent Camps, que mantuvo el cargo hasta su muerte en 1963, y durante su mandato hizo posible el renacimiento del Colegio de Doctores después de casi dos décadas de turbulencias y dictadura.
En 1964 asumió las riendas el doctor Jordi Xifra Heras, que encontró una Academia restaurada, pero necesitada de cambios. Según explican desde la misma institución, él hizo desfilar por la tribuna académica lo mejor de la cultura y la ciencia de su tiempo, dando continuidad a las actividades. En 1977 ocupó la presidencia el doctor Luis Dolcet Buxeres, quien continuó la línea de sus antecesores durante una década marcada por el impulso regenerador y transformador de la junta una vez recuperada la democracia. Especialmente relevante fue en 1989: la Academia pasó a ser reconocida entidad de derecho público, y el rey Juan Carlos I le concedió el título de Real, siendo desde entonces Real Academia de Doctores.
Alfredo Rocafort logró la presidencia en 2012, cuando, según recuerda él mismo, "comenzó una nueva etapa para la asociación". "En 2012, con el cambio de gobierno y una nueva junta, el objetivo era hacer de revulsivo para volver a hacer cosas –llevaba una temporada algo dormida– y dar una solidez y estabilidad financiera a la entidad, a través de actividades y de reconocimiento internacional", explica el presidente.
Para ello, se nombró una junta de gobierno "con ganas de trabajar", ya que "son cargos no remunerados" y, por tanto, "debe haber ganas de colaborar". También se ha apostado por la internacionalización: "Cuando entramos nosotros, el 90% de los académicos eran catalanes, pero decidimos abrir las puertas primero en el resto de España y después en el mundo".
Aunque se trata de una corporación de derecho público, Rocafort apunta que "la subvención de la Generalitat es irrisoria", y la mayor parte se recauda gracias a las cuotas de los asociados –que prefieren no hacer pública–, " pero solo con el alquiler del local prácticamente ya no queda nada, y también hay que pagar al personal", que son tres personas. "Debemos buscarnos la vida de otra manera, principalmente haciendo actividades que generen beneficios para la academia", apunta el presidente. A modo de ejemplo, cada año realizan un proyecto llamado Retos vitales, consistente en una serie de artículos, conferencias y debates de grandes académicos que se editan en un libro y cuenta con sponsors que financian la edición del libro y da algo de beneficio.
"Hacemos muchas, muchas actividades. Ahora hemos llegado de unas jornadas en Egipto donde hemos hecho más de quince ponencias; el año pasado lo hicimos en las Galápagos, donde se hizo un documento para presentar a Naciones Unidas ;el año que viene iremos a China y Japón; hacemos una buena cantidad de conferencias, artículos... Hay una producción científica muy importante", explica Llopis. En este sentido, algunas de las aportaciones que se han realizado en materia económica y empresarial son las presentaciones Decrecimiento y resiliencia, venciendo el miedo a la generación del atraso, del doctor Jordi Martí; La nueva economía del bien común, del doctor Aldo Olcese; De economías emergentes a liderazgos económicos, del doctor Pedro Nueno; Marcas con propósito, del propio Llopis, o La valoración de los activos intangibles, de la doctora Montserrat Casanovas; entre otros muchos.
La academia también celebra debates: "Reunimos académicos de diversas disciplinas para que den su opinión sobre un mismo tema desde ópticas diferentes, y eso es muy enriquecedor", asevera Rocafort. "Aquí están representadas todas las sensibilidades, en todos los aspectos: tenemos gente del Opus Dei, masones, nacionalistas, independentistas, espanyolistas... de todo; buscamos que haya un equilibrio", explica el presidente. "Hace tiempo que quiero tratar el tema del independentismo en Catalunya, todavía no hemos podido hacerlo, pero lo haremos; si la Academia no opina al respecto... Nadie lo hará mejor que nosotros", asevera.
Los embajadores extraordinarios
Para lograr la estabilidad financiera se ha creado la figura delembajador extraordinario, personas de alto nivel a escala mundial en cualquier ámbito que pueden no ser doctores, pero que son muy influyentes internacionalmente. Por ejemplo, "ha entrado una empresaria muy importante de Costa de Marfil, otra de Brasil, una de República Dominicana o la presidenta de Atrevia, Núria Vilanova y el famoso publicista argentino Ildefonso Garcia-Serena", explica Llopis. El objetivo es tener 50 en todo el mundo que sean quienes transmitan su aportación científica y para que la cultura esté "al alcance de la humanidad".
Otra figura destacada como embajadora es la empresaria china Liling Qi, propietaria de Puente China, empresa que se dedica a las relaciones Barcelona-China, muy cercana al ingeniero Pedro Nueno, y que tiene sus oficinas en Shenzhen . "Es una empresaria muy influyente, ha logrado que haya un vuelo diario de Barcelona directo a Shenzhen, es embajadora de la academia y viene a todas las actividades", explica el vicepresidente.
Los retos que afronta la junta de la RAED, según explica Rocafort, pasan por conseguir más equilibrio entre las disciplinas y también más mujeres: "En 2012 sólo había un 6% de mujeres académicas y ahora rondan el 20%, nos queda mucho, pero estamos intentando transformarlo", explica el presidente. Con todo, recuerdan que la RAED es "única": "Aglutinamos diecinueve premios Nobel, y eso nadie lo tiene; aportamos un gran output científico en la sociedad", destacan. Y Llopis insiste: "Es como ese spot publicitario ya algo antiguo que decía busque, compare y si encuentra algo mejor, comprelo; pues esto".