INDUSTRIA

El valor de ir directo a la basura

Saplex ha aumentado un 56% sus ventas desde que se inició el proceso para prohibir las bolsas de asas regaladas en los comercios

Dani Cordero
3 min
El valor de ir directo a la basura

Saplex es el principal fabricante en España de bolsas de basura. Durante años vieron cómo sus ventas crecían pero de forma muy contenida e, incluso, como ocurrió en el 2008, se contraían. Y eso a pesar de que el aumento del consumo hizo que los contenedores de basura se llenaran cada vez más rápido. Sus bolsas no eran las protagonistas, sino las de asas que regalaban en todas las tiendas para poner lo que se compraba. “La bolsa de basura era un producto banalizado -explican fuentes de la compañía- y desvalorizado, pero nosotros confiábamos en que las bolsas de camiseta (las de asas) acabarían desapareciendo, como ya había ocurrido en el norte de Europa”. El tiempo ha dado la razón a la empresa propiedad de las familias Folch y Fuster, que ha visto cómo por el camino desaparecían competidores. Hoy, el mercado se lo reparten con Spher, Plásticos Romero y Plasbel.

Las bolsas hechas con el único sentido de acabar en el contenedor han vivido pocas innovaciones, y quizá por eso los ciudadanos optaron por las bolsas gratuitas de las tiendas para realizar la misma función. En 1977 Saplex introdujo el primer cambio importante y que el comprador detectó fácilmente: un color que no fuera el habitual negro y algo de perfume. En 1989 introdujeron el cierre fácil con una veta y se convirtieron en los primeros productores que introducían este sistema en los rollos de bolsas. En 1997 fueron a Italia y consiguieron la patente para producir las primeras bolsas compostables para recogida selectiva. De 2014 es el último proyecto: hacer sacos de plástico lo suficientemente fuertes para resistir la recogida neumática en hospitales. Hay poco más en una empresa que cree que la especialización es el camino al éxito. Solo salieron adelante en el 2007, cuando Mercadona les encargó que hicieran bolsas para almacenar alimentos.

Pero Saplex nunca ha querido saber nada de las bolsas de camisa, las que regalaban en las tiendas y que a partir de 2009 se obligó a hacer pagar. Ni para venderlas en Mercadona ni en el resto de cadenas de distribución a las que sirve. La apuesta les salió bien. Desde 2009 su consumo se redujo en Catalunya un 90% debido a las nuevas normativas que impedían que fueran regaladas. Las bolsas de basura han vuelto a dominar los contenedores. Y Saplex ha visto cómo le aumentaba su facturación, con saltos importantes en los años 2010 y 2011, pero con crecimientos en las ventas que han ido aumentando año tras año. En 2017 facturaron 55,15 millones de euros, un 56% más que lo que vendían en 2009. El próximo año esperan alcanzar los 58 millones de euros de ventas.

La cadena de distribución de Juan Roig ha sido esencial en este proceso: supone el 87% de su facturación gracias a su control de la gran distribución española. Saplex controla el 52% del mercado de las bolsas de basura en España y un 42% del de las bolsas de alimentación. La apuesta por las bolsas de compostaje no ha contribuido demasiado a su crecimiento: sólo representa un 0,8% de las ventas. Y eso que en Catalunya sus ventas crecieron el pasado año un 23%. "Es una bolsa que sólo utiliza lo que es muy militante del reciclaje", explican desde la compañía. El ciudadano medio se niega a asumir todavía su coste (la materia prima, el biopolímero, es un 133% más caro que el polietileno que se utiliza habitualmente) y los tamaños y resistencias inferiores de este tipo de bolsas. La buena noticia para la compañía es que el bolso no negro, más caro, crece mucho más en ventas. Y que las exportaciones van creciendo, aunque todavía representan un fragmento muy pequeño (6%) del conjunto de las ventas.

Desde Saplex se defiende que lo suyo es un negocio de ventas conocidas, previsibles y planificables, por lo que tienen claras sus necesidades para los próximos años. Por eso prevén invertir 6 millones de euros para ampliar la capacidad de producción de su planta de Canovelles. Pasará de 24.000 toneladas a 26.000. Y aseguran estar capacitados para responder a cualquier cambio normativo. “Estamos preparados; la tecnología es la misma”. La cuestión, explican, es ganar eficiencia: más producción y menos costes. De ahí la inversión en máquinas nuevas.

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