De toda la vida

Historia del Perrocker

Jordi-Benet Sala fusionó en un local su pasión musical con su oficio para crear uno de los negocios más carismáticos del Farró

4 min
Perrocker

Se llama Jordi-Benet Sala i Garcia, pero dentro de la república independiente del Farró es y será para siempre Perrocker. El Farró, sí, el pequeño barrio dentro de Sant Gervasi –limitado más o menos entre Balmes, General Mitre y Riera de Cassoles– en el que existe un fundamentado sentimiento de pertenencia y orgullo propio. La peluquería –perdón, la Perrockia– del Jordi-Benet está en la calle Francolí y es como una seta en medio de un tramo sin actividad comercial. Pero a Perrockia no le hace ninguna falta el ruido ni el tabal. Todo el que debe saber dónde está, lo sabe perfectamente y la agenda de citas está llena casi cada día. No sólo la de los clientes que solicitan sus servicios capilares, también está llena la agenda de los artistas que exponen y la de los grupos que actúan. "Todos son amigos y conocidos", se apresura a precisar, todo artistas y músicos con buena onda con la filosofía y la personalidad de un lugar tan especial y de la persona que lo regenta. Una especie de espacio cultural, decorado con motivos rockeros, fotos, regalos y ofrendas, en el que pasan muchas cosas y que Jordi-Benet dinamiza día a día con pasión renovada, energía y buen feeling por bandera innegociable. No es una historia que tenga cuatro días: la Perrockia existe desde 1989 y ha visto todos los colores, todos los tintes, escalados, rasurados, cardados y crepados de la capa de la Tierra. Todos los tonos de mil guitarras eléctricas.

Perrocker.
Perrocker.
Perrocker.

Jordi-Benet primero fue rockero y después peluquero. Una buena mayoría de las cosas que le han pasado a la vida tienen su explicación en sus orígenes pallareses –de Tírvia–, también la afición por el rock, claro, que le corre por las venas y entrañas desde muy joven. Tras probar suerte con la carrera de derecho –que abandona– y con el Institut del Teatre –no entra– es la peluquería la que le captura. “El rock es una pulsión interna, ancestral; la peluquería, la profesión que me cautivó”, y la posibilidad de fusionar los dos ámbitos se convierte en aceite en una luz, tú dirás. Con dos socias, abren la primera peluquería en 1989 en la vecina calle de Sant Hermenegild. No tarda en quedarse solo a cargo del negocio y en hacerlo a medida de su personalidad, con el rock como punta de lanza, sólo faltaría.

Y el barrio responde y el negocio se consolida hasta que en el 2000 surge la opción de trasladarse, con local de propiedad, a la actual calle del Francolí, donde había un viejo taller mecánico. En medio, el progreso evolutivo de un negocio singular, la conexión total con el barrio y la incalculable ganancia de una clientela fiel. Todas las edades y todos los estilos posibles. “Ya me quedan pocas clientas de las que vienen una vez a la semana a peinarse”, lamenta, pero en Perrockia los viejos y los nuevos tiempos se dan la mano sin ningún tipo de trasiego. Hay familias enteras del Farró que se peinan en su casa y tiene mucha clientela masculina que puede pedirle todo el catálogo de nuevos peinados que hoy llenan el mercado: “Tú trae la foto de lo que quieres y yo te lo hago !”

Perrocker.
Perrocker.

Discos y bolos

Y la música no para. A lo largo de los años, Perrocker ha editado nueve discos y ha hecho incontables bolos. El último disco, hace dos años, Ross'n Roll, editado en CD y en vinilo ya pleno rendimiento. En la trastienda me enseña el estudio de grabación, las fotos de los amigos, las ofrendas y regalos acumulados de tantos años y también Milagros, la virgen majestuosa que preside la peluquería y la protege de los espíritus malchinados, la antipatía, la caspa y todo tipo de malos rollos. El 28 y 29 de junio el Perrocker tiene bolos en el restaurante Can Shelabi de Cadaqués junto a sus amigos Martin Bit and Friends. Ya lo tiene todo preparado. Él es su propio manager, agente de ventas y de marketing. Está acostumbrado a trabajar él solo –los primeros tiempos tuvo empleados, pero ya hace tiempo que no–, a ser su propio jefe, a la intuición y atrevimiento del trabajo que le hace sentir realizado. Peluquería y rock, la Perrockia, el juego de palabras se hace solo. “Soy dueño y señor de mi negocio. Hoy en día si no eres propietario, ¡lo tienes fumido!”, reflexiona. Y está contento. Los vecinos del Farró le han pedido que haga el pregón de la fiesta mayor del barrio el próximo 6 de septiembre: “Me emocioné cuando me lo propusieron. ¡Qué ilusión!”.

stats