ALIMENTACIÓN

Impresión 3D de chocolate al servicio del sector de lujo

Matrice es una 'start-up' catalana que diseña moldes para crear piezas de pastelería únicas y artesanales con un precio de hasta 800 euros

Albert Cadanet
4 min
Impresión en 3D, objetos bajo demanda

En los últimos años, las impresoras 3D han abierto una amplio abanico de posibilidades en lo que se refiere a la producción de nuevos productos. Piezas de automóviles, utensilios quirúrgicos e incluso casas son sólo algunos ejemplos. Los moldes para crear piezas de chocolate no son una excepción. De hecho, el sector de la gastronomía ya ha experimentado con estas nuevas herramientas para servir comida imprimida con tecnología 3D.

Matriz es un proyecto que tiene algo más de un mes de vida que también se ha sumado a todas estas iniciativas. Su actividad se basa en el diseño de moldes para que los pasteleros creen después sus piezas de chocolate. ¿Pero cuál es el factor diferencial entre esta empresa y otros que también se dedican a la creación de moldes? “Nosotros vendemos personalización y excelencia en el producto”, explica Gerard Rufí, cofundador del proyecto.

Matrice es una empresa que fusiona tecnología y diseño. Rufí se formó en Mataró como técnico de medios audiovisuales y se especializó en el diseño digital. Su pareja y también creadora del proyecto, Ariadna Queralt, es escultora e ilustradora. Ha trabajado también en rodajes y llegó a ser nominada a los premios Goya del año 2015.

A pesar de ser un proyecto con una trayectoria muy corta, Rufí ya había llevado su empresa de impresión online. Durante los últimos dos años lideró a Geart, una iniciativa que también se dedicaba a la creación de moldes para todo tipo de comercios. De hecho, fue gracias a Geart que decidió centrar todos sus esfuerzos en el negocio del chocolate y el sector del lujo. “Teníamos dos clientes que eran pasteleros y nos encargaron piezas de chocolate por Pascua; en noviembre decidimos especializarnos”, recuerda Rufí.

El trabajo de ambos emprendedores sigue uno proceso muy personalizado. Ante todo, el cliente se encuentra con ellos dos para explicarles qué busca exactamente con los futuros moldes. “Empezamos diseñando unos borradores a mano y, cuando las figuras encajan con lo que quiere el cliente, pasamos a hacer elescultura digital”, explica Queralt. Pasada en el ordenador, la escultura virtual se divide en diferentes partes para que la impresión sea más práctica. Por último se obtienen las diferentes piezas y se tratan a mano por si han aparecido algunos defectos.

“Cada encargo que hacemos cuesta aproximadamente entre 500 y 800 euros”, dice Rufí, que argumenta que en el precio tiene un peso muy importante el concepto de diseño exclusivo. Sin embargo, cada molde es reutilizable y no debe volver a diseñarse si un cliente quiere más unidades. En promedio, los encargos se entregan en 15 días, aunque dependen bastante de su complejidad. Las piezas más difíciles de elaborar o, sobre todo, las de mayor tamaño, pueden tardar más de tres meses. A modo de ejemplo, Matrice recibió un encargo hace poco más de dos semanas de un bombón de aproximadamente 1,80 metros de altura.

A pesar de ser una empresa joven, Matrice ya tiene su red de clientes. Ahora mismo tiene seis fijos, repartidos entre Barcelona, ​​Tarragona y Madrid. Además, también ha establecido contactos con particulares que solicitan sus servicios de forma puntual. A falta de datos de facturación o de saber cómo evoluciona el negocio, desde dentro se muestran muy satisfechos con el trabajo realizado y también con el que se avecina. "Aunque todavía es muy pronto para entrar a valorar los resultados actuales, la acogida del sector ha sido muy buena al inicio", resalta Rufí. Además, la inversión inicial en su proyecto ha sido muy baja frente a otros negocios. "Principalmente se necesita un ordenador, una impresora que vale unos 4.000 euros y muchas ganas de trabajar", dice Rufí.

A la hora de pensar en crecer, Ariadna y Gerard lo tienen muy claro. “A finales de este año queremos tener cubierto el mercado europeo”, explican. Quieren centrarse sobre todo en países como Francia, Bélgica o Suiza, donde la tradición de consumir chocolate está más extendida que en Cataluña y España.

Además, estos dos emprendedores ya establecen contactos con países como Rusia o los Emiratos Árabes, donde el sector del lujo “está mucho más extendido”.

A todo esto, se podría pensar que los moldes de Matrice son competencia directa para los maestros pasteleros que dedican muchas horas a sus creaciones de chocolate. Desde la empresa explican que no han venido a tomar el trabajo a nadie, sino todo lo contrario. “Añadimos un valor a un producto del maestro chocolatero y le ayudamos a ser más ágiles”, argumenta Queralt. Ella misma reconoce que “el feedback de los pasteleros hasta ahora ha sido muy positivo”. “Aunque todavía hay gente reticente -reconoce-, les estamos enseñando que nuestra idea se puede añadir a su ecosistema sin ningún problema”.

Matriz se encuentra en una fase muy inicial del ciclo empresarial, pero desde dentro ya dicen que tendrán que renovar equipamiento informático dentro de tres o cuatro años, invertir en publicidad y buscar nuevas herramientas que les faciliten el trabajo. Ambos creadores están convencidos del futuro de su idea. Ahora son los chocolateros los que deben decir la suya.

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