Hablemos de dinero

Mag Lari: "No estaba preparado para ser empresario y aprenderlo en hostias da rabia"

El ilusionista explica cuál es su relación con el dinero después de toda una vida en los escenarios

Júlia Riera Rovira
3 min
Mag Lari, en una imagen de archivo.

El maestro del arte de la ilusión, Mag Lari (Josep Maria Lari, 1973), cautivó a la audiencia con sus trucos desde muy joven. Cuando era adolescente le regalaron un libro sobre magia de Juan Tamariz y desde entonces no se ha desvinculado. "Tuve claro enseguida, yo haría esto y no haría nada más", asegura. Aún así, el artista apunta que estudió una carrera: "Hice filología catalana porque mis padres querían tener la satisfacción de haberme dado unos estudios". “Empecé a realizar funciones cuando me inicié en la magia, con 14 años. Las funciones que me salían eran muy poquitas, eran para amigos o conocidos, y me pagaban muy poquito, pero yo estaba superfeliz. También hacía muchas funciones sin cobrar”, apunta el ilusionista

“Todo lo que ganaba lo volvía a invertir en magia. Me decían «¿Qué quieres que te regale?» Y yo decía «un micrófono, o una caja de espadas, o un sombrero de copa»”, asegura Lari. "A mí me hacía muy feliz poder gastar el dinero en esto", apunta. Con 20 años se convirtió en empresario sin buscarlo: “De repente te das cuenta de que sí, que puedes hacer lo que quieras, pero que debes ser empresario. Y creo que yo no estaba preparado para serlo. Porque no tenía ningún tipo de formación empresarial y tener que aprenderlo en hostias da rabia”, manifiesta el emprendedor. Lari quiere que el trabajo dependa de él: “Si no me llaman no pasa nada, yo genero el trabajo. Cojo, monto un espectáculo y soy yo quien me voy a vender a los ayuntamientos”.

Y en este sentido, explica que nunca ha sufrido por el futuro: “Si creas el producto y aprendes a distribuirlo, tienes trabajo. Y esto me daba una seguridad, yo sabía que podría vivir de la magia.” De hecho, el artista explica que su trayectoria ha sido como una escalera: “Empecé con un espectáculo pequeño. Al año siguiente hice un espectáculo algo más grande. Y en vez de un coche me compré una Berlingo”. “Ahora lo miro con perspectiva y noto que estoy en lo alto de la escalera, veo por todos los escalones donde he pasado. Y ha sido siempre un crecimiento muy paulatino”, dice el mago.

Ganarse la fama en la tele

Por otra parte, el artista comenta que trabajar en directo tiene riesgos: “Si yo me pongo enfermo y tengo que suspender funciones, o me rompo una pierna y tengo que suspender una gira, el dinero no entra, pero los gastos los tengo igualmente. Esto sí que te supone un estrés. Por ejemplo, nunca he ido a esquiar.” Además de escenarios también ha pisado platones de televisión: “Es menos agradecida, porque no la controlas tú. Yo en un teatro, cuando está todo listo, abro las puertas y la gente entra. La tele es casa de otro.” Y sigue: “Pero, en cambio, la tele es maravillosa, porque te ve a más gente un día saliendo en la pantalla que en toda tu carrera. Esto es muy importante para poder hacer teatros grandes. Si no hubiera hecho tele seguramente no pudo estrenar en el Tívoli, que era mi ilusión.”

Actualmente, Lari está dirigiendo el espectáculo del Mago Pop: “La literatura mágica te explica que todos los magos somos enemigos”. Pero su caso es distinto: “Mago Pop se ha hecho mago porque yo era mago, y entonces siempre ha habido una relación muy única. Porque hay una justicia poética muy bonita, en que él me pida que le dirija el espectáculo”, dice.

En cuanto a la gestión del dinero, admite que ahora se pondría un seis y medio, pero que hasta hace diez años era un cero. “Yo siempre he necesitado a gente que me lleve las cuentas y que me lo gestione todo”, explica. Ahora está “contento” de haber invertido en La Casa dels Àngels, un espacio en Castellserà (Urgell), porque “nadie daba un duro”: “Antes de comprarla traje aquí a mi marido y mi cuñado, que es arquitecto, para que la miraran, y me dijeron «Esto ni se te ocurra, quítatelo de la cabeza ahora mismo, esta casa será una ruina»". Hoy en día es una casa encantada abierta al público que, pagando la entrada, permite al visitante realizar un recorrido a través de puertas secretas, y es la casa donde vive él con su pareja. “Lo cuento también como una futura jubilación mía. para que funcione”.

Calcula que le quedan “15 años hábiles de vida”: “Ahora ya tengo que empezar a planificarme, porque un espectáculo a mí me dura tres o cuatro años. hacer bien, sabiendo que ya termina”, asegura el artista. Y añade: “Me encantaría seguir dirigiendo o escribir.

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