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El negocio catalán de la marihuana que sí es legal

Hippy Collective comercializa flores y aceites con el cannabidiol y se plantea hacer ropa de cáñamo

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Una mujer añade unas gotas de CBD al té

BarcelonaRelajar el mundo a través de la democratización del uso recreativo del CBD (cannabidiol). Es la idea que unió a Marc Momplet, Lucas Larripa y Pol Buch, tres amigos de la infancia, para lanzar a Hippy Collective, una empresa emergente del Maresme dedicada a comercializar online flores, es decir, cogollos de cannabidiol, y también aceites. Los primeros se fuman y los segundos se aplican en un punto localizado del cuerpo o se ingieren con una bebida o vía sublingual.

"Vemos que había mercado emergente, nos gustaba el producto y que no había ninguna marca de referencia en España y en el sur de Europa. Nos juntamos para ser un referente a escala estatal, pero después también a escala internacional , sobre el uso recreativo del CBD", explica al ARA Momplet, consejero delegado de la compañía, cuando se cumple poco más de un año del lanzamiento del proyecto. Actualmente, el equipo está integrado por siete personas.

Ellos son de Sant Vicenç de Montalt y descubrieron el CBD con sus amigos. "Cuando descubrimos el CBD, tanto nosotros como todos nuestros amigos, a todo el mundo le encantó su uso recreativo", explica Momplet, quien decidió que era una buena idea entrar en el sector porque tiene un ecosistema muy amplio. Inició el proyecto después de haber fundado varias empresas, mientras que Pol Buch, que ejerce de director creativo, venía del mundo del cine y la publicidad. Lucas Larripa, actual director de operaciones de la empresa emergente, salía del sector de recursos humanos.

El CBD es un cannabinoide, un componente orgánico del cannabis, que se diferencia del principal principio activo de esta planta, el THC, porque no es psicoactivo ni se considera una droga. Y esto no lo sabe todo el mundo. Momplet explica que el uso de las flores es menos paliativo que el de los aceites, que se utilizan para atenuar dolores crónicos, como la fibromialgia y la artritis. Hippy quiere "acabar con el estigma" e informar sobre las ventajas que tiene el CBD: pese a ser legal, en Hippy Collective lamentan que sigue habiendo mucha desinformación. Y eso que aún ahora no está claro cómo el CBD afecta a nuestro cuerpo.

"Simplemente, consiste en coger la planta y hacerla crecer con unas semillas y unas técnicas determinadas de cultivo para que tenga menos THC y más CBD", explica Momplet. A diferencia de otras marcas, Hippy Collective no compra el producto en España, sino en Suiza. El motivo, explica, es que hace más años que la industria es legal y toda la tecnología e innovación está más avanzada. Esto hace que el producto sea algo más caro, pero la calidad y la seguridad son también mayores.

"Primero, hacemos un proceso interno para decidir qué es lo que queremos sacar. Lo compramos a granel, en bolsas de kilo, y entonces lo ponemos en bolsas de unos tres o cinco gramos y lo entregamos al cliente final", explica Momplet. Hippy Collective trabaja con unas veinte referencias, con distintos aromas y efectos, que también comercializan en paquetes variados porque al cliente, que busca en este producto algo de relajación, también "le gusta probar cosas distintas".

Hasta el momento, Hippy Collective ha levantado 420.000 euros a través de rondas de financiación y aspira a facturar más de dos millones de euros este año. Unas cifras que esperan cumplir con sus dos líneas de negocio, las flores y los aceites, y están estudiando entrar en el negocio de los vapers o cigarrillos electrónicos. Otras marcas también comercializan cremas a base de CBD, algo que no entra en los planes de Hippy Collective porque se centran más en la parte recreativa y de lifestyle.

La empresa emergente, con presencia en once países de Europa, centra casi todo el negocio en la venta online directamente al cliente, pero también comercializa sus productos a terceros. "A finales de este año es posible que intentemos entrar en algún país para ver si la estrategia hecha en España nos funciona, en el 2024 nos expandiremos más agresivamente", añade. El mayor mercado de la compañía es España.

Detrás de la apuesta de Hippy Collective también está la comercialización de otros productos que van más allá de los cogollos y los aceites, como grinders, papel de fumar, mecheros e incluso ropa. "De momento, ofrecemos ropa que no es de cáñamo, sino de algodón, pero en un futuro a largo a plazo, en algún momento, tenemos en mente intentar hacer ropa de cáñamo industrial", dice Momplet. Esto significa hacer prendas de vestir con las fibras de la planta del cannabis, una práctica que han visto en muchas empresas de Australia. Por el momento, las prendas que venden son camisetas, sudaderas, gorras y también accesorios como tazas, toallas y fundas para teléfonos móviles.

"La calidad es muy buena, el consumo de agua para crear la prenda respecto al algodón supone un 90% de ahorro. El cáñamo industrial está cultivado con semillas certificadas por la Unión Europea con poco THC y mucho CBD, y se hace con las fibras de la planta, el tallo y las ramas. Es muy sostenible", explica.

Toda esta gama de productos y los planes de expansión de la empresa emergente de estos jóvenes del Maresme van en dirección de satisfacer un estilo de vida o, incluso, una identidad: "Estamos intentando crear el hippy del siglo XXI".

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