De toda la vida

¿Para qué quiere el colchón?

La centenaria colchonería Lázaro de Sant Andreu vela por el descanso de los vecinos

La colchonería Lázaro, en la calle de San Andru
06/03/2025
4 min

Elena lleva más de cincuenta años siendo clienta de la colchonería Lázaro, en el número 184 de la calle Gran de Sant Andreu. Conserva en un pedestal el recuerdo de Teresa Feliu, palo de pajar de la tercera generación a cargo de este negocio familiar y madre de Sergi Gay, el actual propietario. "Sabía vender como nadie y lo conocía todo sobre el trato con la gente, con la necesidad de escuchar y aconsejar", rememora Elena. Está charlando con Sergi porque ayer compró una almohada de látex, pero debe cambiarla porque el olor de nuevo que choca de lleno con la sensibilidad química que le da la coz desde hace tiempo. "No sufras, seguro que encontramos la solución", le dice Sergi. "Qué tal una almohada de fibra, yo creo que te irá bien". Esta es una de las claves de un comercio así, la capacidad de entender las necesidades del cliente, de aconsejarle sobre un cambio de colchón, sobre si ese dolor de espalda puede mejorar un poco si la almohada se ajusta mejor y, sobre todo, hacer siempre pedagogía de lo importante poder y querer descansar bien durante las horas de sueño.

Colchonería Lázaro.

Los colchones de lana hace tiempo que han pasado a la historia. Es hermosa la foto que cuelga de la pared. En ella se ve al padre de Sergi follando la lana en la calle, de aquellos tiempos en que los colchones de lana eran los reyes y cada dos años era aconsejable rehacerlos porque se habían deformado por el efecto del cuerpo reposando cada noche sobre ellos. Toda la vida ha conocido el negocio, desde pequeño, cuando las montañas de colchones le servían de trampolín, cama elástica –nunca mejor dicho– y montaña rusa. Todo a la vez. Con la reciente muerte de sus dos hermanos, hoy está solo al frente del negocio, con la ayuda de su hijo, que ya acumula buena experiencia subiendo y bajando colchones por las escaleras de Sant Andreu –y de dónde toque ir–, ya que las grandes dimensiones del objeto hacen que a menudo no quepa en los ascensores.

¿Pero, a ver, hoy cuáles son los tipos de colchones que podemos comprar? Fácil, de muelles –los típicos de Flex y Pikolin–, viscoelásticos y de látex. ¿Cuáles son los menos recomendables? Sergi lo tiene clarísimo, los viscoelásticos, o sea los que antes decíamos de espuma. "Son los más populares del mundo, los que vienen a todas las supercadenas mafiosas, los que hacen más calor porque no transpiran bien". ¿Y lo que va mejor? Los de látex, los que más se parecen a los antiguos de lana. ¡Pero cuidado! Tienen que ir siempre sobre somier, porque si no, no transpiran y, a base de absorber el calor y humedad del cuerpo humano, se florecen. Toda una clase magistral sobre colchones. Impagable.

Colchonería Lázaro.

Hace pocos días, Sergi ha encontrado en el archivo del barrio un documento fechado en 1919 que refleja el encargo que su bisabuelo hizo para una máquina de pasar la lana. Esto da soporte para que la tienda pueda recibir la distinción de establecimiento centenario, aunque la familia tiene muy claro que la apertura data seguro de principios de siglo. Estuvo en el número 164 de la misma calle desde su nacimiento hasta 1992, cuando se trasladó al emplazamiento actual. La abuela, Concepción Lázaro, tomó el relevo del fundador. Y después los padres, Joan Gay Lázaro y Teresa Feliu. Los tiempos han cambiado mucho, al igual que el barrio, Sant Andreu, que se mantiene como un oasis con vida de pueblo, pero que también experimenta los cambios comerciales y de población del resto de la ciudad. "Ahora ya no se trata de hacer colchones, sino de intermediarios y de transportistas. Pero sobre todo, de aconsejar", recalca Sergi. La inmensa mayoría de clientes de Lázaro son del barrio, pero también los tienen del resto de Barcelona e incluso de fuera: "¡Vamos donde nos pidan!"

Además de colchones y almohadas, también venden somieres, claro, y los imprescindibles protectores y fundas. Hoy en día, resulta casi impensable no poner un protector en el colchón para evitar la variada tipología de manchas que pueden agredirle. Entra una clienta que pide espuma para rellenar una almohada del cuello que ha vaciado y limpiado: "Por supuesto, se lo preparo y esta tarde ya lo puede pasar a recoger". En Lázaro puede entrar tanto aquel que quiere un colchón nuevo y una almohada nueva –ambos elementos dialogan más de lo que podríamos pensar– como aquel que duerme mal y quiere más calidad de vida. "¿Para qué quiere el colchón?", pregunta de entrada quizá algo inquisitiva pero imprescindible. ¿Para uso diario propio? Gástelos. ¿Para la habitación de los invitados? Quizás con uno más sencillo ya hace. Y últimamente un pedido recurrente: un colchón para la persona que viene a cuidar a un progenitor. Importante.

stats