ENERGÍA

Vivir del aire, una utopía hecha realidad

Un generador eólico de Anoia, con medio millar de inversores, gana dinero un año y medio después de haber entrado en funcionamiento

Xavier Grau Del Cerro
3 min
Vivir del aire, una utopía hecha realidad

Los impulsores de los grandes proyectos eólicos son, habitualmente, las principales compañías eléctricas o fondos de inversión que, para optimizar su rentabilidad, intentan hacer parques de aerogeneradores lo más grandes posible. Pero en el sector apareció un proyecto colaborativo, Viure del Aire, en Pujalt (Anoia), con una inversión aportada en pequeñas cantidades por los partícipes para levantar un solo aerogenerador. La instalación empezó a funcionar en mayo del 2018 y ya ha cerrado el 2019 con ganancias.

“Es la demostración de que otra forma de hacer, más sostenible y ligada al territorio, es posible”, explica Miquel Cabré, uno de los impulsores. El sistema, muy extendido en algunos países como Dinamarca y Alemania, es nuevo en Cataluña. Y aporta un plus de cambio de modelo: son las personas particulares las que impulsan la iniciativa y la financian. La generación eléctrica, por tanto, ya no depende de las grandes multinacionales.

En 2019 fue el primer ejercicio completo en funcionamiento. La energía generada durante el año fue de 4.753 megavatios la hora (MWh), un 84% de los 5.654 previstos en el caso base del proyecto. La velocidad media de viento en 2019 fue de 5,8 metros por segundo en vez de los 6 estimados en los estudios de viento. Pero el precio medio de mercado de venta de energía fue de 48,2 euros el MWh, frente a los 43 previstos (un 12% más).

El precio de la luz por encima de las previsiones, justamente, ha ayudado a cuadrar los números. Los ingresos por venta de electricidad ascendieron a 229.276 euros, mientras que los gastos fueron de sólo 22.495 euros, ya amortizaciones se destinaron 138.2131 euros, con un beneficio contable de 68.549 euros respecto a unas pérdidas de poco más de 14.000 euros del año 2018 -el de la puesta me marcha, cuando sólo funcionó ocho meses-. Todo ello demuestra que "el proyecto es viable", según Cabré.

La pandemia hace que las perspectivas para este año no sean tan buenas, porque el precio de la electricidad ha caído de forma importante. "La eólica se fagocita a sí misma", comenta para explicar que, en el mercado español, cuanto más energía se genera con renovables, más barato es el precio en el mercado mayorista. Esto se ha visto este año especialmente porque, sobre todo durante el confinamiento, bajó mucho su consumo y las renovables cubrieron más parte de la demanda.

El punto de equilibrio para cerrar el 2020 sin pérdidas -cubriendo las amortizaciones que corresponden- se sitúa en un precio de mercado de la electricidad de 46,1 euros el MWh, según el proyecto de explotación, por debajo del año precedente, que ascendía a más de 48 euros. Pero el precio de media en 2020 se mueve en unos 35 euros el MWh. Esto podría llevar a cerrar el año 2020 con pérdidas contables, pero los promotores piensan aunque a largo plazo -la duración prevista es de 25 años- sigue siendo rentable.

Vivir del Aire es un proyecto impulsado por Pep Puig y otros pioneros de la energía eólica en Cataluña. Tiene 584 inversores que han aportado casi 2,9 millones de euros. Estas aportaciones han permitido cubrir la totalidad de la inversión, así como las pérdidas de ejercicios anteriores acumuladas durante los largos años de promoción del proyecto (aproximadamente 55.000 euros). Este sistema de inversión con las aportaciones de los particulares permite a Vivir del Aire no depender de la financiación bancaria. Pese al impacto del cóvid-19, la iniciativa ha mantenido suficiente tesorería para no tener que ir a los bancos en busca de liquidez.

El proyecto está pensado con la intención de que los partícipes obtengan un retorno de la aportación realizada para hacer frente a la inversión. Y esto ya es así: la junta aprobó un primer regreso con cargo al ejercicio de 2019. En concreto, fue de un 10% de la aportación.

Los promotores dicen que la aportación será remunerada con un 2%. Los cálculos los han realizado teniendo en cuenta la inversión realizada, los gastos de mantenimiento y funcionamiento y los ingresos que esperan obtener de la producción. Los partícipes, además de la vuelta, saben que la energía que consuman durante los 25 años de vida del proyecto será libre de emisiones y que habrán contribuido a una generación eléctrica más sostenible.

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