Industria automovilística

El fantasma del cierre de fábricas de coches recorre Europa

Volkswagen pierde competitividad frente a EE.UU. y China y amenaza con cerrar plantas en su propio país

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Imagen de archivo de la icónica fábrica de la marca de automóviles Volkswagen de Wolfsburg, una de las ciudades más industriales del país germánico.

BruselasLa maquinaria de la locomotora de Europa, Alemania, está atascada. Es la gran economía de la Unión Europea que crece menos, y lleva tiempo registrando incrementos muy escasos, incluso el año pasado encadenó varios trimestres de disminución de su producto interior bruto (PIB) y entró en recesión técnica. Y, en este contexto, Volkswagen ha hecho un anuncio que ha tenido una gran repercusión en el país germánico y puede comportarle consecuencias económicas graves: el potencial cierre de algunas fábricas en Alemania por primera vez en los 87 años de historia de la marca automovilística.

En el primer semestre de este año, el mayor fabricante de coches de Europa ganó un 14% menos que en el 2023 ya finales del año pasado ya anunció un plan de reducción de costes de unos 10.000 millones de euros hasta el 2026. Sin embargo, en agosto la empresa aseguró que no era suficiente y que, por tanto, deberían rebajarse los "gastos fijos". Y, esta semana, la compañía ha informado a los trabajadores de que esto puede traducirse en el despido de una parte importante de la plantilla y del cierre de al menos una fábrica en Alemania.

Las acciones del grupo automovilístico subieron un 2% después de este anuncio, pero los sindicatos ya han avisado de que, en caso de que se cierren fábricas y se despidan trabajadores, reaccionarán con fuertes protestas. El gobierno alemán ya se ha mostrado dispuesto a interceder para evitarlo, y el ejecutivo del estado de Baja Sajonia, que tiene un 20% de Volkswagen, ya ha dicho que presionará para que la empresa reduzca los costes sin prescindir de empleados ni bajar la persiana de ninguna planta. "Socialmente es un aviso que tiene mucho impacto. Creíamos que si entrabas a trabajar en Volkswagen ya tenías trabajo asegurado toda la vida, y ahora esa certeza está cuestionada", dice Philipp Lausberg, analista del centro de investigación European Policy Center.

De hecho, Volkswagen es una de las marcas insignia de la industria del país y es un tema central en la política alemana, y la dirección de la empresa sabe que puede jugarlo a favor. En este sentido, termine como termine este aviso de la compañía, el investigador del think tank European Council on Foreign Relations Tobias Gehrke considera que "puede ser un gesto para presionar" a las administraciones germánicas y de la Unión Europea. "Es una empresa muy importante para el país, y el gobierno no puede permitirse que se pierdan puestos de trabajo", explica el experto en declaraciones al ARA.

Gehrke señala que la empresa puede estar buscando un incremento en las ayudas públicas que recibe Volkswagen, tanto por parte de Bruselas como por parte de Alemania. Y, de hecho, uno de los principales factores de la pérdida de competitividad de Volkswagen es la fuerte competencia que tiene en Estados Unidos y China. En estas dos potencias, las administraciones ya han sacado adelante grandes ayudas económicas. Tampoco ha ayudado a la industria europea a la crisis energética que ha sufrido el conjunto del continente y especialmente a Alemania, que era muy dependiente del gas ruso y estaba acostumbrada a la energía barata.

La UE también ha ampliado las ayudas que destina a las industrias, pero son menos sustanciales que las de Pekín y Washington, y Bruselas quiere evitar entrar en una carrera de ayudas públicas con China y EEUU. En cambio, la Comisión Europea ha subido de forma temporal los aranceles en los coches chinos.

Sin embargo, el investigador Tobias Gehrke recuerda que la decisión de subir los impuestos de aduanas puede interesar a países como Francia. Tiene grandes marcas, como la Renault, que tienen plantas francesas que actualmente no son rentables –según un informe de Just Auto–, y "puede interesarles proteger el mercado europeo porque sobre todo vienen a Europa, al menos a corto plazo". Ahora bien, Alemania también exporta mucho a China y no quiere iniciar una guerra comercial con Pekín porque –sigue Gehrke– teme que vuelva subiendo los impuestos de los coches alemanes que importa. "Alemania y Francia va en direcciones opuestas", resume el experto.

"El miedo a que ocurra como con Nokia"

El analista Philipp Lausberg remarca que el único camino que puede seguir Europa para mantener su industria automovilística es aumentar su competitividad y potenciar la transición hacia el coche eléctrico. En este sentido, considera que las grandes marcas automovilísticas europeas "van tarde" en esta nueva etapa del sector, y las insta a "cambiar de mentalidad, arriesgarse un poco e invertir de una vez por todas en los vehículos eléctricos". "El miedo que hay es que ocurra como con Nokia, y eso es lo que hay que evitar. Todas las nuevas tecnologías caducan otras, y no se puede quedar atascado".

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