¿Por qué jubilarte a los 67 cuando lo puedes hacer a los 40?

El movimiento FIRE promueve el ahorro en la juventud para invertir y después vivir sin trabajar

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Por qué jubilarte a los 67 cuando lo puedes hacer a los 40?

El salmantino Jesús Arroyo tenía 33 años cuando decidió que se jubilaba. Después de estudiar ingeniería informática por vocación, en 2006 empezó a trabajar en un importante banco, en el área de tecnología. Con los años fue subiendo de cargo, unos ascensos que lo llevaron a vivir a Cáceres, Madrid, Inglaterra, Brasil y nuevamente en Inglaterra y a ganar mucho dinero, una cantidad que ahora, a los 39, prefiere no desvelar. “Me pagaban muy bien y ahorraba mucho, pero sin un objetivo claro”, explica. En 2012 decidió dar sentido a estos ahorros que no quería gastar comprando inmuebles ni poniéndolos en depósitos bancarios. Y aquí se fue adentrando en el movimiento FIRE, las siglas en inglés de financial independence, retire early, que traducido significa independencia financiera, jubilación anticipada. El movimiento consiste en vivir de manera más o menos austera para ahorrar la mitad de los ingresos que se tienen entre los 20 y los 40 años e invertirlos para conseguir a esta última edad la independencia financiera. Dicho de otro modo: poder vivir el resto de tu vida sin necesidad de trabajar.

“Me di cuenta de que con todo el dinero que tenía podía comprar tiempo, y decidí ahorrar todavía más quitando cosas que realmente no me aportaban nada, como por ejemplo compras innecesarias o salir a discotecas y beber alguna copa de más...”, explica. A lo que no se tiene que renunciar, aunque se tarde más en conseguir el objetivo -deja claro-, es a “aspectos importantes”, que en su caso son, por ejemplo, tomar unas cañas con los amigos. “El gran problema es el consumo. Se tiene que ser algo más minimalista, y no hay que tener un armario lleno de cosas que no te has puesto nunca, videojuegos que ni has abierto o comprarte un coche cuando ya tienes uno”.

Para poder hacer una buena inversión de sus ahorros empezó a devorar páginas web, blogs, libros... “Aprendí de manera autodidacta”, explica. El hito que se puso para conseguir la anhelada jubilación fue el que se conoce como la regla del 4% : conseguir ahorrar el suficiente dinero como para, como máximo, gastar cada año este porcentaje de los ahorros: “Si por ejemplo vives con 40.000 euros al año, necesitarás unos ahorros de un millón de euros, e invertirlos antes de dejar de trabajar”, explica, puesto que 40.000 euros es una rentabilidad del 4% sobre el millón ahorrado.

La rueda de ahorros de Arroyo enseguida se aceleró, en gran parte porque tenía un sueldo “desorbitadamente alto” y por la gran cantidad que conseguía ahorrar, que en ocasiones llegaba al 80%. En solo cuatro años desde que empezó a invertir sus ahorros, en 2016, consiguió la independencia financiera e hizo realidad el objetivo de dejar de trabajar. “Era un buen puesto de trabajo, con un horario de 9 a 17 h, y me gustaba, pero tenía otras inquietudes”.

De 2016 a 2018 cumplió su gran sueño: dar la vuelta al mundo. Lo hizo siendo consecuente con su manera de vivir: con la mochila cargada en la espalda, durmiendo en hostales y haciendo algunos de los trayectos en autostop. Después de estancias en España, algún viaje más y la pandemia del covid -lo pilló en Brasil, pero consiguió volver a Salamanca-, ahora lleva un mes y medio viviendo nuevamente en Brasil, en São Paulo, donde prevé quedarse tres meses.

“Estoy probando lugares para decidir dónde pondré mi base”, explica. Hace una vida que describe como “rutinaria”. “Me levanto sin despertador, voy al gimnasio, estoy un rato en el ordenador, como y la tarde la dedico más a temas sociales: quedar con gente, ir al cine, ir a tomar algo”, relata. Su parte “más productiva” (lo que sería lo más parecido a un trabajo) son su blog (el nombre del cual ya es toda una declaración de intenciones: ¡Al fin libre!) y el curso de inversión que creó durante la pandemia.

La fórmula del éxito son tres claves que se tienen que cumplir y que tienen que ir siempre de la mano: conseguir un buen salario, ahorrar e invertir (y esperar). “Sin invertir no lo conseguirás, porque dejando el dinero en el banco, con el aumento de la inflación, lo único que harás será perder poder adquisitivo”, puntualiza. Según explica, para invertir no hay que ser “un gurú”. “Hay maneras de hacerlo que son predecibles y que ves que tu capital irá creciendo a largo plazo”. De hecho, él primero empezó a invertir en empresas muy orientadas al dividendo y ahora lo está enfocando a una cartera permanente “que es más lenta, pero más estable”. La catedrática de Economía de la UB Montserrat Guillén discrepa en el hecho de que sea tan fácil hacer buenas inversiones. “Para hacerlas se tiene que saber y tener un poco de suerte”.

Mientras acaba de decidir dónde se acabará estableciendo, Arroyo seguirá haciendo viajes de estancias largas. “¿Si es factible, el movimiento FIRE, con familia? Sí, yo aportaría mi parte, que seguramente es lo que ahora destino a viajes, y la otra persona la otra parte. Además, también se reducen gastos compartiendo vivienda”, afirma.

Guillem Roig, de 29 años, está a medio recorrido de conseguir el medio millón de euros que ha calculado que necesita para llegar a su independencia financiera, un objetivo que cree que logrará a los 40 años. Estudió microbiología en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), pero como le llamaba más la atención la parte empresarial completó la formación con un máster. Su primer trabajo fue en la consultoría Deloitte hace cinco años. Trabajaba muchas horas, “más de las 40 semanales”, y ahí tuvo claro que no quería dedicar todo su tiempo al trabajo, sino a “trabajar en la medida justa”. Es en este punto cuando empezó a tejer su vida con el objetivo del movimiento FIRE. “Me cambió el chip”, reconoce. De los 22.000 euros brutos que cobraba al año ahorraba la mitad. Vivía en un piso compartido en Barcelona que le costaba 300 euros al mes, y con 400 euros más pagaba todo el resto. Explica que nunca ha sido mucho de salir por la noche, pero también matiza que una cosa es salir y otra muy diferente dejar la cartera vacía. En ese momento “prácticamente no gastaba”, a pesar de que admite que “esto” se ha ido relajando.

Después de Deloitte, donde estuvo un año y tres meses, empezó a trabajar en otra consultoría, también en Barcelona, IQVIA, más especializada en su terreno, el sanitario. Ahí su sueldo ya subió hasta los 28.000 euros anuales, de los que conseguía ahorrar un 65%.

Pero cuando se fue a vivir con su pareja fue cuando tomaron una de las decisiones más importantes para reducir costes: marcharse de Barcelona. “Los alquileres en Barcelona rondan los 1.000 euros y optamos por vivir en Terrassa, en un piso por el que pagamos 500 euros, y utilizar el transporte público para ir al trabajo”, concreta.

La vivienda y el transporte -matiza- son los gastos que más se tienen que controlar, porque son los más elevados, y, a la vez, tener claro que de todo lo que te gusta hacer tienes que dar prioridad a una sola cosa. “Hasta que llegó el covid la nuestra era viajar, y hacíamos dos viajes al año”. ¿Esto significa que no puedes salir a cenar o comer fuera? “Sí puedes, pero no cada dos por tres”.

Después de un año y cinco meses en IQVIA, un tiempo durante el cual empezó un blog, que bautizó como La hormiga capitalista y en el que va relatando su manera de vivir, conoció a los que son actualmente sus dos socios. “Tenía ganas de hacer un cambio, de emprender”, dice. Los tres impulsaron hace dos años y medio Balio, una academia de formación financiera. Invirtió 20.000 euros de sus ahorros y empezaron a buscar inversores. Al principio vivió de ahorros, pero, una vez conseguidos los primeros inversores, ya empezó a cobrar 15.000 euros al año, y actualmente su sueldo ya es de 24.000 euros, de los que ahorra la mitad.

Todo el dinero lo ha invertido en la bolsa. “La gente que no invierta lo tendrá muy negro de cara al futuro”, asegura. “¿Que si dejaré de trabajar cuando llegue a los 40? No, no quiero dejar de hacerlo. Tampoco creo que sea sano, pero sí me gustaría vivir tranquilo, tener más libertad y decidir yo qué hacer con mi tiempo”, apunta.

La catedrática de Economía de la UB apunta que este movimiento está muy enfocado mayoritariamente a jóvenes que hayan ganado mucho dinero durante su corta etapa laboral. “Veo muy complicado ahorrar el 50% de un salario de 18.000 o 20.000 euros brutos al año”, explica. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) en 2020 la tasa de ahorro en las familias españolas, a pesar de ser la más alta desde 1999, llegó al 14,8%, muy lejos del 50% de Jesús o Guillem. Además, se tiene que tener en cuenta que el año pasado esta tasa se disparó debido a las consecuencias del covid, como los confinamientos domiciliarios o las restricciones de movilidad. Si se miran los datos de 2019, la tasa de ahorro es solo del 6,3%.

Aparte del factor suerte en la inversión, Guillem cree que viviendo de este modo juegas con “muchas incertidumbres”. La más importante -dice- es la longevidad. “Teniendo en cuenta la esperanza de vida de los países mediterráneos, estamos hablando de gente que tiene que planificar vivir entre 40 y 50 años solo con los ahorros”, apunta. Además, hay que sumar el hecho de que, al dejar de trabajar tan jóvenes, prácticamente no tendrán jubilación.

“La clave está en no gastar el capital. Si mis ahorros están creciendo un 5% anual por encima de la inflación y de manera permanente, solo tengo que gastar como máximo este porcentaje”, insiste Arroyo. “Es un estilo de vida que sencillamente se tiene que sentir”, concluye.

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