Los bonos del Tesoro: el activo que más asusta a Trump
El presidente no lo logra, de momento, con sus tres pilares económicos: aranceles, rebajas de impuestos y menos inflación
BarcelonaPocos días después de anunciar una batería de aranceles contra la mayoría de los países del mundo en un acto bautizado por él mismo como el Día de la Liberación, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio marcha atrás y suspendió la mayoría con la intención de "negociar". Aunque las bolsas reaccionaron con números rojos y la mayoría de los gobiernos hicieron llegar sus críticas a la medida, el retroceso de Trump se debió, en buena parte, al encarecimiento de los bonos del Tesoro, los títulos de deuda del gobierno estadounidense.
En los días posteriores al 2 de abril, los intereses de la deuda de EEUU se encarecieron notablemente en los mercados secundarios debido a una venta masiva de títulos (fire sale, en jerga financiera en inglés) cuyo origen todavía es incierto –algunas informaciones apuntaban a gobiernos asiáticos, como el japonés o el chino, que acumulan grandes cantidades de deuda estadounidense–. La cuestión es que fue esa subida de los intereses que debe pagar el gobierno estadounidense por su deuda lo que acabó de persuadir a Trump de detener los aranceles y establecer negociaciones con los estados afectados por su batería arancelaria.
Los bonos del Tesoro de EEUU son uno de los pilares de la hegemonía económica del país y del papel del dólar como moneda de reserva global, una situación con la que, curiosamente, Trump quiere acabar. El consejo de asesores económicos del presidente estadounidense, encabezado por Stephen Miran, considera que Estados Unidos paga un precio demasiado elevado, en forma de fuertes déficits comerciales y desindustrialización, para mantenerse como el epicentro de la economía global.
"La raíz de los desequilibrios económicos radica en la sobrevaloración persistente del dólar, que evita el equilibramiento del comercio internacional", escribió Miran el pasado noviembre en un artículo publicado por Hudson Bay Capital, su fondo de inversión. Según el asesor de Trump, esta sobrevaloración de la divisa estadounidense se debe a un exceso de demanda por activos denominados con dólares, siendo los más pedidos de todos justamente los bonos del Tesoro de EEUU.
En los planes de Casa Blanca, para devolver la economía estadounidense a un equilibrio que le permita depender menos de las importaciones de productos extranjeros y recuperar el tejido industrial del país, los aranceles son un elemento clave, pero los incrementos propuestos inicialmente por Trump eran de tal magnitud que tenían unas derivadas políticas y financieras que iban más allá del impacto.
Trump esperaba –como ocurrió– que el anuncio de aranceles provocaría la depreciación del dólar y llevaría los números rojos a la bolsa, pero confiaba en que los mercados recibirían bien la medida en cuanto a la deuda, ya que, según sus cálculos, las nuevas tarifas comerciales mejorarán los ingresos del gobierno mejorarán los ingresos del gobierno. Sin embargo, la realidad es que los mercados interpretaron que los aranceles aumentaban el riesgo de recesión en EEUU, lo que implicaría, de hecho, una caída de los ingresos públicos —menos actividad económica y más paro quieren decir menos impuestos recaudados— y un incremento del gasto —más subsidios a trabajadores, familias y empresas—. Por tanto, los aranceles fueron recibidos como un elemento negativo para las cuentas públicas de EEUU: Según Joan Ribas, profesor de economía de la Universidad Pompeu Fabra, un aumento del déficit hace crecer más las dudas sobre "la sostenibilidad de la deuda" a largo plazo, que actualmente se encuentra al 122% del producto interior bruto (PIB, el indicador).
Este empeoramiento de las perspectivas financieras del gobierno estadounidense asustó a Trump, según la prensa norteamericana, porque pone en duda la viabilidad de los programas de reducción de impuestos (sobre todo para grandes empresas y grandes fortunas) con las que se presentó a las elecciones del 2024. Y, además, tienen la lucha contra la la papel central en la campaña que le devolvió a la Casa Blanca.
Dólar barato, inflación alta
La otra consecuencia de un encarecimiento de la deuda es su efecto sobre el tipo de cambio del dólar y sobre el coste de la vida. En su artículo, Miran considera que el dólar está sobrevalorado, lo que dificulta las exportaciones de EE.UU. De hecho, EEUU cerró el 2024 con un déficit comercial (la diferencia entre lo que importa y lo que exporta) con el resto del mundo de 1,3 billones de dólares, una cifra muy considerable y centrada sobre todo en bienes físicos (en servicios tiene superávit): es decir, EEUU no fabrica gran cosa de lo que consume sus ciudadanos.
La incertidumbre geopolítica, las tensiones internas y, finalmente, los aranceles y el impacto sobre la deuda han disminuido el apetito por comprar dólares en los mercados de divisas. "La volatilidad asegura que le irá mal", dice Ribas sobre la política económica de la Casa Blanca. Desde el día de la toma de posesión de Trump, el pasado 20 de enero, la moneda estadounidense se ha depreciado un 9,1% respecto al euro. También ha perdido valor respecto a la mayoría de grandes divisas que actúan –aunque en menor medida que el dólar– como reserva, como el yen japonés, la libra británica o el franco suizo.
Una depreciación de la moneda puede servir a países de tradición exportadora para incrementar las ventas de sus productos en el extranjero, pero justamente EEUU es claramente lo contrario: un importador neto, por lo que si el dólar cae frente a la mayoría de las monedas de sus socios comerciales, el impacto primero y principal será un encarecimiento de las exportaciones extranjeras, lo que encarecerá los bienes que compren en el extranjero. En el caso de la economía estadounidense, estas importaciones son sobre todo bienes de consumo –como ropa, aparatos electrónicos o muebles–, automóviles y maquinaria industrial.
"Este panorama es más bien inflacionario", explica Ribas sobre las políticas de Trump. Si sumamos que los aranceles no acaban de aplicarse del todo y que el encarecimiento de la deuda puso en duda las rebajas fiscales, los tres pilares económicos de su campaña –bajar impuestos, reducir el coste de la vida y reindustrializar el país– están lejos de materializarse. Sin embargo, con la marcha atrás por los aranceles, los intereses de la deuda se normalizaron y se mantienen a niveles similares a los de antes de su regreso a la presidencia.