Macroeconomía

Pekín no lo logra para impulsar la economía china

La reacción tibia de las autoridades a la crisis inmobiliaria contagia los problemas en bolsa

Compradores en una parada de fruta en las calles de Pekín.
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BarcelonaLa bolsa china lleva un mes de turbulencias, que se añaden a más de un año de problemas en toda la economía. El estallido de una burbuja inmobiliaria que se había ido gordo durante casi dos décadas ha dejado tocada a la segunda economía del mundo, donde el sector de la construcción tiene un peso muy importante porque canaliza buena parte de los ahorros de la población.

Este viernes el gobierno chino ha publicado los datos de crecimiento económico de la economía. Así, el producto interior bruto (PIB, el indicador que mide la actividad económica en un territorio) chino se expandió en el tercer trimestre un 4,6% respecto al mismo trimestre de 2023. En una economía rica esta cifra sería un éxito casi inabarcable, pero en el caso chino queda corta: es la tasa de crecimiento más baja del último año y medio, inferior tanto al 4,7% registrado en el segundo trimestre como al 5% que se marca como objetivo el gobierno del país.

En esta ocasión, las dos grandes bolsas chinas (Shanghai y Shenzhen) han reaccionado con subidas superiores al 3%, pero la subida sólo permite recuperar una parte del territorio perdido en las últimas semanas. Entre el 9 de septiembre y el 9 de octubre, la Bolsa de Shanghai había crecido más de un 27%, fruto del anuncio de las autoridades de Pekín de que pondrían en marcha estímulos para ayudar al sector inmobiliario, la industria financiera y familias.

Pero cuando llegó la hora de concretarlos, resultaron propuestas huelgas y que sólo sumaban 58.000 millones de euros en total, una cifra importante en una economía como la española, pero absolutamente insuficiente para un país con un PIB de casi 18 billones de euros en el 2023. "Esto es nada", resume Xavier Brun, codirector académico del máster en finanzas y banca de la UPF-BSM y responsable de valores en la gestora de fondos Trea AM, que recuerda que el dato no representa ni siquiera un 1% del PIB chino.

Ante el supuesto poco vigor de los planes de recuperación del gobierno, el mismo día 9 las bolsas del gigante asiático sufrieron la peor caída en 27 años. En las semanas posteriores las caídas se han estabilizado, pero los temores en los mercados sobre el futuro del país persisten.

El inmobiliario, la raíz del problema

"China sabe que tiene un problema y lo ha puesto sobre la mesa", explica Brun. Este problema es el sector inmobiliario, que después de años de grandes crecimientos siguiendo la tendencia del conjunto de la economía, ha acabado estallando. El caso paradigmático de esta quiebra generalizada del ladrillo chino fue la inmobiliaria Evergrande, que en el momento de colapsar en el 2021 acumulaba una deuda de 260.000 millones de euros.

Desde la quiebra de Evergrande en plena pandemia hasta ahora, los problemas del inmobiliario en China se han hecho todavía más patentes. El complejo sistema financiero de China –buena parte del crédito lo gestionan empresas financieras que, técnicamente, actúan como bancos sin serlo legalmente– ha complicado aún más la situación en un momento en que muchas familias se endeudaban para comprar una vivienda a precios hinchados; aunque el principal problema es la "exposición de los bancos" a las empresas del sector, que como Evergrande deben millones a la banca en un momento de ingresos a la baja, explica Brun.

Además, la crisis inmobiliaria tiene efectos directos sobre la economía real, principalmente porque la construcción llegó a representar más de una cuarta parte de la actividad económica del país en el pico de la burbuja previo a la pandemia, según datos de Rhodium Group, una consultora económica especializada en China. "Más del 50% de los ahorros de los chinos están en el inmobiliario", explica Brun. Por tanto, la incertidumbre sobre el valor de las viviendas tiene repercusiones sobre la actividad, porque "el consumo disminuye".

Construcción de oficinas en Pekín.

El consumo raquítico, por tanto, ha impactado negativamente sobre el crecimiento económico. A esto hay que añadir que la inversión también ha caído. En primer lugar, porque buena parte iba a la construcción. Y, en segundo lugar, porque la debilidad de la economía provoca que las empresas empeoren los resultados y tengan menos margen para invertir o que lo piensen dos veces antes de iniciar según qué proyectos.

La idea de Pekín era que las administraciones tomaran medidas e inyectaran dinero a la economía para "ayudar a acabar" con la burbuja a través de un "plan de incentivos para hacer frente a las deudas" que las compañías inmobiliarias tienen con la banca, explica Brun. Al final, el gobierno "no ha concretado nada", lo que explica también las dudas de los inversores.

Además, la creciente guerra comercial con Estados Unidos y la Unión Europea tampoco representa una buena noticia para el crecimiento, ya que las exportaciones eran otro de los grandes pilares de la economía china, como tampoco lo son las tensiones geopolíticas provocadas por la agresiva política de Pekín hacia Taiwán, que ha despertado el miedo a una posible invasión de la isla en un futuro próximo.

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