Marc Ribas, de 'Juego de cartas': "Entré en plena crisis del ladrillo y me arruiné"
El popular cocinero Marc Ribas explica su trayectoria profesional y cómo se relaciona con el dinero

El cocinero Marc Ribas (Girona, 1976), empezó a vender las primeras creaciones de pequeño en el sector pictórico antes que en el culinario: "Los veranos en Tossa de Mar cogíamos piedras de la playa, las pintábamos con pececitos y nos poníamos en una tenderete a venderlas". Más adelante, estudió Bellas Artes y lo compaginó con trabajos temporales hasta que entró en la cocina, de donde ya no ha salido: "La hostelería engancha. Tiene algo que es la inmediatez, que todo sea por ahora y efímero que el dibujo no tenía."
El actual presentador del Cocinas de TV3 entró en el programa en un momento vital que "no sabía hacia dónde tirar": "Tenía la opción de ir a cocinar a Hong Kong y la posibilidad de hacer un casting que no sabía para qué era." Y, inesperadamente ha descubierto el sector audiovisual. Ribas también presenta Juego de cartas, que, asegura, a pesar de ser muy estimulante, es también cansado: "Son 18 semanas en las que no tengo ni un día de fiesta. Las jornadas de rodaje son de 12 horas, te llevas muchas emociones hacia casa, sea una alegría o una pena". El presentador graba de lunes a jueves y de viernes a domingo se dedica a su restaurante, La Taverna del Ciri, donde apuesta por la cocina tradicional catalana con productos del territorio.
En el ámbito económico, Ribas señala que la cocina es un sector muy mal remunerado: "Somos uno de los países europeos donde es más barato comer en restaurantes. Y quien paga el precio de esto son las masas salariales que cobran los trabajadores 'hostelería'. Por otro lado, es un sector donde la economía sumergida está a la orden del día: "Durante mi carrera en muy pocos sitios he cobrado lo que tocaba por nómina. Es decir, te hacen un tipo de seguro y el resto te lo pagan por fuera. Esto no te da derecho a una cotización ni a unas vacaciones. Sin embargo, el cocinero apunta que es "gratificante" poderlo hacer bien, ahora que tiene su propio negocio.
De hecho, el chef defiende que por "justicia laboral" los precios de los menús deben ser más elevados: "Es un trabajo que debe pagarse mejor y eso pasa por no poder cenar fuera cada semana o cada 15 días". hecho, el emprendedor remarca que si los establecimientos no se profesionalizan no tienen viabilidad: "Hay gente que dice tener la pasión de cocinar, pero no hacen unas cuentas de explotación, no trabajan los presupuestos anuales. Todo esto hace que no se trate como una empresa al igual que otra" y, en última instancia, que tengan menos futuro.
De hecho, Ribas lo aprendió cuando abrió su primer restaurante en el 2008: "Entré en plena crisis del ladrillo y me arruiné del todo. Quedé con unas deudas que me hacían pagar un dinero que no tenía. Me quedé. totalmente aplastado contando monedas", explica el empresario. En el 2011 cerró el restaurante: "Vinieron 5 años de un crecimiento absoluto. muchísimo para poder revertir todo aquello y poder hacer frente al pago de una letra de 1.200 euros mensuales, pagarme un alquiler, la seguridad de un coche...", rememora. "Económicamente, fue el peor momento, pero humanamente fue uno de los mejores que he vivido porque tuve que currar mucho para poder darle la vuelta a aquella situación. Aprendí muchísimo. te levantas y sales adelante, ese camino es muy bueno", sentencia el cocinero.
Todas estas experiencias le han enseñado a gestionar mejor la empresa: "Ahora emprendo de una forma más conservadora porque he visto las orejas en el lobo". Aún así, no se considera a una persona ahorradora porque prefiere emprender en nuevos proyectos. De hecho, actualmente el empresario está inmerso en hacer viable económicamente un campus de verano con actividades para formar a niños en la cocina.
En cuanto a la vivienda, se compró un piso antes de la crisis inmobiliaria, pero fue a trabajar a Brasil y antes de marcharse se lo vendió: "He seguido de alquiler y la idea es continuar así. Es probable que si debo adquirir una propiedad sea la segunda residencia o la casa ya para retirarme. No la de vivir, porque no tengo claro si siempre viviré aquí”, remarca Ribas.
En unos años, el cocinero se imagina viviendo en un sitio cerca del mar: "Donde tenga una gran cocina y pueda continuar estudiando, aprendiendo, cocinando y haciendo cosas". Pero siempre con los fogones abiertos: asegura que no quiere jubilarse y necesita la cocina.