Laboral

La brecha comienza a ser favorable a las mujeres (más jóvenes)

Un estudio analiza cómo el "declive económico" de los hombres de menos de treinta años les acerca al antifeminismo

Facultad UPC
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BarcelonaEl auge del antifeminismo entre los jóvenes no es sólo una reacción cultural al avance de los derechos de las mujeres. También es el resultado de una "creciente precariedad económica", que ha afectado particularmente a los hombres de clase trabajadora sin estudios universitarios. Ésta es la respuesta del analista del European Policy Centre Javier Carbonell a una pregunta que los politólogos no han dejado de hacerse sobre la penetración de estos discursos de ultraderecha entre las nuevas generaciones. "En las últimas décadas los hombres jóvenes han vivido un declive real en términos de ingresos, riqueza, niveles de empleo, poder adquisitivo, educación universitaria y salud mental", explica el informe De proveedor a precario: cómo el declive económico de los hombres jóvenes alimenta el rechazo antifeminista, elaborado por este laboratorio de ideas con sede en Bruselas.

Según datos de la oficina estadística comunitaria Eurostat, en 2023 en algunos países de la Unión Europea las mujeres más jóvenes ya cobraban más que los hombres. Por ejemplo, en Bélgica las chicas menores de 25 años ganan un 8,3% más que los chicos de su edad; y las de entre 25 y 34 años, un 5% más. En el segmento más joven este efecto también se repite en Francia (7,2%), Grecia (4,4%), Malta (2%) y Finlandia (0,5%). Solo en Malta, la brecha es también favorable para las mujeres de 25 a 34 años, con un 4,3%. En España, la diferencia que beneficia a los hombres es prácticamente nula entre los más jóvenes, sólo un 0,4%, pero aumenta progresivamente con la edad y llega hasta el 33,3% a partir de los 65 años.

"Una vez pasada la juventud, las mujeres lo siguen teniendo mucho peor que los hombres a medida que se hacen mayores, por el gran impacto que supone la maternidad", matiza Carbonell, que también es subdirector del think tank Future Policy Lab. De hecho, si nos fijamos en el conjunto de la UE, en promedio las mujeres siguen ganando un 12,7% menos por hora que los hombres y el estudio recuerda que todavía están infrarrepresentadas en los gobiernos y parlamentos de los estados miembros. Además, remarca que la carga de las tareas domésticas recae de forma "desproporcionada" en las mujeres y que el 91% de las madres destinan al menos una hora al día a los cuidados en comparación con el 30% de los padres.

Carbonell recuerda que pese a que las últimas crisis —tanto de ingresos como en el acceso a la vivienda— han perjudicado a ambos géneros, hay algunos factores que han afectado más directamente a los hombres jóvenes de clase trabajadora. Mientras que la tasa de empleo entre las mujeres menores de 24 años ha aumentado en las últimas décadas, ha caído para los chicos jóvenes. En varios países occidentales, apunta su estudio, este indicador está igualado o favorable a las mujeres. Por el contrario, el porcentaje de hombres jóvenes que no trabajan ni estudian se ha incrementado en todo el continente europeo. En Reino Unido, Francia, España y Canadá, los chicos jóvenes que están fuera del mercado de trabajo han superado a las chicas por primera vez en la historia. Este "declive económico" de los hombres jóvenes, defiende el investigador, no le ha causado la mejora de la situación de las mujeres, sino "cambios económicos estructurales" como el aumento de la desigualdad y la automatización, que han afectado proporcionalmente más a los hombres que desempeñan trabajos manuales.

El impacto de la educación

Asimismo, Carbonell también incide en la importancia de la educación, un campo en el que las mujeres han hecho más progresos. En la UE el 48,8% de las mujeres de entre 25 y 34 años completaron un grado universitario, mientras que entre los hombres es el 37,6%. En países como Noruega ellas ya representan al 60% de los estudiantes en la educación superior. En Reino Unido las mujeres han pasado de suponer el 31% de los graduados universitarios en 1970, al 58% en 2022. "Como la educación universitaria está vinculada a mayores ingresos, capital cultural y movilidad social, es probable que esta brecha tenga un impacto en un mercado de trabajo cada vez más competitivo", remarca el estudio del European.

De todos modos, Carbonell admite que los hombres siguen dominando las profesiones llamadas STEM —engloban los campos vinculados a la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas—, con salarios más elevados; mientras que las mujeres están sobrerrepresentadas en los trabajos HEAL -que incluye la salud, la educación, las artes y la comunicación-, con sueldos más bajos, pero con una demanda al alza de cara al futuro. En España el 70% de los estudiantes de medicina son ya mujeres.

¿Pero qué relación tiene este contexto con el auge de discursos antifeministas entre los jóvenes? El analista apunta que este "declive económico" ha trastornado la idea de la masculinidad tradicional ligada a ser el "proveedor" del hogar: "Antes un hombre con sueldo podía mantener a una familia entera y ahora no puede ni alquilar una habitación compartida". Esto explica por qué más hombres jóvenes afectados por la precariedad pueden sentirse atraídos por el discurso nostálgico de la extrema derecha. Las mujeres, en cambio, cuando se comparan con sus madres o abuelas, pueden observar con mayor claridad las mejoras en ámbitos como la educación y el trabajo, dice Carbonell. "Culpar el feminismo ofrece un objetivo claro y concreto, mientras que las causas reales -los cambios económicos estructurales- son más complejas y difíciles de afrontar", añade el estudio.

Entre las soluciones para revertir esta deriva, Carbonell plantea respuestas económicas como la inversión masiva en vivienda asequible, la promoción de la formación profesional o la creación de una "herencia universal" para los jóvenes a través de los impuestos progresivos a las grandes fortunas. Por otro lado, remarca la importancia de trabajar en "masculinidades positivas" -por ejemplo, con grupos en los que puedan abrirse y hablar de sus frustraciones- e incentivar a los hombres a trabajar en sectores feminizados como la salud o la educación.

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