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¿Por qué los 'streamers' chinos acampan en los barrios ricos?

Los creadores de contenidos se trasladan a zonas acomodadas para conseguir más visitas y donaciones

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Captura de pantalla del video viral

PekínLas últimas semanas se han hecho virales en las redes sociales chinas imágenes chocantes de auténticos campamentos de streamers emitiendo desde la calle y por la noche. Aunque parezca mentira, no han sido sacadas de películas futuristas ni de videoclips de algún cantante asiático, son imágenes reales. Estamos en la pragmática China, donde simplemente se intenta optimizar el trabajo para ganar más dinero.

Son grupos mayoritariamente de chicas armadas con un móvil, un micrófono y una luz circular para iluminarse la cara, que acampan por las noches en las calles de los barrios ricos para retransmitir en directo sus actuaciones, principalmente como cantantes. Trabajan en solitario, pero se juntan en los mismos lugares porque lo que las une precisamente es la ubicación, que no ha sido escogida al azar.

Los algoritmos tienden a mostrar a los usuarios de los canales de transmisión en vivo chinos a los streamers que tienen más cerca geográficamente. Y en los barrios de clase alta las donaciones de la audiencia son más elevadas. Además, la gente es más proclive a premiar a quien tiene cerca, es decir, que el público antes dará dinero a un cantante de su barrio que a uno de cualquier otra ciudad o país. Así que la decisión es sencilla: el streamer, en vez de emitir tranquilamente desde casa, se instala en las calles de un barrio acomodado donde los ingresos que obtendrá por la actuación serán más altos.

En el gigante asiático la geolocalización es legal. Las plataformas chinas de transmisión en directo más populares son Youku.com (propiedad de Alibaba), QQ.com (propiedad de Tencent) e iQIYI.com (propiedad de Baidu). Todas permiten a los seguidores buscar la ubicación de los streamers, algo que por ejemplo no es posible con Twitch en España, puesto que se consideraría una violación de la privacidad y la seguridad.

Naomi Wu, una conocida streamer y youtuber china, popular por sus creaciones artísticas impresas en 3D, ha destacado este fenómeno en Twitter. Lo describe como una manera de ganar dinero cantando en la calle. Incluso lo ve como un ejemplo de sororidad entre chicas que se juntan y se ayudan en sus transmisiones. Además, como son muchas, se sienten más seguras y no tienen miedo de que las molesten o les roben el material mientras trabajan.

No obstante, en las redes también se plantea otro debate: si en realidad se trata de “cibermendigo”, puesto que en lugar de pedir dinero de la manera tradicional mientras cantan en la calle, estas artistas retransmiten en vivo por internet y aceptan donaciones virtuales. Además, detrás de estas imágenes de hermandad también hay un auténtico negocio.

La industria de retransmitirlo todo

La revista china The Paper descubre cómo la ciudad de Guilin, al sur del país, muchas de estas jóvenes son captadas por agencias que les proporcionan información, asesoramiento y asistencia técnica. Estas empresas ofrecen ayuda gratuita a los streamers para sus primeras emisiones y se llevan un 5% de los ingresos si triunfan. De todos modos, para la mayoría de chicas esta es una actividad que dura tres o cuatro meses y que después abandonan. Las que tienen más éxito pasan a alimentar la gran industria de la retransmisión en directo. Las principales plataformas incluso han creado cursos de streamer para potenciar los contenidos.

En China es un sector que mueve miles de millones y que el gobierno ha intentado regular y controlar. Algunas de estas plataformas nacieron antes, pero la pandemia de covid -19 fue un catalizador para hacer crecer a la industria. En China triunfan sobre todo los canales de ventas apoyados en la retransmisión en directo. En 2020 el mercado chino representaba una cuarta parte del mercado mundial y la revista Forbes estimó que su valor llegaba hasta los 60.000 millones de dólares. Según un informe del regulador chino, aquel año había más de 130 millones de cuentas de streamers.

En 2021 Pekín lanzó una campaña para perseguir el fraude fiscal en el sector. La principal víctima fue Viya, una megaestrella de las ventas con 80 millones de seguidores, a la cual impusieron una multa de 210 millones de dólares. La influencer canceló todas sus cuentas y desapareció de la escena pública.

El verano pasado el gobierno aprobó una nueva regulación que incluía nuevas medidas de control y prohibía el contenido que “debilite, distorsione o niegue el liderazgo del Partido Comunista Chino”. También se exigía que los influencers acreditaran sus conocimientos, especialmente si dan consejos sobre medicina, economía o derecho. Para proteger a los menores de 16 años, se les prohíbe conectarse a las plataformas a partir de las 10 de la noche. En junio del 2022 el número de usuarios de aplicaciones de streaming superaba los 727 millones.

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