Puñetazo sobre la mesa de la UE en política comercial

Bruselas se quiere dotar de nuevos instrumentos para emprender represalias ante la hostilidad de la China y aprovechando la llegada de Biden

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La presidenta de la Comisión  Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente del Consejo  Europeo, Charles Michel.

Bruselas"Europa repiensa su política comercial en un mundo con más conflicto geopolítico y convulsión económica". Estas épicas declaraciones del vicepresidente de la Comisión Europea, Vladis Dombrovskis, no son solo marketing político. Si en algún ámbito tiene competencias la Unión Europea es en política comercial. Y Bruselas ha decidido dar un puñetazo sobre la mesa y actualizarla con más "asertividad" y nuevas herramientas que le permitan emprender represalias en un entorno que los últimos años se le ha hecho particularmente "hostil".

No es solo que Europa haya quedado escarmentada de los despropósitos proteccionistas de Donald Trump. La pandemia del coronavirus ha hecho aflorar un problema de fondo: la dependencia de China y la desigualdad competitiva ante el gigante asiático. Las declaraciones del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, lamentando que "Europa no produce un gramo de paracetamol" son de finales de abril. Y es igual de reciente la crisis provocada por la escasez de equipamiento médico básico como mascarillas y respiradores porque también se importan mayoritariamente de China. La UE no tiene un ministro de Exteriores, solo un embajador, pero su arma geopolítica más potente es la política comercial, y con la llegada de Joe Biden y el renovado liderazgo de la Organización Mundial del Comercio, con Ngozi Okonjo-Iweala, Bruselas ve el momento de dar un paso adelante.

La Unión continúa defendiendo el multilateralismo y ve en Biden un aliado para volverlo a impulsar a nivel global, pero es consciente de que su enfoque difiere de las estrategias del resto de jugadores del tablero y está dispuesta a protegerse e, incluso, contraatacar. "Apoyar el multilateralismo y estar abierto a la cooperación no entra en contradicción con una UE a punto para actuar de manera asertiva en defensa de sus derechos e intereses. La UE tiene que fortalecer sus herramientas como haga falta para defenderse ante prácticas comerciales injustas y otros actos hostiles", remacha la hoja de ruta presentada este jueves por Dombrovskis.

Esta estrategia tiene acento francés, una corriente que ha ganado fuerza desde el Brexit (el Reino Unido era el gran polo defensor del libre comercio) y que incluso aboga por la relocalización de industrias estratégicas. Pero los nórdicos han tomado el relevo de los británicos y actúan de contrapeso ante el pulso proteccionista de París que reclama reforzar "la autonomía estratégica" de la Unión. Aun así, hay consenso en que hay que reforzar la posición de la UE en el tablero global y se busca un difícil equilibrio: "La Unión tendrá que actuar en un nuevo orden multipolar global marcado por las tensiones crecientes entre los principales actores, tendrá que promover enfoques para reducir tensiones y buscar soluciones en base a un nuevo marco regulador. Al mismo tiempo, necesita equiparse con herramientas para operar en un ambiente internacional más hostil si es necesario", afirma el informe europeo.

La UE es consciente que China es un rival cada vez más potente y recuerda que en 2024 el 85% del crecimiento del PIB mundial será chino. Por eso presiona a Biden para promover una reforma de las reglas del juego obsoletas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que sirvan efectivamente para resolver las disputas existentes y pongan el acento en el comercio digital, la tecnología y el cambio climático. También hace referencia al respeto de los derechos humanos y, sobre todo, los derechos laborales, en un claro mensaje a China pero también a otras potencias asiáticas que igualmente proyectan un crecimiento económico superior al europeo. La UE reclama revisar profundamente los procesos de producción para evitar el "trabajo forzoso". Algunos de estos puntos son los principales reproches de organizaciones no gubernamentales y Eurocámara cuando es la UE quien negocia grandes acuerdos comerciales como el de Mercosur.

Pero Europa no lo fía todo a Biden ni a la OMC. Bruselas ya ha dado los primeros pasos para tomar medidas "autónomas" de control, como por ejemplo el mecanismo que controla las inversiones extranjeras en sectores económicos estratégicos que puso en marcha durante la pandemia, creado especialmente pensando en Pekín. La Unión reprocha que las empresas chinas están dopadas de ayudas públicas y juegan con ventaja en el libre mercado europeo, mientras que las compañías del Viejo Continente no tienen las mismas facilidades en el territorio del gigante asiático, y por eso incluso propone poder vetar su participación en concursos públicos.

Acuerdos y desacuerdos comerciales de la UE
  • Mercosur Después de dos décadas de negociaciones, en verano de 2019 se cerró el acuerdo comercial entre la UE, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Permite que las empresas europeas de sectors como el automóvil, la maquinaria, la química y la farmacéutica exporten con mayor facilidad a estos países, mientras que facilita la entrada de productos principalmente agrícolas en el mercado comunitario. Greenpeace lo considera un "desastre" para el medio ambiente.
  • El post-Brexit Después de que se hiciese efectiva la salida del Reino Unido de la Unión Europea, las dos partes tenían que pactar una nueva relación comercial fuera del mercado único. El acuerdo del post-Brexit cerrado en tiempo de descuento el día de Navidad de 2020 fija sus bases, pero se considera un acuerdo de mínimos que habrá que ir renegociando.
  • El fallido TTIP El Tratado Transatlántico de Libre Comercio e Inversión, el famoso TTIP, iba a ser uno de los tratados comerciales más importantes del mundo, fijando las bases de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea. Las negociaciones arrancaron en 2013 y se fueron envenenando. Con Trump se dieron por acabadas. Juncker intentó recomenzar desde cero en 2019 sin éxito.
  • El CETA El acuerdo comercial entre la UE y Canadá comenzó a negociarse en 2009, y tampoco fue sencillo. De hecho, todavía no ha acabado el proceso para que se pong completamente en marcha, ya que no todos los gobiernos europeos lo han ratificado. Entró en vigor provisionalmente en 2017 pero las partes más polémicas todavía no se han ratificado.
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