La inversión productiva de las empresas catalanas fue uno de los pilares del crecimiento del PIB en el segundo trimestre.
30/09/2025
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El INE ha hecho públicos los datos del PIB por comunidades autónomas que demuestran que Cataluña creció durante 2024 un 3,6%, un ritmo ligeramente superior a la media española y mucho más acentuado que el de la zona euro. El volumen de la economía catalana superó los 300.000 millones de euros, el segundo mayor del estado, sólo por detrás de la Comunidad de Madrid. Pero si se miran los datos del PIB per cápita, que es de 37.426 euros, entonces Catalunya cae en la cuarta posición, por detrás de Madrid, Euskadi y Navarra.

Si exceptuamos el caso de Madrid, que cuenta con ventajas derivadas del efecto capital y aplica una política de dumping fiscal que provoca una elevada concentración de recursos, vemos que los casos vasco y navarro, con unas economías más industriales y una hacienda y una política fiscal propias, son capaces de repartir mejor la prosperidad entre los suyos. Por eso, estas cifras de crecimiento tan elevadas no deben hacernos perder la perspectiva, porque al fin y al cabo vascos y navarros están creciendo por debajo, pero nos ganan en el indicador más importante, que es el PIB per cápita.

Y quizás esto es lo que explica que, creciendo como en ninguna parte en Europa, en Cataluña es muy visible ese malestar transversal que recorre toda la sociedad. ¿Por qué de qué sirven estas cifras a alguien que no puede pagar una vivienda digna con unos sueldos estancados, en cuanto al poder adquisitivo, mientras los precios inmobiliarios siguen trepando sin límite? Es necesario, pues, pasar de la macroeconomía a la microeconomía. Es necesario repartir mejor toda esa riqueza que se está creando, que no acaba de repercutir como toca en los bolsillos de los ciudadanos.

Esto debe ser compatible con la crítica justificada a la competencia desleal que practica Madrid respecto al resto de territorios del Estado. Si se mira la serie histórica, se ve que la economía madrileña representaba el 17,5% del total estatal en 2000 y que ahora ha escalado hasta el 19,8%. En el mismo período, el peso de Catalunya se ha mantenido estable: era el 18,9% en el 2000 y es el 18,9% en el 2024. En cambio, hay economías que sí han perdido peso: Castilla y León, que tiene varias provincias que hacen frontera con Madrid, ha retrocedido 0,8 puntos; Euskadi, medio punto, y la Comunidad Valenciana, 4 décimas.

Cataluña, pues, resiste el efecto Madrid en cuanto al peso en el conjunto del Estado, pero va perdiendo posiciones en PIB per cápita. Los 37.426 euros por habitante en Catalunya están muy lejos de los 44.755 de los madrileños, cifra que casi dobla a las de Andalucía o Extremadura, lo que demuestra que la desigualdad dentro del Estado se agrava cada año.

En todo caso, Cataluña debe mirar sus propios problemas y hacerle frente. El empuje de sectores como el turístico no puede esconder la alarmante pérdida de competitividad respecto a Europa –que a su vez pierde respecto al resto del mundo– ni la necesidad de fortalecer el sector industrial. Seguro que ni el dumping fiscal madrileño ni los aranceles de Trump ayudan en este objetivo, pero el mundo es cómo es y no cómo nos gustaría que fuera.

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