Inmigración

Gana Meloni: la UE le compra su discurso en inmigración

Meloni, la interlocutora de Trump
08/12/2025
2 min

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, se ha convertido por lo que se ve en el gran referente ideológico de la Unión Europea. Después de que incluso la justicia italiana le tumbara su proyecto de trasladar a los migrantes o solicitantes de asilo a campos de deportación de Albania, ahora es toda la UE la que ha votado, en un acuerdo expreso, este sistema que permitirá a cada país exportar sus migrantes no deseados en campos de deportación situados en países extracomunitarios. De hecho, el acuerdo de ayer es un gran triunfo tanto de Meloni como de las tesis de la extrema derecha, y supone un descalabro en las políticas de respeto a los derechos humanos y de defensa de los valores humanos que aún podían quedar en pie en Europa.

Uno de los pocos países que se han opuesto es España, pero no sólo se ha quedado casi sola sino que también ha visto cómo se reducían las compensaciones de los demás países, especialmente los del este y el norte de Europa, hacia los que reciben la principal presión migratoria, que son no sólo España sino también Italia, Grecia y Malta. Del presupuesto inicial de 600 millones de euros se ha pasado a 420, y de los 30.000 migrantes a repartir se ha pasado a 21.000. La reforma por la vía rápida de las medidas antiinmigración incorpora también el cambio en la lista de "países seguros", lo que restringe las posibilidades de los migrantes que proceden de pedir asilo a la UE. Además de los aspirantes a entrar en la comunidad, esto incluye a países como Kosovo, Colombia, Bangladesh, Egipto, India, Marruecos y Túnez.

El punto más conflictivo, sin embargo, es esta aceptación del sistema de campos de deportación en terceros países, es decir, que ni forman parte de la Unión Europea ni tienen ningún tipo de relación con el inmigrante afectado. En principio se prevé que en estos países, con los que cada estado firmaría acuerdos bilaterales, deben respetarse los derechos humanos de los migrantes, pero esto es una premisa sobre papel que en casos anteriores, como los acuerdos con Túnez, se ha demostrado que no se cumplía según denuncian activistas y reportajes periodísticos, y que se agrava con el hecho de que ésta es estas grandes cárceles en otros países en un infierno muy lucrativo para el país que las acoge. Ya lo intentó el anterior primer ministro británico, Rishi Sunak, con Ruanda, y lo ha logrado, de forma mucho más brutal, Donald Trump, con el traslado de migrantes hacia las prisiones del Salvador de Bukele.

La UE se parece cada vez más a lo que quisiera Trump, un feudo de la ultraderecha en el que ya queda poco del espíritu solidario de sus inicios. Por mucho que algunos, como ayer António Costa, presidente del Consejo Europeo, hagan llamadas a defender su independencia, lo cierto es que hasta ahora la UE ha comprado a Trump todo lo que ha pedido —desde armas a políticas—, por lo que no es de extrañar que ahora la política migratoria pase a ser la de su principal aliada de Europa cada vez más defendida por Giorgia Meloni.

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