Cataluña sigue pinchando en producción de energía renovable: está en las posiciones de cola de España y de Europa. Está costando mucho, demasiado, ponernos al día. Las exigencias de Bruselas y los compromisos propios, aprobados por ley del Parlamento en 2017, son ambiciosos: en 2030 debería cubrirse el 50% de la demanda eléctrica a partir de energías renovables y en 2050 el objetivo es que las energías limpias satisfagan la totalidad de la demanda. Ahora mismo estos objetivos parecen inalcanzables. Tenemos un grave problema.
El año pasado, más del 50% de la producción eléctrica en Catalunya provino de las centrales nucleares –por otra parte, con fecha de caducidad, porque entre el 2030 y el 2035 deberían cerrar Ascó I, Ascó II y Vandellós II–, mientras que el conjunto de las renovables no alcanzó. Así quedan cinco años para llegar al 50% deseado y necesario. ¿Es posible?
La situación es preocupante. Y los últimos datos no son nada esperanzadores. La producción de energía renovable en Cataluña se situó en el tercer trimestre de este año en 1.497 GWh, lo que supone un 4,5% menos que en el mismo periodo del año anterior y que, además, contrasta con la subida del 2% en el conjunto del Estado, según datos del informe trimestral del Observatorio de Energías Renovables. Son malas noticias.
La razón principal de este retroceso es el bajón de la producción eólica, que se ha desplomado un 26,3%. Una caída que se ha mitigado por el crecimiento de la hidráulica(16,7%) y de la fotovoltaica (11,3%). Los parques eólicos, aunque no sean populares por su impacto paisajístico, son absolutamente necesarios si se quiere avanzar consistentemente hacia un futuro energético neto. Cataluña tiene sol y viento. Debemos aprovecharlo. Podemos aspirar a ser territorio energéticamente no contaminante y sostenible. Pero es necesaria la implicación de todos: sector público y privado, y un imprescindible consenso ciudadano que ahora mismo no existe. Hasta que la opinión pública no dé un giro en este terreno, va a costar ir adelante. Hasta ahora, las resistencias han frenado mucho la implantación de parques solares y eólicos.
Parece que el Gobierno es consciente de que hay que empujar decididamente a las renovables, y que hay que hacerlo en diálogo con los agentes territoriales y económicos, pero sin más dilaciones. En realidad, estamos en una situación crítica. O se pulsa el acelerador o habrá que alargar la vida de las envejecidas centrales nucleares, que aunque no emiten carbono y, por tanto, no empeoran la crisis climática, sí producen residuos radiactivos.
En las últimas semanas se ha aprobado el nuevo decreto de renovablespara impulsar las instalaciones de generación verde y, por otra parte, la conselleria de Territorio, Silvia Paneque, ya tiene los trabajos preliminares del PLATER (Plan Territorial de Energías Renovables), que ahora se están presentando en las diferentes comarcas, y que debe facilitar las nuevas instalaciones. La acogida territorial y el despliegue de este plan serán claves para enfocar y remontar en los próximos años la producción de energías renovables. Cataluña está en un cruce energético: es perentorio poner manos a la obra con las solares y las eólicas para garantizarnos un futuro verde.