El reto del plan de Trump para Gaza

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se marchan al término de una rueda de prensa conjunta en la Casa Blanca.
04/10/2025
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El segundo aniversario de la guerra de Gaza llega esta semana con una oportunidad para el alto el fuego sobre la mesa. Es el plan de paz pactado entre Donald Trump y Benjamin Netanyahu, dos dirigentes que no son conocidos precisamente por ser pacifistas ni amigos del diálogo, pero que se encuentran en una clara situación de fuerza. Al otro lado de la mesa se encuentra Hamás, una organización terrorista y ultraconservadora, por muy desesperada que pueda estar. El futuro del pueblo de Gaza depende de líderes que no han hecho del diálogo su mejor virtud. Pero al mismo tiempo un acuerdo es más necesario que nunca: los gazatinos pasan hambre y, según las autoridades de la Franja, al menos 67.000 ya han muerto a causa de este conflicto.

Ante un malestar internacional cada vez más evidente –la manifestación contra el genocidio de este sábado en Barcelona, ​​por citar el ejemplo más cercano, ha sido multitudinaria–, los líderes estadounidense e israelí se han visto obligados a dar un paso adelante. Ante la situación insostenible para su propia gente, Hamás se vio forzado a abrir la puerta a un acuerdo que mira con recelo.

El ejército israelí ha comunicado que pone en pausa las operaciones de conquista de Ciudad de Gaza, como había reclamado Trump, pero este paro no se nota tanto sobre el terreno. Este sábado, hasta las diez de la noche, los hospitales de la Franja habían contado al menos 70 muertos por fuego israelí, de los que 47 habrían muerto en Ciudad de Gaza.

No parece que todo sean los mejores cimientos para construir una paz que pueda durar, pero son los únicos que existen. No queda más remedio que intentarlo con todo el empuje posible.

Ahora habrá que comprobar si, con esta propuesta, Trump va más allá de una operación de marketing personal a nivel internacional; es decir, si se la toma en serio. Si es así, probablemente todavía tendrá que trabajar, porque Hamás reclamará algún tipo de garantía para soltar la única carta negociadora que le queda: los rehenes que todavía tiene secuestrados desde hace dos años. Y el gobierno de Netanyahu afrontará problemas internos si acepta la existencia de un estado palestino.

También falta ver qué pretende hacer con Gaza el presidente de EEUU. Si más allá de las bromas macabras sobre convertir la Franja en un complejo turístico tiene algún proyecto real, ahora que pretende asumir su control a través de lo que él llama junta de paz, un organismo que quiere presidir.

Gaza lleva dos años sufriendo un asedio sanguinario contra sus ciudadanos que puede calificarse de genocidio, tal y como ha concluido la Comisión Internacional Independiente de Investigación de la ONU sobre los Territorios Ocupados. Un genocidio que, a su vez, es la respuesta a la carnicería perpetrada por Hamás el pasado 7 de octubre de hace dos años. Pero la situación de Gaza, Palestina e Israel no puede analizarse con sólo mirar en los últimos dos años. Hace demasiado tiempo que es insostenible, y que se ahoga a los palestinos en un callejón sin salida de desesperación. Para abordar el problema de forma sólida habrá que hacer un replanteamiento global que no olvide las causas ni cómo se ha llegado hasta aquí.

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