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Así trabajan las mujeres arroceras del Ebro: "Cuidamos el paisaje como si fuera un hijo"

Con el proyecto Esencia del Delta, la cooperativa Mujeres Arroceras del Delta da voz al campesinado femenino y defiende una manera de vivir arraigada, sostenible y llena de memoria. "Cultivar arroz en el Delta es nuestra manera de mantenerlo vivo", explican

Las Mujeres Arroceras del Delta del Ebro, durante la cosecha, en el corazón del Parque Natural del Delta del Ebro.
05/12/2025
5 min

En los alrededores de Deltebre, los campos de arroz dibujan un mosaico de agua y barro. El río serpentea entre canales y márgenes, y la luz del Delta lo inunda todo con un reflejo metálico. Es en uno de estos terrenos húmedos donde nace un arroz singular: el único de grano largo y aromático cultivado en el Delta del Ebro, conocido como Essència del Delta. Lo cultivan, gestionan y comercializan las Mujeres Arroceras del Delta del Ebro, una cooperativa formada por cinco mujeres que han hecho de la tierra su manera de vivir. El resultado es un arroz fino, suelto y versátil –apta para ensaladas, platos salteados y arroces de fiesta–, pero también un producto cargado de valores: respeto por el medio, arraigo, orgullo de ser mujeres que conservan el oficio y el sacrificio que supone el cultivo del arroz.

La cooperativa empezó a gestarse en el 2022, de la mano de un grupo de mujeres que llevaban tiempo dedicado directa o indirectamente al mundo del arroz. Decidieron sacar adelante un proyecto juntas. "Vimos la oportunidad de tener voz para reivindicar todo lo que pasa en el Delta y dar visibilidad a la mujer en un mundo donde no se le ha tenido en cuenta", explican en el ARA. De hecho, las Mujeres Arroceras del Delta del Ebro nacen sobre todo de esta voluntad: la de reconocer a todas las madres y abuelas que, desde hace generaciones, han trabajado la tierra en silencio. Hoy, ellas se definen como obreras, porque trabajan con sus manos; como artesanas, porque ponen también la cabeza, y como artistas, porque lo hacen con el corazón. De este equilibrio entre esfuerzo y sensibilidad sale Esencia del Delta, un arroz que defienden que es a la vez alimento y relato, símbolo de una forma de vivir arraigada en la tierra y en la memoria. Tras unos primeros pasos compartidos en 2022, la cooperativa se constituyó oficialmente en enero de 2023.

Las cinco mujeres que están detrás de la cooperativa de Mujeres Arroceras del Delta del Ebro.

El papel invisible de las mujeres

Durante décadas, las mujeres han estado presentes en todas las etapas del cultivo del arroz, pero casi nunca se las ha puesto en el centro del relato. Han trabajado en el campo, en casa y en todas aquellas tareas invisibles que sostienen la vida en el Delta. "El papel de las mujeres ha sido desde siempre esencial, pero al mismo tiempo muy poco reconocido", admiten. Con Esencia del Delta, la cooperativa quiere romper ese silencio y reivindicar la importancia femenina en la transformación del arroz y en la perseverancia de mantener su cultura. "Para nosotros, poder cultivar arroz en un territorio tan singular como el Delta del Ebro es un privilegio –aseguran–. Es nuestra forma de cuidar el Delta, preservarlo y mantenerlo vivo".

Su forma de mirar al Delta no es sólo como productoras, sino también como cuidadoras. Entienden el cultivo como una forma de equilibrio con el entorno, una forma de habitarlo sin agotarlo. "Nuestra mirada como mujeres aporta al mundo del arroz y al paisaje del Delta una forma de hacer que bebe del cuidado, la sensibilidad, la sostenibilidad y la memoria", explican. Hablan del arroz como de un ser vivo que es necesario escuchar, observar y respetar, porque cada añada es diferente y cada campo tiene su carácter. Esta forma de hacer se traduce en pequeños gestos diarios –el ritmo lento, el trabajo manual, la paciencia que exige la naturaleza– y en una conciencia clara de que lo que hacen va más allá del cultivo. "El arroz y nuestro territorio son una manera de vivir, cuidar y entender todo lo que nos rodea –añaden–. Cuidamos el paisaje como si fuera un hijo".

Un gran producto sencillo

En la cocina catalana, el arroz ocupa un lugar privilegiado. Es un alimento esencial de la dieta mediterránea y, al mismo tiempo, un ingrediente capaz de adaptarse a cualquier receta. Hervido, salteado o convertido en sartén, combinado con pescado, carne o verduras, y siempre encuentra su espacio tanto en las mesas del día a día como en las grandes celebraciones. "El arroz siempre queda bien en todo", dicen las arroceras. Quizá por eso se ha convertido en un símbolo de identidad en las Terres de l'Ebre, donde un solo kilo puede reunir a una familia entera alrededor de la cazuela. En cada grano existe la sencillez de un producto humilde y, al mismo tiempo, la memoria colectiva de un territorio que ha aprendido a vivir al ritmo del agua.

Para las Mujeres Arroceras del Delta del Ebro, cultivar arroz es también una forma de responsabilidad. "Nuestro trabajo está conectado desde el minuto cero con la sostenibilidad de nuestro territorio", explican. Saben que si ellas no cuidan al Delta, nadie lo hará. Por eso apuestan por métodos respetuosos con el medio: reducen el uso de productos químicos y fitosanitarios, cultivan manualmente y respetan en todo momento la biodiversidad que hace único a este entorno. Pero su apuesta va más allá de la ecología. Defienden una soberanía alimentaria real, donde la sociedad pueda decidir qué quiere comer y donde el campesinado tenga un papel central. "Queremos que nuestros alimentos nazcan de una cultura basada en tradiciones –afirman–, y no de una obligación para que no podamos elegir otra cosa".

Esencia del Delta es un arroz aromático de grano largo cultivado, gestionado y comercializado por las Mujeres Arroceras del Delta del Ebro.

Una apuesta de futuro

El proyecto de las Mujeres Arroceras del Delta es, sobre todo, una mirada hacia delante. "Nuestro proyecto es una apuesta de futuro", explican. Quieren mantener viva la tradición del cultivo del arroz que han heredado de sus familias, pero quieren adaptarla a los nuevos tiempos. Con respeto, incorporan tecnologías que permiten ahorrar agua y reducir productos fitosanitarios, y buscan formas de hacer compatibles la innovación y la biodiversidad. En un territorio amenazado por la regresión y el cambio climático, su trabajo se convierte en una forma de resistencia y de esperanza. Cultivar arroz, para ellas, sigue siendo mucho más que un trabajo: es una forma de cuidar la tierra, de darle futuro y de mantener vivo el Delta.

Las mujeres arroceras tienen claro que el camino no es fácil. "Hoy en día tenemos muchos retos, pero también muchas ganas de poder cumplirlos todos", reconocen. Lo primero, y para ellas uno de los más importantes, es seguir dando visibilidad a la mujer dentro del mundo del arroz. Pero no es el único: también deben afrontar los efectos del cambio climático, las plagas, la salinización y la regresión del Delta, además de la falta de relevo generacional que pone en riesgo la continuidad del sector. Sin embargo, aseguran que no les falta esperanza. "Queremos continuar con nuestro oficio, cultivando arroz y manteniendo nuestro Delta vivo –afirman–. Y queremos que cada día las mujeres seamos más presentes en este futuro del mundo del arroz".

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