Salud

El arte de no hacer nada

¿Acabas diciendo que necesitas vacaciones de las vacaciones? Atrévete a no hacer nada

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Descansant en el parque de la Ciutadella de Barcelona

BARCELONA“No hay nada que cueste más que no hacer nada”, así empieza Cómo no hacer nada. Resistirse a la economía de la atención, de la artista y escritora Jenny Odell (Ariel, 2021), que plantea el libro como una guía de campo para no hacer nada como acto de resistencia política frente a la economía de la atención. 

Vivimos en una sociedad que premia el hacer, la productividad y estar ocupado. Por eso no hacer nada puede no ser tan sencillo como podría parecer. Este no hacer nada implica estar abierto a la experiencia del momento, estar más en el ser que en el hacer, un ser que te conecta con lo que necesitas tanto físicamente como emocionalmente. Pero parece que tendemos a estar siempre ocupados, incluso cuando tenemos tiempo libre estamos inmersos en una rueda que no para y de la que a menudo no sabemos salir ni sabemos cómo pararla cuando queremos. “La vorágine se nos lleva y perdemos el control”, dice Mònica Arús, instructora de mindfulness.

Las vacaciones, una oportunidad

En verano y sobre todo cuando hacemos vacaciones tenemos más tiempo y menos obligaciones profesionales, es una oportunidad para poder hacer las cosas sin prisas. “No se trata tanto de hacerlas poco a poco, que también, sino poniendo atención a lo que estás haciendo”, propone Arús. El verano es un buen momento para poner en práctica o entrenar este hacer sin prisas, “conectando contigo, escuchándote y dando espacio a lo que realmente necesitas, bajando el ritmo para que afloren otras cosas”, apunta. 

El arte de no hacer nada.

David Casacuberta, profesor de filosofía de la UAB, insiste en la importancia de desprendernos de la necesidad de ser productivos y generar algo beneficioso: “Ahora parece que producir es intrínseco al ser humano, pero hemos estado miles de años tendiendo al aburrimiento. En realidad no sirve para casi nada hacer y producir, por eso acabamos saturados de hacer tantas cosas”. En la misma línea, Jenny Odell explica que vivimos en un mundo donde nuestro valor viene determinado por nuestra productividad y sostiene que “por la lógica capitalista, que se nutre de la miopía y la insatisfacción, una cosa tan terrible como es no hacer nada podría resultar realmente peligrosa”. Casacuberta asegura que nos hemos convencido de que todas las actividades que hacemos nos tienen que aportar beneficios, de aquí que elijamos carreras productivas, “hemos olvidado cómo es de importante hacer una cosa que no nos aporte nada”. “La meditación no sirve para nada, por eso es tan importante, es un espacio de libertad increíble”. Lo que propone el filósofo no es no hacer nada o estar quieto, sino hacer por el gusto de hacer, sin pensar si resulta beneficioso para la salud o resuelve un problema, recuperar el hacer por hacer, hacer menos cosas y hacerlas mejor. “Tenemos que aprender a controlar la necesidad de ser productivos. Es un problema de la modernidad, cuanto más trabajo haces más generas. Que podamos hacer muchas cosas no quiere decir que las tengamos que hacer”, concluye Casacuberta. 

Practica la atención plena

“Vivimos en una sociedad que nos empuja a hacer, lo que sea, a estar preocupados haciendo siempre algo. A menudo cuando queremos parar nos damos cuenta de que no es tan fácil, quizás dejamos de hacer pero nuestra mente sigue enredada en pensamientos, atrapada en el pasado o proyectando el futuro”, asegura Mònica Arús. Por eso entiende que “parar” implica dejar de hacer y también parar nuestra mente. ¿Sabes cómo calmar la mente para que este no hacer nada sea realmente regenerador? La práctica del mindfulness (atención plena) ayuda a pacificar nuestros pensamientos. Aquí tienes los pasos a seguir para entrenar la atención plena:


Desactiva el piloto automático. No paramos de hacer, parecemos autómatas tanto con las cosas ordinarias como con las más complejas. Hay que parar para poder desactivar el piloto automático y reconectar con nuestras necesidades. 


Conéctate con la respiración. Pon atención a tu respiración. La respiración nos ancla en el presente, es una manera de estar en contacto con lo que te pasa ahora mismo, la experiencia inmediata. 


Obsérvate. Practica la autoobservación: para, respira y escúchate, observa cómo te sientes y escucha tus necesidades. 


Vive el presente. La práctica del mindfulness nos lleva a vivir el presente. Cuando te conectas con el presente puedes vivir este momento más intensamente, con más atención y calidad, desconectar el piloto automático y calmar la mente. 

Cerebros relajados

¿Qué le pasa a nuestro cerebro cuando nos dedicamos a no hacer nada? ¿Y qué es no hacer nada? A menudo se entiende no hacer cuando una persona no centra la atención en ningún estímulo externo, pero a pesar de estar sin hacer nada es probable que continuemos pensando, imaginando, planificando, recordando u observando. "Los estudios en el campo de la neurociencia muestran que cuando una persona está en reposo, pero despierta, el cerebro sigue activo", explica la doctora en neurociencias Marta Portero. ¿Y qué hace el cerebro cuando no hacemos nada? "Parece que se activa lo que se conoce como red neuronal por defecto, una red coordinada y sincronizada formada por diferentes estructuras cerebrales como la corteza frontal, parietal y temporal, que estaría activa cuando estamos curioseando y soñando despiertos", dice Portero. Parece que una de las razones por las que existe esta actividad interna es para asegurar que todas las estructuras cerebrales estén a punto para responder rápidamente a algún estímulo que haya que procesar.

Mirar el móvil cuando tú quieres y no cuando el móvil te dice que lo mires.
Desconecta del móvil

La periodista Mariola Dinàres, autora de Felicitat digital (Editorial Efadós, 2021), nos da las claves para desconectar del móvil y las redes sociales.


1. Adelgaza el móvil. Antes de empezar la desconexión ordena fotos y vídeos, borra duplicaciones y lo que no necesitas, haz copias de seguridad... Es práctico y útil.


2. Sé minimalista. Quédate solo con las aplicaciones necesarias, desinstala todo lo que no usas.


3. Adiós notificaciones. Aprovecha para mirar el móvil cuando tú quieres y no cuando el móvil te dice que lo mires.


4. Reaprovecha. Si creas contenidos recupera mensajes o material hecho durante el año y automatízalo, con las herramientas que ofrecen las redes sociales, para publicar una o dos veces por semana.


5. Desconecta. Haz el ejercicio de no mirar el móvil cuando no tienes nada que hacer. Si quieres mirar redes o mensajes dedícale solo 30 minutos a primera hora y al acabar al día. Si te marchas fuera y quieres compartir fotos, historias o vídeos ve organizándolo y publícalo al volver de vacaciones, así no estarás pendiente de las reacciones.

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