"Saber que tienes que morirte hace que no vivas igual"
Carme Vila, psicopedagoga especializada en procesos de duelo, publica 'Los columpios del roble'
"Prefiero que papá se vaya ya", dijo Pablo a Carme, su madre, cuando hacía tiempo que su padre convivía con un cáncer terminal. Carme Vila es maestra y psicopedagoga. Tras trabajar muchos años en el Apoyo Intensivo de Escolarización Inclusiva, detectaron un cáncer a su exmarido del que acabaría muriéndose. Entonces Vila decidió "mirarlo de cara" y hacer un cambio de vida: se formó en acompañamiento del luto y se hizo voluntaria en un hospital, donde acompañaba a enfermos terminales. Ahora se dedica a acompañar a adolescentes y jóvenes que han perdido seres queridos y ha escrito un libro, Los columpios del roble, dónde comparte su experiencia y ofrece herramientas psicológicas para personas que pasan por un proceso similar.
¿Cómo debemos dar la mala noticia? ¿Debemos decir siempre la verdad a los niños? ¿Tienen que ir al entierro? El duelo no viene con un manual de instrucciones. Cada uno lo vive de forma diferente, también los niños. "Queremos salvarles, y la clave es estar ahí, acompañarles", dice Vila. Lo único que podemos hacer es respetar y observar el proceso. "Los niños son naturales, auténticos: si necesitan gritar, gritan; si necesitan llorar, lloran; si necesitan abrazarte, te abrazan. Simplemente observándoles sabrás qué necesitan". Haciendo talleres con jóvenes, se ha encontrado chicos a los que les habían dicho que el abuelo se había marchado de viaje oa los que habían eutanasiado al perro mientras eran de colonias y que al descubrir la verdad se han sentido traicionados. Por eso cree que los niños tienen el derecho de saber qué ocurre con sus queridos. "Cuando les escondemos las cosas lo hacemos desde el propio miedo, y no desde su necesidad", lamenta. "Cuando un niño necesita llorar, es normal que tú tengas miedo de que llore, que quieras que pare. Es tu necesidad, no la suya". Hay que dejar que los niños experimenten la tristeza: "Habrá dolor, pero ayuda a crecer. Si no te permites sentirlo, se quedará estancado hasta que un día explote", dice.
Para dar una mala noticia, es necesario dar espacio para que la persona "vaya aterrizando". Recomienda buscar un lugar adecuado donde la criatura pueda reaccionar como sienta: "Por ejemplo, no le tires la bomba de repente justo a la salida de la escuela. Vaya a un espacio tranquilo, mira a ver cómo está, preguntarle cómo le ha ido el día. Le puedes adelantar que tienes que darle una noticia difícil y que necesitas que esté atento".
Vila define el duelo como "una transformación". "Se trata de encontrar paz y transformar el dolor en amor. El vínculo sigue ahí, pero se transforma", asegura. En su tiempo libre, Vila acompaña a enfermos terminales en "final de biografía". "Siento que la vida no se acaba, pero la biografía en este formato, sí", se explica. En el hospital, estos pacientes reciben el cuidado de personal sanitario "con un grado de humanidad extrema –dice Carme–, pero ellos acuden con un pretexto, tú vas a estar". Durante estos encuentros, conversan, juegan al dominó, pintan mandalas o sencillamente los hace compañía mientras leen o miran la televisión. "Estamos muy pendientes del salvar y poco del cuidar", lamenta, y añade que "dejar marchar es un acto de amor". En el hospital ha visto "gente completamente sola, con una situación muy jodida, muriendo desde el agradecimiento y la paz profunda", mientras que "gente que lo tiene todo a favor puede estar malviviendo". Por eso el mayor aprendizaje que ha obtenido ha sido darse cuenta de que "lo que te marca la vida no es qué vida tienes sino cómo decides vivirla".
Para Vila, la muerte es todavía hoy un tabú en nuestra sociedad: "No se quiere mirar la muerte de cara, cuando es la única certeza que tenemos en la vida". En cambio, cuando la tenemos presente y la entomamos con naturalidad como una parte más de la vida, "damos valor a lo que realmente tiene, a lo que tiene un sentido".