Estilo de vida

Dos campesinas de Lleida diseñan la primera rana de trabajo para mujeres

Monoa es una marca del Solsonès que confecciona y distribuye por primera vez uniformes adaptados a la ergonomía femenina ya sus necesidades fisiológicas

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Las creadoras de Monoa con sus ranas

GolmésLa legislación vigente en materia de seguridad laboral, tanto española como europea, describe cómo deben ser los equipos de protección individual. Esta misma normativa precisa que estos equipos tendrán que tener en cuenta "las condiciones anatómicas y fisiológicas y el estado de salud del trabajador". Pero la realidad no siempre es la misma.

"Las leyes prevén la ergonomía de la ropa y mencionan las necesidades fisiológicas del usuario, pero no consideran la diversidad de condiciones corporales de los sexos, como podría ser la menstruación", dice Bruna Garreta, experta en estudios socioculturales de género que el pasado junio presentó un trabajo de fin de carrera sobre la genealogía femenina y la dificultad histórica de las mujeres campesinas para encontrar ropa adecuada. ¿Su conclusión? "Hay que hacer una revisión con perspectiva de género de las dos leyes", añade Garreta.

Mientras esta revisión histórica no acaba de llegar, alguien ya se ha avanzado en la vida práctica. Se trata de dos ganaderas leridanas: Sonia Morell, propietaria de granjas de cerdos en Golmés (Pla d'Urgell), y Montse Cardona, agricultora, cuidadora de vacas y con explotaciones porcinas y de conejos en Olius (Solsonès). En plena pandemia, ambas crearon Monoa, la primera marca de España que confecciona ranas exclusivas para mujeres. “Hay empresas en el extranjero, una en Alemania y otra en Canadá, además de alguna fábrica que asegura hacer patrones femeninos, pero nada que ver con nuestra idea”, argumenta Morell.

La singularidad de sus diseños se basa, entre otras cosas, en la cremallera. Incorporan una horizontal, entre la cintura y las caderas, que facilita a las mujeres ir al baño sin tener que desnudarse. Pero no sólo eso. Su modelo de rana subraya las formas femeninas y “huye del concepto de saco que perjudica la movilidad de las mujeres”, dicen las dos empresarias. El patrón lleva incorporada una goma en la cintura que se ajusta a las diferentes tipologías femeninas, estiliza la figura y al mismo tiempo permite adaptar el tiro del pantalón. El cuello es camisero con pico y está forrado con un color de contraste, al igual que el puño, todo ajustable con cheques metálicos.

Los uniformes juegan sólo con combinaciones de dos colores. Negro y ocre para las más clásicas; verde y rosa para las más atrevidas. De las dos combinaciones, los colores vivos (ocre y rosa) están situados en puntos estratégicos (cuello, puños y cintura) para evitar al mismo tiempo la atención hacia el culo y los senos. “No debemos olvidar que trabajamos en un sector predominantemente masculino”, recuerda Morell.

Pruebas y errores

Las dos ganaderas leridanas se conocen desde adolescentes, cuando compartían las aulas del colegio Mater Salvatoris de Lleida. Montse Cardona, que se ha dedicado siempre al negocio de las granjas de sus bisabuelos, repetía insistentemente a su amiga el cansancio que le suponía vestirse todos los días con la rana. "Con un patronaje siempre masculino, de cremallera vertical y de tipo saco, prácticamente me obligaba a desnudarme para ir al baño, me escondía la figura y me dificultaba la movilidad", argumenta Cardona.

Su amiga Sonia, durante muchos años vinculada al sector de la banca y la administración, le escuchaba siempre con atención. Pero no fue hasta que ella también se puso una de esas ranas en sus granjas de Golmés que decidieron embarcarse en la aventura de Monoa.

El proceso fue largo. A partir de unos primeros esbozos, tunearon ellas mismas un prototipo para buscar una empresa que entendiera lo que ellas estaban buscando.

El patrón de la rana pensada para el cuerpo femenino.

“Teníamos muy claro que queríamos fabricar aquí, con una producción controlada y de proximidad”, explican. Iniciaron contactos con un taller de Lleida que no fructificaron, hasta que se toparon con las modistas de Sager Gircon, una empresa familiar eminentemente femenina de las Masías de Voltregà que desde 1967 producen confección personalizada para sus clientes. “Desde el primer momento hubo química con ellas”, asegura Morell.

Después de siete prototipos y meses de prueba y error, acabaron con un modelo definitivo que llevan tres años comercializando con un éxito inesperado. "Cuando arrancamos hubo un boom de ventas que nos cogió por sorpresa", aseguran. La mayoría de las clientas son empresarias, no sólo del sector ganadero y agrícola, sino también artistas y artesanas procedentes de la Cataluña Central y de Girona, aunque también han tenido pedidos de otras partes de España, desde Murcia hasta Galicia.

Con el tiempo han acabado elaborando modelos para niños e incluso hombres. "Hay una cierta demanda masculina que también busca la comodidad y la calidad", argumentan. La rana de hombre tiene el tronco más largo y un bolsillo adicional para diferenciarse del modelo femenino.

Resultado? Una propuesta que vale 78 euros, tres veces más que las ranas más asequibles del mercado. “No son productos que puedan compararse –subraya Morell–. Es como conducir un Mercedes o Dacia”. Y es que muchos campesinos y ganaderos, en su mayoría hombres, están acostumbrados a utilizar ranas promocionales que les regalan centrales frutales, firmas integradoras o cooperativas. Son piezas que no tienen demasiada durabilidad y que son eminentemente rígidas. Las de Monoa, según defienden sus creadoras, están hechas con costuras reforzadas, con el triple de prendas que una convencional, y con tela de calidad, “que aporta una sensación agradable desde el primer día que te la pones”.

Más dudas que respuestas

Bruna Garreta finalizó su estudio sobre el vestuario laboral de las mujeres con muchas dudas más que respuestas. Si las mujeres han estado estrechamente vinculadas al mundo de la costura, ¿por qué la gran mayoría prefieren comprar su propia ropa en las tiendas? ¿Por qué el sector de la moda ha estado dominado por empresarios masculinos e incluso diseñadores?

Durante su proceso de investigación, esta técnica de género de Avinyonet del Penedès analizó la historia de la moda y el diseño . Entendió que la mayoría de las primeras prendas destinadas al trabajo de la mujer eran exclusivas del ámbito doméstico (como el delantal), algo que hace reflexionar sobre la auténtica condición laboral de las mujeres. Descubrió que Coco Chanel fue la primera diseñadora que reconoció la necesidad de impulsar la moda laboral femenina, pero a su vez asume que el mercado de la ropa, como cualquier otro sector, se interesa por la rentabilidad. "Si la mayoría de empresas han sido hasta ahora dirigidas por hombres, es natural que no se piense tanto en el mercado laboral femenino y en sus beneficios".

Garreta anticipa que la creciente presión social hará que finalmente la moda laboral femenina sea ​​importante. "La visión de género llegará cuando crezcan las voces expertas que lo avalen", concluye.

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