“Ser libre no es hacer lo que te apetezca”
Hablamos con la catedrática de filosofía Victoria Camps sobre cómo recuperar la confianza en un mundo que le ha perdido
BarcelonaVivimos rodeados de desconfianza. No nos fiamos de los gobiernos, de los discursos, de las promesas. No confiamos en la política ni en los partidos porque "no nos representan"; no confiamos en la IA porque, a pesar de las ventajas que ofrece, nos da miedo que afecte a nuestra privacidad; no confiamos en los medios de información porque pueden ser fuente de fake news. Ni siquiera nos fiamos de los demás, o de nuestras propias decisiones. Y, sin embargo, seguimos viviendo juntos, compartimos el espacio público y tenemos la misma necesidad de ayuda mutua, aunque muchos quizás nos hemos olvidado. ¿Cómo vivir en un mundo en el que muchos ya no creemos en un bien común? De todo esto habla la catedrática de filosofía moral Victoria Camps en su nuevo libro, La sociedad de la desconfianza (Arpa, 2025), nacido de una reflexión hecha después de la pandemia.
"Una experiencia como aquella debía darnos cuenta de que todos somos interdependientes, que tenemos necesidad de los demás y de cuidarnos mutuamente", reflexiona Camps. Aquellos meses de paro y estado de alarma debían hacernos tener la conciencia de que, en algún momento de la vida, todos necesitamos que nos ayuden y nos protejan. En cambio, según la filósofa, este cambio de paradigma no terminó de producirse, sino que más bien hemos continuado yendo en sentido contrario.
Nos encontramos en una época marcada por la insatisfacción, el malestar y el descontento, unos estados de ánimo derivados en gran parte de las continuas crisis que se han ido sucediendo, así como de la incapacidad de los políticos para saber gestionarlas. Sin embargo, "las crisis provocan malestar pero son, a la vez, ocasiones óptimas para la reflexión sobre posibilidades de mejora. Pero esto no parece ir así", reflexiona.
"La eclosión de la sociedad neoliberal nos ha llevado a una concepción de la libertad excesivamente individualista y egoísta, y vivimos en un clima de confrontación y discordia permanente", continúa Camps. Este estado de "pelea constante" no invita a la cooperación ni a una cohesión social, que es lo que, según la catedrática, necesitamos para reflexionar sobre los retos que tenemos como sociedad.
Pero, ante todo, ¿cuál es la base de la confianza? Para la autora, confiar es "poner expectativas en los demás". Estos "otros" pueden ser tanto personas como instituciones. En cualquier caso, la base de confiar es esperar a que se cumplan las expectativas que tenemos puestas en algo. ¿Por qué se pierden estas expectativas? "Porque no se cumple lo que se espera de la gente ni de las instituciones", remarca. No puede pensarse en la ética como una exigencia que forma parte de la condición humana si, de entrada, desconfiamos de sus posibilidades de mejora.
Desconfianza personal
Más allá de la política, en el ámbito personal la confianza en los demás también ha perdido mucho peso en los últimos tiempos. "Desde la modernidad se ha propiciado la idea de un individuo autónomo, autosuficiente y que nadie necesita", continúa. Una idea que utiliza la concepción de la libertad individual y el poder satisfacer los deseos propios. "Hay quien dice que ser libre es hacer lo que te apetezca, lo que te interese, sin ir un poco más allá ni tener en cuenta que la libertad es, en un sentido moral, construir una personalidad propia, y no la que nos viene dada por las distintas influencias que recibimos", matiza Camps.
Una personalidad que, por otra parte, no acaba con la misma persona, sino que tiene en cuenta también las necesidades y obligaciones con los demás. "Ser libre es preguntarse qué debo hacer en cada momento. Y, en un sentido moral, siempre debe incluirse al otro", apunta.
En un mundo en el que impera la desconfianza siempre tenemos mucho que perder. "Perdemos las bases de la convivencia y la cohesión social, de trabajar conjuntamente por un mundo que mejore en todo lo que está fallando, que son muchas cosas, y cada vez más", lamenta Camps. Sin la base de una democracia, que es una demos, un pueblo cohesionado que tiene un ethos, unos valores comunes, es muy difícil andar juntos y mejorar en global. "Cada uno intenta mejorar su propia vida, pero eso no siempre mejora el conjunto", apunta.
¿Cómo podemos trascender la desconfianza y volver a confiar en los demás? Para Camps, es necesario corregir esta idea de libertad y que cada uno tome conciencia de la ética que implica la capacidad y facultad de ser libre, teniendo en cuenta las obligaciones colectivas.
Para la filósofa, todavía hay esperanza. "Siempre digo que, si hablamos de ética, debemos tener esperanza, porque la ética es la creencia de que todo lo que debería ser se puede ir convirtiendo en realidad", matiza. Si la esperanza no existe, no tiene sentido elaborar teorías éticas ni hablar de ética.