Elena Gadel: "Tengo una obsesión con las mantillas"

¿Te interesa la moda?

— En mi día a día como en Elena, la moda no es primera plana. De hecho, llevo a los niños a la escuela vestida bastante regular... Hay amigas que me dicen: "Ponte un poco mona". Pero no lo hago. Pienso que para mí es importante intentar equilibrarlo. Vivir el día a día sin preocuparme demasiado por mi estética porque en el mundo de la actuación y el espectáculo ya se pone mucha presión en la imagen.

¿Sientes mucho esa presión?

— Cualquier mujer, por el hecho de ser mujer, tiene esa presión. De hecho, escribí una canción que se llama La mujer que me viste, que habla de esto: del agotamiento que tenemos las mujeres de hacer ver que todo funciona. Paralelamente, por ser conocida tampoco quiero estar obligada a ir estupenda. La estética es un tema muy personal, aunque pienso que la forma en que estás por dentro es cómo estás por fuera.

A lo largo de este tiempo, la figura del asesor de moda ha estado presente en tu día a día. ¿Te has quedado alguno de sus consejos?

— Mi madre siempre decía que en una entrevista de radio, cuando no se grababan en imagen, también debía ir bien arreglada. En este caso, aunque aparentemente no hay una presión de imagen porque los oyentes sólo me están sintiendo, el estar vinculado con el trabajo pienso que ya es importante que vaya limpia, pulida y bien. Porque ya no es Elena-persona de los vaqueros, es alguien que se pone sobre los escenarios o la televisión.

¿Qué papel ha jugado la marca Menchén Tomàs a la hora de vestirte en estas ocasiones con mayor visibilidad?

— Los descubrí con elOh happy day, allí me dejaron un vestido rojo, con rosas y la espalda descubierta, muy flamenco. Me enamoró. Me di cuenta de que su ropa me hacía sentir muy segura y encajaba con la estética de mis canciones. Mucha culpa de que escogiera Menchén Tomàs es el acompañamiento que me hacen. Olga Menchén busca los diseños que más me pueden encajar para cada actuación y contexto. También tienen en cuenta que sea una prenda cómoda para cantar, que pueda abrir bien el diafragma y que no tenga que estar pendiente de cómo se ve el vestido.

¿Cómo describirías su ropa?

— Consiguen que menos sea más. También hacen algo muy increíble que es tener diferentes estilos en la firma y seguir siendo fieles a su idea. Por ejemplo, en las actuaciones donde canto suelo buscar ropa que traiga mejilloneras, alguna flor, que tenga tonos rojos, pero todo ese aire flamenco lo trabajan para que esté muy rebajado, porque mi música es tranquila y nada tiene que ver con el flamenco. Además, trabajan los materiales como artesanía y eso se nota muchísimo.

¿Cuál es el complemento o prenda que más te gusta de la firma?

— Es muy curioso porque de forma inconsciente siempre tiro hacia las mantillas. ¡No sé qué me pasa con las mantillas! Tengo una obsesión que me sale de adentro. No soy religiosa y pienso que si supiera exactamente lo que significan no me gustarían nada, pero me transmiten esta conexión de raíces y tradición y salgo con mucha más fuerza, porque el escenario no es un lugar para dudar.

¿Cómo te sientes cuando llevas un traje de Menchén Tomàs?

— Me da mucha fuerza. Siento que puedo salir al escenario o ponerme delante de una cámara y defender mi trabajo. La ropa de Menchén Tomàs consigue que mi presencia salga reforzada, sin que el traje se lleve toda la atención. Hay un tema casi de conexión entre el traje y yo.

¿Cómo es la diseñadora de la firma, Olga Menchén?

Conozco a dos o tres mujeres como Olga y son supernecesarias por el carácter que tengo. Es una persona con las cosas claras, con un carácter firme y que se complementa conmigo porque a la vez que respeta lo que necesito, me empuja. Recuerdo que un día, en una gala, me dijo: "Elena, bastante". Porque me arriesgo poco, o me arriesgaba poco, porque quiero ir tan cómoda, pero ella me convence de llevar una ropa que a priori yo no escogería y al final te das cuenta de que son limitaciones que tenemos nosotros mismos. Ella es capaz de verlo.

Tercera jornada del 080 Barcelona Fashion

La 080 Barcelona Fashion ha viajado este jueves a Estados Unidos del siglo XIX con la marca Free Form Style, que tiene la voluntad de acercar la moda a todos los públicos. Por la mañana, varios modelos con diversidad funcional, presentaron una colección con prendas con una clara influencia de la cultura tejana.

Por su parte, el diseñador catalán de 24 años Guillermo Justícia se estrenó con una clara apuesta por los volúmenes a través de su colección Mycorrhizal, una selección de piezas de colores bejos inspirada en la relación simbiótica entre las raíces de los hongos y plantas. Transmitió una estética de armonía y delicadeza dentro del caos total, marca de la casa.

Por la tarde fue el turno de Lebor Gabala, que propuso un viaje a las Tierras Altas de Escocia. La pasarela se convirtió en un bosque encantado y allí desfilaron las propuestas para el otoño-invierno con una gama desbordante de colores intensos, cuadros y jacquards en homenaje a los tartanos escoceses.

Quien diga que el anime y artesanía no pueden ir de la mano que hable con Anaïs Vauxcelles, la diseñadora de 404 Studio. La firma, que ha vestido celebrities como Milena Smith, Lola Índigo, Bad Gyal y Dua Lipa, buscó la inspiración en la película japonesa Ghost in the shell en una colección con el color beige por bandera y todas las piezas hechas a mano.

Por su parte, el diseñador colombiano Mateo Velásquez, de Velásquez, regresó a sus orígenes con la historia de Marmato, una ciudad minera marcada por la multiculturalidad.

A última hora de la tarde Menchén Tomàs, una de las marcas más veteranas y más fieles al certamen catalán, llevó el verano a la pasarela a través de su colección Poolside. Los tejidos más vaporosos como sedas, gasas y algodón fueron los protagonistas de una colección llena de prendas atemporales, duraderas y fluidas.

El día lo cerró Dominnico, que volvió al punto de partida para la propuesta de otoño-invierno 2024. Como en otras pasarelas, el verde limón y el azul jugaron de titulares en una colección donde predominaron las blondas, el tejano, la piel y las piezas metálicas, todo ello enmarcado en la estética balletcore.