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Viajar para encontrar sentido a la vida: ¿funciona?

Hablamos con viajeros que han cruzado el mundo por encontrarse y con expertos para saber por qué necesitamos ir lejos para dar sentido a la vida

Una chica mirando un lago, en una imagen de archivo
Nàdia Arboix
27/02/2025
5 min

Barcelona"Al preparar el viaje me preparé para morir", dice Melissa, que lo dejó todo de un día para otro y se fue de viaje a Bali. "Dije adiós a la casa, al trabajo, a la pareja… y me fui, como cuando te mueres y vas al otro lado sin saber qué va a pasar o si va a pasar algo".

Cada vez hay más gente que viaja con inquietud personal. Normalmente el objetivo es encontrarse a uno mismo, ya veces esto supone realizar un cambio de vida drástico. La creencia de que encontraremos lejos lo que aquí nos falta es un pensamiento que a menudo ronda por la cabeza de jóvenes y mayores. "Los adultos a veces quieren huir por una necesidad de parar o por desencanto con la vida -explica la psicóloga Anna Romeu-. En cambio, los jóvenes a menudo se marchan por la inquietud de descubrir qué hay más allá de lo que conocen". Éste fue el caso de Tesis, que se marchó un año a viajar por diferentes países de Asia porque sentía que su día a día era muy rutinario y el mundo muy grande. "Más que expectativas tenía miedo -afirma-. Al principio pensé en marcharme pocos meses y mi madre me dijo: «No seas tonta, si tuviera tu edad haría un viaje infinito. No te cierres a nada». Así que me fui sin vuelo de regreso". Lo que debía ser un viaje de tres meses se convirtió en un viaje de un año.

Lo mismo hizo Paula cuando terminó la carrera. Ella decidió marcharse a Australia. "Fue uno ahora o nunca -explica-. Lo más complicado fue el primer día, cuando llegué al hostal, dejé las maletas sobre mi camilla y al mirar a mi alrededor dije: «Buá, ya estoy. ¿Y ahora qué?»Al cabo de una semana se sorprendería a sí misma al verse rodeada de nuevas amistades y viajando por todo el continente.

Los ojos del viajero son los ojos del presente

"Durante nuestro día a día funcionamos con el piloto automático, de manera previsible. Tenemos una agenda plena y no nos fijamos en cómo estamos o qué pasa a nuestro alrededor -dice Anna Romeu-. Cambiar de entorno y ver más allá de la vida cotidiana, del paisaje y lo que nos rodea, implica un cambio de hábitos y costumbres pero, sobre todo. lo que nos da bienestar".

Iona es otra de esas personas que lo dejaron todo y se fueron. Mientras viajaba empezó un proyecto artístico en el que, a través de una serie de entrevistas, recogía el testimonio de las distintas personas que se iba encontrando por el camino. Aquello le permitió conectar con otras realidades y, a la vez, consigo misma a través del diálogo. "Cuando viajes no tienes la presión de ser quien eres. No hay tus amigos, la familia… que esperan que tengas cierto vocabulario, hagas ciertas cosas o adoptes ciertas actitudes -explica-. Cuando viajo puedo ser quien quiera y empezar de cero. Es un momento muy bonito para redefinir quién quieres ser y cómo presentarte al mundo. Yo ahora.

La introspección y la profundización espiritual a menudo son dos hitos que muchos buscan en estas experiencias. "Quería poder estar conmigo misma y sentirme segura siendo vulnerable", dice Iona, que llegó a Bali y empezó a trabajar en un santuario de artistas. El viaje de la Tesis, en cambio, la llevó a convivir durante un mes con las monjas budistas de un monasterio de Nepal. "El papel del budismo ha tenido un gran peso en ese viaje", afirma. En ese momento uno de sus mejores amigos le llamó diciendo que iría a la India a ver al Dalai Lama y pasaron juntos el Fin de Año allí. "Durante el viaje se te van presentando oportunidades y de un día a otro te cambia la vida; por eso tuve que aprender a no planificar", concluye.

Aunque parezca idílico, también hay momentos de dificultad, añoranza y ganas de volver a casa. Iona ha vuelto a marcharse y actualmente está en Filipinas. "Lo que más me está costando es estar lejos de una red de soporte". Lleva un mes lejos de su familia y amigos, así que cuando se siente sola y vulnerable intenta dirigir toda su presencia a su cuerpo e ignorar lo que le dice la mente. El cuerpo es presencia y, por tanto, no hay sufrimiento. "Ahora está muy de moda eso de soltar y fluir, pero cuando quieres a alguien y quieres que sea en tu vida debes cuidarla y sostenerla. Encontrar esta forma de cuidar a tantos kilómetros de distancia, con diferencia horaria ya través de una pantalla es muy difícil".

Volver a casa

Aunque realizar un viaje de este tipo conlleva aceptar una serie de incomodidades y desconfortes, el choque postvuelto es a menudo la parte más dura y poco conocida. "Siento un choque cultural en mi propia casa -dice Tesi-. Yo decidí volver, sentía que era el momento porque quería reencontrarme con mi familia, sentir estabilidad y tener un lugar que fuera mío, como mi habitación. Son cosas que das por hecho y que viajando echas de menos, pero cuando se convirtió en rutina caí en picado." De hecho, ahora se estoy. Afirma que lo único que le impide volver a marcharse es el dinero. Algo similar le ocurrió a Melissa, que al regresar a casa cayó en una depresión porque de repente se encontraba sin trabajo ni ahorros. "Tenía un lío y una contradicción constante en mi cabeza. Asociaba trabajar a no ser libre ya la vez dependía del dinero para viajar".

"Cuando vas a un lugar desconocido y la incertidumbre se apodera de ti. En cambio, cuando vuelves a casa dejas atrás algo que te ha llenado mucho, pero vuelves, al fin y al cabo, a casa", explica Paula. Al recordar las primeras semanas post-Australia también dice que hubo un momento en el que se sentía estancada. "Volvía a estar en la misma silla del mismo bar, con las mismas conversaciones de siempre". Echaba de menos la vida de allí, llena deinputs, y un día sus amigas la citaron para decirle que la veían triste y desubicada, pero que le apoyaban porque sabían que estaba pasando un duelo. "Es raro porque representa que casa era mi lugar de verdad. Luego entendí que también se puede tener más de un sitio".

¿Viajar te cambia la vida?

"Creo que cambiar la vida son palabras muy grandes -dice Paula después de pensárselo-. Te cambia la forma de verla y afrontarla". Tesi llega a una conclusión similar. "Viajar es hacer una ruptura, te rompe todos los esquemas. Te das cuenta de que lo que pensabas que era lo correcto es un constructo que crea la sociedad. En Asia tienen una vida muy distinta y descentralizada. Dan importancia a la comunidad, a dar, compartir y tener en cuenta al otro. Allí nadie tiene prisa, viven de forma pausada, la gente va descalza… Sólo cuando te vas y te encuentras con otro modelo entiendes que la realidad la creas tú, constantemente".

Después de unos segundos de silencio, Iona se pronuncia. "Pienso que tú tienes la capacidad de cambiar tu vida siempre que quieras -dice-. Es verdad que si viajas largo con un propósito puedes tener el tiempo de cambiar ciertas cosas que desde casa no es tan fácil cambiar. Soy consciente de que lo digo desde el privilegio de poder marchar de viaje para encontrarme, ya que no todo el mundo tiene esa oportunidad, creo que viajar te permite cambiar la vida, te permite cambiar la mano, te permite cambiar la vida.

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