Evitar caer en una estafa es posible. Ante una recomendación u oferta muy golosa que canalice a un influenciador —que puede promocionar incluso con la intermediación de un mánager o una agencia, figuras que van al alza—, Lalueza subraya: "Si es demasiado bonito para ser verdad, es que no es verdad". Conviene informarse de la empresa que realiza la oferta y las opiniones que genera o desconfiar de los precios demasiado bajos o si se piden métodos alternativos de pago, como una transferencia internacional, según la Agencia de Ciberseguridad de Catalunya.
¿Nos podemos fiar de los 'influencers' de viajes?
Los creadores de contenidos despiertan confianza, pero conviene no tragarse todas sus recomendaciones a ojos cerrados para evitar que nos jueguen una mala pasada
BarcelonaA estas alturas del año, a menos que estemos disfrutando de las vacaciones, crece el ansia de hacerlas. Para regalarnos una merecida pausa que nos aleje de la rutina, quizás hemos empleado tiempo y dinero para organizar un buen viaje y encontrar el alojamiento más oportuno. Para decidirnos, podemos inspirarnos en alguna de las imágenes idílicas que les influencers cuelgan en las redes sociales: una playa paradisíaca o un lugar remoto que presentan como si fueran lugares aún por descubrir y que proporcionan una desconexión garantizada. Ahora bien, con los influenciadores no siempre todo es lo que parece y, aunque nos dé la impresión de que sus recomendaciones son plenamente de fiar, conviene hacer algunas comprobaciones antes de seguirlas a ojos cerrados.
Un influenciador de viajes es "una persona que a través de las redes sociales ha generado una comunidad que tiene interés por los destinos turísticos", explica Ferran Lalueza, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Al captar la atención de la comunidad, que no consiste tanto en un gran número de seguidores como que haya una parte sustancial que se implican e interaccionan con el contenido —lo comparten, generan comentarios e incluso establecen algún diálogo con el creador—, el influenciador acaba convirtiéndose así "en referente para las marcas", las cuales.
Si bien estos perfiles por ley deberían informar de cuándo se trata de un contenido pagado -especialmente los de más seguidores-, no siempre lo hacen, y triunfan entre los usuarios porque tienen "un punto aspiracional", detalla Silvia Martínez, también profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC y directora del máster Social Media. Quizás no siempre abordan los destinos turísticos con gran profundidad, pero utilizan "imágenes muy impactantes", recalca Martínez, que nos llevan a lugares paradisíacos y podemos imaginarnos a nosotros mismos visitándolos: "Nos transportan a aquellos espacios donde seguramente no podríamos ir y es una manera de evadirnos del día a día".
Sensación de proximidad "engañosa"
La confianza que despiertan a los usuarios es clave y se genera gracias a la sensación de proximidad que transmiten, sigue Martínez: "Muestran su día a día y es como si fuera un amigo más de la familia". Además, cuando un creador de contenidos publica sólo sobre un ámbito específico, como en el caso que nos ocupa del turismo, goza de un plus de credibilidad. "Esa persona acaba siendo percibida como experta y tiene una comunidad muy interesada en ese tema", subraya Lalueza. Por ello, a priori "procuran ser muy cuidadosos a la hora de recomendar según qué", porque tienen unos seguidores con conocimientos, quienes a la vez aún confían más en el influenciador porque lo que recomienda supuestamente tiene cara y ojos. Sin embargo, Lalueza avisa de que percibir al influenciador como alguien muy cercano es "una sensación engañosa".
Confiar en exceso puede jugar malas pasadas. Cuando aún no había llegado el verano un hecho recordó por qué hay que ser cauto ante sus recomendaciones. A finales de mayo, la organización de consumidores Facua destapó un fraude de una supuesta agencia de viajes que operaba online, 7Vuelos (Sietevuelos.com), la cual fue publicitada a través de las redes sociales por al menos una quincena de influenciadores de viajes que suman más de 12 millones de seguidores a Instagram. Bajo la premisa de una oferta de lanzamiento, la agencia ofrecía por un tiempo limitado viajes a precios muy reducidos destinos como Nueva York, Tokio, México, París, Londres y Dubai, pero los usuarios que picaron abonaron 1.000 euros a través de la web y no recibieron ni los billetes de avión ni la reserva de hotel.
Llamamiento a la responsabilidad de los creadores
Aunque los influenciadores aseguren a menudo que nunca ofrecerían nada que no hubieran probado o no les hubiera convencido, el caso de 7Vuelos "evidencia que esta proclama muchas veces no tiene una base real, que lo dicen para quedar bien", defiende Lalueza. Eso sí, cuando se produce una posible estafa, distingue entre dos casuísticas: los creadores de contenido que "pueden ser víctimas ellos mismos del engaño de empresas que les embarcan a promocionar cosas que no deberían promocionarse", como habría sido el caso de 7Vuelos —si bien Lalueza es del parecer que también será responsabilidad del influenciador ocuparse- engañoso—, y aquellos sobre los que la responsabilidad sube un escalón más, porque "ellos son los artífices".
En cualquier caso, Lalueza invita a "no perder de vista que la relación que te has creado en la cabeza con el influenciador no es real". Si se tiene un problema derivado de sus recomendaciones y se recurre a ello para pedir ayuda, "difícilmente asumirá esta responsabilidad, porque no tiene ese vínculo emocional que tienes con él". Para Martínez, no cabe duda de que los influenciadores deberían ser conscientes de su capacidad de condicionar ciertos comportamientos y más cuando están en juego unas vacaciones. "Si estás todo el año trabajando para realizar un viaje y al final, por las indicaciones que me han dado, acaba convirtiéndose en una mala experiencia, hay un llamamiento a la responsabilidad que debería tenerse presente", concluye Lalueza.
Los usuarios también quieren presumir en sus redes sociales de haber estado en un lugar atractivo, un afán también alimentado por los influenciadores y que está multiplicando los lugares asediados por la masificación turística, como el Caló des Moro en Santanyí (Mallorca) o Sirmione (Italia). "Se puede llegar a morir de éxito, porque el mismo éxito hace que el destino pierda el atractivo inicial, que no sino ser un lugar poco concurrido", sostiene Lalueza, quien teme que entre el fenómeno de los influenciadores y otros, como los vuelos de bajo coste, "prácticamente no va a quedar ningún rincón de mundo que no esté explotado turísticamente".