Tendencias

Vídeos de gatos, de cocina o de limpieza: ¿Por qué nos gustan tanto?

Analizamos con expertos qué secretos se esconden detrás de estos vídeos que triunfan en las redes

Una pareja mirando su móvil en la cama, en una imagen de archivo
10/03/2025
4 min

BarcelonaUnas manos cortan cebolla, tomate y zanahoria de forma rápida y perfecta. De fondo, un rayo de luz entra por la ventana de una cocina estilo vintage. Scroll. Una mujer limpia un baño en cámara rápida hasta que queda limpio como una patena. Scroll. Un gato adorable juega con una pelota sobre un sofá de una casa cualquiera. Scroll... Y así sin cesar. Somos muchas las personas que nos declaramos enganchadas a los vídeos que plataformas como Instagram o TikTok bombardean sin freno. Día y noche, tenemos la oportunidad de quedarnos atrapados viendo vídeos en los que salen personas, a menudo anónimas, haciendo todo tipo de tareas domésticas que, aparentemente, no tienen nada extraordinario. ¿Cómo puede que su visualización nos provoque tanta adicción?

Si bien existen estudios, como uno publicado en la revista Computers en Human Behaviour, que confirman que las personas que miran vídeos de gatos después se sienten más "enérgicas y optimistas", hay un componente básico que envuelve gran parte de los reeles que nos encontramos en las redes: el ASMR, siglas de Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma. En otras palabras, los vídeos que nos enganchan suelen aportarnos sensaciones corporales placenteras, sea a través del sonido o de la vista. Un ejemplo serían los de cocina o de limpieza, donde suelen verse movimientos lentos, seguros y repetitivos. De esta forma sólo con mirarlos, nuestro sistema segrega oxitocina, la hormona relacionada con el placer, como si estuviéramos recibiendo los estímulos fuera de la pantalla.

Fácil y cotidiano

Muchos de estos vídeos son de cocina, donde se puede escoger un sinfín de recetas que aparentemente parecen muy fáciles y rápidas de hacer. Antes los vídeos de cocina ya funcionaban muy bien en televisión, la diferencia es que entonces tenían una duración de media hora, cuando en las redes apenas duran ni un minuto. De esto habla Sílvia Martínez, directora del máster de Social Media y profesora de los estudios de ciencias de la información y de la comunicación de la UOC. "Es verdad eso que dicen que la comida entra por los ojos. Y si además son recetas fáciles que se pueden realizar en poco tiempo, la combinación es perfecta", apunta. Por otra parte, otra de las claves de su éxito es que en los reeles no salen cocineros profesionales o famosos, sino personas anónimas. "Es una forma más rápida y fácil para conectar y generar interés: como ellos pueden hacerlo, yo también", señala.

Los aspectos formales de estos vídeos también son muy importantes: su rapidez, los filtros, la música, el hecho de que se encadenen uno tras otro, los comentarios, los likes y todo el entorno que conforma la imagen hacen que nos sintamos más cercanos y vinculados a lo que estamos viendo que si fuera sólo una receta o un truco de limpieza cualquiera.

Quien también lo ha analizado es Roger Canals, profesor de antropología en la Facultad de Geografía e Historia UB, especializado en cultura visual. "Estos vídeos se encuentran en una especie de punto intermedio entre lo cotidiano y lo extraordinario", apunta. Por un lado, vemos espacios y situaciones que nos resultan muy familiares, como una persona preparando unos macarrones u otra probando un robot aspirador, pero que al mismo tiempo se presentan como con una especie de excepcionalidad. "Es como un realismo mágico, cuando a algo tan cotidiano como hacer una ensalada se le añaden unos filtros, una rapidez y una facilidad extraordinaria", continúa Canals, quien asegura que este punto de maravillarse por un evento cotidiano es muy atrayente.

Por otra parte, el antropólogo asegura que este "milagro cotidiano" también podría entenderse como una especie de "consolación" de nuestra vida diaria. "Lavar, fregar y hacer la cena son cosas que hacemos todos los días ya veces como si fueran una condena, pero lo que muestran estos vídeos es que todas estas tareas pueden convertirse en momentos de alegría, alegría e incluso creatividad", apunta. "Al final, la posibilidad de que nuestra vida sea un poco más divertida y alegre siempre está ahí", continúa Canals, que también ha observado cómo estos reeles, aparentemente banales, sobre la vida cotidiana, están rodeados "de una retórica algo trascendente y religiosa, casi mística".

"No es sólo hacer una ensalada, sino hacer una ensalada porque me relaja y me hace sentir bien conmigo mismo. No es sólo limpiar, sino limpiar porque me hace sentir en paz", continúa. Es una retórica vinculada al bienestar, la salud, el equilibrio, los valores y la paz.” Todo ello es un síntoma que realmente vivimos en una sociedad muy competitiva, problemática y conflictiva, y buscamos en todo lo que tenemos más a mano, como los acontecimientos del día a día, como pequeñas chispas que nos permiten equilibrar esta tensión y conflicto de nuestra sociedad.

Uno de los fenómenos que han surgido en los últimos tiempos en torno a este tipo de vídeos es la aparición de las llamadas tradwives, mujeres que defienden el papel del ama de casa de toda la vida. "Con estos vídeos la casa se convierte en un refugio y se transmite la consolación de que los aspectos ordinarios de la vida, como quedarse limpiando y cocinando, pueden ser muy placenteros", reflexiona Canals, que asocia este fenómeno a los valores más conservadores de la sociedad. "Además, muestra un mundo altamente individualizado: cada uno hace su ensalada de aguacate, no existe una movilización común, sino una romantización de la individualización", continúa.

Pero no todo es tan relajante como podría parecer: la cultura digital, como reflejo de la sociedad, también nos sigue abocando a un mundo competitivo con los challenjas, los retos. "Aunque se presenta con una imagen lúdica, incluso de juego cooperativo, al final se trata de quien hace el plato mejor y en menos tiempo", reflexiona el antropólogo. "Es muy propio de una sociedad capitalista, el hecho de que incluso lo más pequeño de nuestra vida se acabe mostrando con una dimensión competitiva que entra hasta el interior de las casas", continúa. "Ahora, incluso en nuestros trabajos más domésticos y habituales, aspiramos a hacerlo tan bien como las personas anónimas de los vídeos, porque si ellos pueden hacerlo, nosotros también", concluye.

Más aburridos aún

Es habitual acabar cayendo en la trampa de ver vídeos en las redes sociales cuando estamos aburridos y no sabemos qué hacer. Lejos de lo que podría parecer, un estudio asegura que esa costumbre puede empeorar más el problema. Es decir, todavía podemos aburrirnos más. Al menos esto demuestra un estudio realizado por la Universidad de Toronto este 2024. Según los autores, el aburrimiento está relacionado con nuestra atención: nos sentimos aburridos cuando hay un desfase entre lo atentos que estamos y lo que queremos estar. De esta forma, cuando estamos cambiando constantemente de vídeo, no nos acabamos de comprometer nunca con ninguna, porque siempre estamos en busca de un vídeo más interesante. Por otro lado, el estudio también apunta a que esta costumbre del usuario hace que su experiencia de consumo sea menos satisfactoria, menos atractiva y menos significativa. Como contrapartida, los investigadores animan a los usuarios a dejar pasar un tiempo antes de pulsar el botón para cambiar de vídeo y buscar diferentes formas de mantener la concentración mientras lo visualizan, como si estuvieran en una sala de cine.

stats