"Ahora toca que se muevan los hombres, las mujeres estamos ya superempoderadas"
Una docena de mossas, bomberas y agentes rurales explican en 'Pioneres' su lucha por abrirse camino en unos cuerpos masculinizados
BarcelonaLaia Fusté, agente mayor de los Agentes Rurales, entra por la puerta del parque y se pone “las gafas lilas”. Es la única mujer allá dentro, y eso a veces se traduce en falta de empatía o incomprensión de algunos de sus colegas, el tono burlón e incluso el “despreciamiento” de alguna cabeza. Quizás porque fue una promesa del FC Barcelona mucho antes de que el fútbol femenino tuviera reconocimiento mediático, está acostumbrada a picar piedra dura, les reprocha comentarios y actitudes machistas. "Soy la voz que les saca de quicio", admite una de las 12 protagonistas de Pioneras (Editorial Fonoll), un libro en el que la periodista Sònia Pau Cortada retrata a 12 mujeres que, como Fusté, han tenido que abrirse camino sin referentes en unos cuerpos de seguridad supermasculinizados: en los Mossos sólo el 24% de la plantilla son mujeres , el 2% en los Agentes Rurales y el 14% en los Bomberos de la Generalitat. Las bomberas son tan pocas, setenta, que comparten un grupo de WhatsApp. Una de las integrantes es Jael Soro, que en 2018 entró en los Bomberos dejando el trabajo de arquitecta y desde entonces nunca ha compartido parque con otra mujer. Lleva el cuerpo a la sangre porque de pequeña ya iba de visita para ver a su padre. La oposición y la preparación no le han ahorrado que tenga que demostrar que lo hace mejor y más rápido que sus compañeros, pero, por otra parte, asegura que “ha ayudado a cohesionar al grupo”.
El libro s ha presentado en el Palau Robert de Barcelona, con el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, y mandos que escuchan como la psicóloga Alba Alfageme, asesora en cuestiones de género en el departamento, afirma que la feminización "no va a repartir el pastel, sino de hacer uno nuevo" y también de "renunciar a privilegios" para que puedan caber las mujeres en igualdad de condiciones.
El camino hacia la feminización no está exento de reticencias. La política de cuotas ha sido criticada por sindicatos y ha provocado ceses en la cúpula. Cuando Esther Fornas entró en los Mossos no había ni un debate. Era 1985, en la segunda promoción, y fue una de las 43 primeras agentes del cuerpo, que encontraron en taquilla uniformes poco prácticas para “salir corrientes detrás de los malos”. Las mujeres tenían que vestir con faldas de tubo y zapatos de tacón y recuerda que en invierno, con las medias negras, parecían “de una escuela de monjas”. Los pantalones tardaron varios años en llegar.
Ahora todo esto puede ser una anécdota graciosa, pero en realidad explica cómo la presencia de las mujeres se ha tenido que batallar. Y aún más las que logran escalar en la cúpula. Fornas llegó a sargento, recuerda la "discriminación" que sufrió cuando la rechazaron por ser escolta del presidente, porque se consideraba que no era una posición adecuada para las mujeres, y Cecília Egea, ya jubilada, que fue la primera mujer con mando a los Bomberos, recuerda cómo “flipaban” a sus compañeros, para que como dice Núria Gasulla, responsable de investigación en previsión de riesgo de Protección Civil, a los hombres todavía les cuesta que una mujer, y más si ésta es joven, les dé órdenes.
En el otro extremo están los departamentos muy feminizados: en el 112, el teléfono de emergencias, y en la Unidad Central de Atención de Agresiones Sexuales (UCAS) la mayoría de la plantilla son mujeres. Como la cabeza Isabel Campos, que pasó de homicidios a tratar con víctimas de violencia sexual. En el libro pone voz a las situaciones de acoso físico de algún compañero que quiso besarla como quien no quiere la cosa, sin que nadie reaccionara, antes del Me Too y el sólo sí es sí.
Hay otras discriminaciones que persisten, admite el conseller Elena, que reprocha que se utilice "la unidad de medida de los hombres" para evaluar la capacidad del trabajo de una mujer. “¿Queremos unos servicios de seguridad y de 'emergencias que sean tan testosteronicos y antiguos?”, se pregunta: Previamente, el agente rural ha pedido a los compañeros que hagan el esfuerzo por ver el mundo desde su posición: “Que empiecen a moverse, porque las mujeres ya estamos superempoderadas”.