La salida del armario de Richard Chamberlain a los 69 años: un grito de libertad (y de amor)
Ídolo de miles de mujeres en todo el mundo, el protagonista de 'El pájaro espino' reveló que era homosexual y que llevaba décadas casado con otro actor


Barcelona"Ellos quieren ser él y ellas quieren estar con él" fue el eslogan que le garantizó un éxito profesional absoluto al actor Richard Chamberlain, fallecido el sábado pasado a los 90 años. Sin embargo, pocos pensaban que esta frase que en Hollywood todo el mundo encontraba brillante para presentar aquel seductor galante de telenovelas era también una cárcel transparente que el actor llevaba encima allí, fuera lo que hiciera. Su cara bonita, su físico cuidado o su elegancia natural sedujeron a miles de mujeres en todo el mundo. El clímax llegó con el papel del cura Ralph de Bricassart, protagonista deEl pájaro espino, que se emitió en 1983 en Estados Unidos y redifundió en todo el mundo. Sin embargo, este posicionamiento comercial como actor era incompatible con su verdad más íntima: era gay.
Nacido en los años 30 en California, Chamberlain tuvo que construir una fachada de macho alfa desde pequeño para poder sobrevivir a una época en la que su realidad le habría condenado al ostracismo en el Beverly Hills acomodado y bienpensante donde creció. Triunfó como atleta de joven y más tarde fue llamado a filas por el ejército estadounidense, que le destinó a Corea durante 16 meses. Sin embargo, en medio encontró espacio para cumplir sigilosamente sus propios sueños. Por ejemplo, estudiar historia del arte o empezar a dedicarse a la interpretación, lo que le permitió migrar en unos entornos menos agresivos con todo lo que él era. Hijo de un padre alcohólico que le puso las cosas difíciles desde pequeño, Chamberlain se refugió en el teatro desde que llegó a la universidad, donde participó en obras de Shakespeare o Arthur Miller.
La prisión del éxito
Su vida al volver de Corea estuvo centrada únicamente en la interpretación, donde destacó siempre por conseguir papeles en los que su apariencia era muy importante. Trabajaba tanto en el cine como en la televisión, pero fue en la pantalla pequeña donde logró una fama enorme dentro y fuera de EE.UU. gracias a producciones donde estaba el protagonista como Dr. Kildare, Shogun, Centennial o la mencionada El pájaro espino. Esta enorme fama, pese a que la había erigido en un triunfador de puertas afuera, le convirtió en una víctima en el ámbito personal. Aterrado que se pudiera conocer su realidad, Chamberlain era completamente críptico en lo que se refiere a su vida personal porque temía el escándalo que podía suponer cualquier filtración en relación a su homosexualidad. Tanto era así que su publicista estaba permanentemente monitoreando posibles publicaciones en Estados Unidos y también en Europa para evitar lo que muchos consideran que hubiera supuesto el fin de su carrera. De hecho, en 1989 una publicación francesa quería hacerse eco de los rumores que corrían desde hacía décadas por Hollywood sobre la vida personal del actor, pero su equipo logró evitarlo.
Sin embargo, con la admiración que despertaba Chamberlain entonces, querer silenciar su secreto era intentar poner puertas al campo. Más aún si se tiene en cuenta que lo que el actor hacía no era negarse su realidad a sí mismo, sino negarla al gran público. A diferencia de otros, él no se había casado para disimular ni tenía una familia tapadera, pero lo que de verdad lo vivía en la oscuridad. Aquellas dos vidas, que ya son difíciles de simultanear para un simple mortal, debían de ser un calvario para alguien como él, tan conocido en todas partes. Mientras era un hombre presuntamente soltero para el gran público, intentaba construir su vida sentimental con hombres que conocía precisamente en el epicentro del chisme global: Hollywood.
Enamorado de la (nueva) vida
Uno de sus primeros muchachos fue el actor Wesley Eure, algo que se supo posteriormente. Pero el amor de su vida fue Martin Rabbett, un asistente de producción y actor que conoció durante el rodaje de Las minas del rey Salomón. Su relación fue tan intensa que llegaron incluso a celebrar una ceremonia de boda privada cuando los matrimonios entre personas del mismo sexo no estaban legalizados. Chamberlain y Rabbett construyeron la relación más sólida de sus vidas secretamente hasta que en 2003 Chamberlain publicó un libro autobiográfico llamado Shattered love con un prólogo que no admitía dudas: "Me he dado cuenta de que la verdad es lo único que da valor a la vida y que un amor sin condicionamientos es la fuente de esa verdad". Tenía entonces 69 años y sentía un amor profundo por quien había sido su compañero en las dos últimas décadas. Rabbett siempre se había mantenido en un segundo plano, pero en una ocasión le acompañó en una entrevista para el New York Times,en la que le dijo: "Ahora estás más tranquilo, eres más libre. Te has sacado un gran peso de encima".
Tenía razón, ya que en ediciones posteriores del libro, Chamberlain añadió al prólogo: "Compartir mi vida y mi filosofía personal fue una apuesta peligrosa, algo que me exponía en la burla, en el ridículo. Pero, sorprendentemente, acabó ocurriendo exactamente lo contrario". "Escribir Shattered love expandió mis horizontes, me liberó de mi antigua tendencia a no quererme. [El libro] Me permitió mostrarme al mundo tal y como soy, sin escudos ni pretensiones. Era feliz en mi interior, no tenía nada que perder. El mundo es un lugar maravilloso", concluía. Seguramente, una vez dado el paso, debió lamentar no haberlo hecho antes. Ojalá que recordar su gesto sirva para alentar a quienes todavía creen que deben esconderse.