"En la vida adulta he conseguido recrear las vacaciones de infancia"
El verano de los 10 años de la quesera Clara Ferrando Quer fue completo: tres meses de vacaciones rodeada de naturaleza en el campo, el mar y la montaña
BarcelonaCuando está de vacaciones, Clara Ferrando Quer, quesera de Surp (Pallars Sobirà), busca el contacto con la naturaleza, aunque los dos últimos veranos ha seguido a Bruce Springsteen en su gira europea: "Soy muy fanática de Bruce. Hemos adaptado las vacaciones para hacer de turistas donde hacía conciertos, Estocolmo y Dublín". De paso, aprovecha para visitar los parques nacionales, dice que las ciudades las encuentra todas similares, con las mismas tiendas y gente alrededor y abajo.
"En la vida adulta he conseguido recrear las vacaciones de infancia, es un privilegio", asegura. Vive en la montaña, rodeada de naturaleza, bañándose en el río en verano y esquiando en invierno, y su trabajo le permite vivir como cuando era pequeña y hacía vacaciones. Hace más de 20 años que dejó Canovelles y su quesería en un polígono industrial para instalarse en la Casa Mateu, en Surp. "Siempre he tenido ese hechizo por la naturaleza, no creo que me canse nunca", dice convencida. Ganadora de varios premios por haber recuperado un queso tradicional seco, la sierra de oveja, también está contenta con el trabajo.
De todos sus veranos de infancia el más especial es el del 88, cuando tenía 10 años: "Toqué todos los territorios, campo, playa y montaña, corriendo por el huerto, haciendo windsurf y cabañas en el bosque". Vivía en una masía en Canovelles, donde tenían huerto, granja con gallinas y conejos, piscina y campos en los que correr. Desde el primer día de vacaciones estaba en el campo, con la bici y los amigos que iban a su casa a jugar. A mediados de julio, fue con los tíos a Hospitalet de l'Infant, donde hacía windsurf con el primo. En agosto, cuando sus padres tenían vacaciones, fue a Menorca, al apartamento que les había dejado otro tío. Y el resto de días en la Cerdanya, cosechando fresitas de bosque, haciendo cabañas y bañándose en el río.
En verano no hace vacaciones, son momentos de mucho trabajo. Con los campos y animales al máximo, los hijos de 18 y 16 años le ayudan a la quesería, y prefieren escaparse en noviembre o en invierno. Su trabajo está vinculado a la tierra, en una zona turística, donde todo está saturado: "Intentamos pasar el verano deprisa y esconditos. No me cuesta aplazar las vacaciones, ya me gusta, creo que ahora los sitios están demasiado masificados". Cuando llega el momento de desconectar, escapa unos días. Entonces, le encanta mirar a las musarañas y no decidir. Cuenta que siendo trabajadora autónoma se pasa todo el día decidiendo cosas y siendo resolutiva, por eso le gusta dejarse sorprender durante las vacaciones: "Que sea lo que sea, aprecio la espontaneidad".