"No me arrepiento": Haley se retira de las primarias y deja vía libre a Trump
La exgobernadora no apoya al magnate y le avisa de que habrá que ganar él mismo el voto de sus seguidores
WashingtonAl día siguiente del Supermartes, la perdedora de la noche se ha convertido en la protagonista de la resaca electoral. Nikki Haley abandona la carrera de las primarias republicanas tras los malos resultados obtenidos. "Ha llegado el día de suspender mi campaña", ha anunciado Haley este miércoles desde Charleston, en Carolina del Sur, su tierra natal. La ex gobernadora de este estado y ex embajadora de Estados Unidos en la ONU se ha mostrado agradecida con los seguidores y ha asegurado que, pese a haber perdido, no se arrepiente: "Dije que quería que se escucharan las voces de los estadounidenses. Lo he hecho. No me arrepiento".
La victoria de Haley en el estado de Vermont –el único de los 15 que estaban en juego el Supermartes– no ha sido suficiente para dar la vuelta a la realidad. Con 89 delegados contra los 995 de los de Trump, sólo quedaba un camino posible: retirarse. El expresidente ha consolidado su liderazgo y ahora ya es solo cuestión de semanas que consiga reunir a los 1.215 delegados mínimos para tener su nominación asegurada.
Haley ha felicitado a Trump por su abrumadora victoria y le ha deseado suerte de cara a la convención republicana que se celebrará en verano en Milwaukee. También ha aprovechado para lanzarle un dardo: "La mejor política es llevar a nueva gente a tus causas y no echarlos. Es hora de elegir". No ofreció su apoyo al expresidente y le dijo a Trump que ahora le toca a él conseguir los votos de sus votantes. En una entrevista el pasado domingo en la NBC, Haley ya había insinuado que no se sentía vinculada a la promesa de apoyar al candidato republicano que saliera finalmente elegido.
Haley se retira pero no claudica
Sin rendirse a Trump, Haley ha elegido el camino de seguir siendo la alternativa al magnate, aunque seguramente esto le costará convertirse en una paria entre los suyos. Al menos por un tiempo. "Aunque ya no sea candidata, no dejaré de utilizar mi voz para las cosas en las que creo", ha afirmado.
Dentro de uno Partido Republicano completamente plegado en Trump, Haley se ha caracterizado por ir a la contra durante esta campaña. Consiguió erigirse como la resistencia de los moderados dentro del partido y puso en evidencia las fracturas que todavía existen dentro del electorado republicano. Durante las primarias ha ganado votos suficientes en suficientes estados para cuestionar la capacidad de Trump para gobernar Estados Unidos en los próximos cuatro años. Como bien ha dicho durante su discurso, ha seguido el consejo de Margaret Thatcher de no seguir a la masa. En este caso, la masa son los acérrimos seguidores de Trump –conocidos por sus siglas MAGA– que se han convertido en el grueso de las bases republicanas.
Como en la fábula del escorpión que se mata a sí mismo con su propio veneno porque ésta es su naturaleza, la esencia moderada del discurso de Haley es la que ha acabado con ella. Lo que la convertía en la alternativa a Trump también le ha precipitado hacia su final. Su mejor opción siempre ha sido recabar apoyos entre los votantes independientes, más que dentro del electorado republicano. El problema era tan profundo que incluso perdió en su estado natal, Carolina del Sur. Hace tiempo que las encuestas muestran cómo el discurso moderado de Haley era mucho mejor rival contra el demócrata Joe Biden que contra Trump. Aunque esta lectura podría haberle hecho sumar puntos de cara a las elecciones de noviembre, se ha impuesto la idea de que Trump es la mejor opción para enfrentarse al presidente.
En el Supermartes se ha visto cómo la mayoría de los votos que recibió la exgobernadora de Carolina del Sur provienen de los suburbios urbanos y de los electores con estudios universitarios. Una realidad que aún remarca más el abismo que existe entre Trump y esos grupos. Sin haber pedido a sus votantes que apoyen al expresidente de cara a noviembre, está claro que en la campaña de las presidenciales uno de los objetivos de Trump será solucionar esta brecha. Si no lo hace, corre el riesgo de que muchos de los seguidores de Haley –especialmente los independientes– acaben cambiando de bando y elijan a Biden. Encima de la mesa también existe la opción de que algunos de estos votantes se abstengan el 5 noviembre.
La otra cuestión que queda abierta son los donantes de Haley, entre los que se cuentan los poderosos hermanos Charles y David Koch. Quizá el equipo de Trump sea capaz de estirar a algunos hacia sus filas, pero habrá otros que no querrán. Al igual que con los votantes de Haley, también existe la posibilidad de que puedan acabar apoyando la campaña de Biden.
De servir a Trump a desafiarlo
A sus 52 años, Haley era la única mujer entre los catorce aspirantes republicanos que competían por la nominación. Cuando lanzó su candidatura lo hizo con un mensaje que criticaba la avanzada edad de Biden (81) y Trump (77) y su salud mental. Haley ha intentado postularse como una figura de orden y cambio generacional no sólo en las filas republicanas, sino también dentro del panorama político estadounidense, donde faltan nuevos relieves. El aparato del Partido Republicano le ha presionado durante todo este tiempo para que no profundizara las divisiones dentro del partido que ya se han puesto de manifiesto en los últimos meses. Detrás de la retórica anti-Trump de Haley siempre ha habido una campaña notablemente prudente y convencional.
Antes de convertirse en la rival de Trump, la republicana trabajó para él durante su mandato. Haley fue nombrada por Trump embajadora de Estados Unidos en la ONU. Solo duró dos años en el cargo, hasta que el 9 de octubre del 2018 anunció su dimisión. En ese tiempo trató de suavizar el incendiario discurso de Trump ante el mundo, mientras internamente dejaba de lado sus diferencias con el presidente.
Tras el asalto al Capitolio el 6 de enero del 2021, y ya liberada de sus lazos institucionales, Haley marcó más distancia con Trump. Al día siguiente de los hechos dijo ante el Comité Nacional Republicano que Trump había sido "muy equivocado en sus palabras" ante la turba que, minutos después de su mitin, se dirigió a la sede legislativa.