Arena de las playas de Odesa para la resistencia
Centenares de voluntarios llenan sacos para proteger edificios y monumentos
La defensa de Ucrania pasa por la arena. Centenares de voluntarios trabajaban esta mañana en una playa de Odesa llenando sacos de arena para construir las barricadas con las que la ciudad se está atrincherando para frenar la invasión rusa. Empezaron el 24 de febrero, el primer día del ataque, y no han dejado de darle a la arena con la pala: hay que proteger instituciones, monumentos, puntos de control, avenidas... Aseguran que, entre las cuatro playas de la ciudad, están preparando entre siete y diez mil sacos cada día.
Alex, un marinero, ha venido con una pandilla de amigos: son conductores, albañiles y mecánicos. Se organizan en grupos de tres: uno coge la pala, el segundo aguanta el saco (de los que se usan para sacar escombro en las obras) y el tercero hace un nudo con un cordel muy asegurado. Después los ponen en la pala de una excavadora que los descarga a la acera, donde los colocan en una camioneta que los llevará hasta su destino. El marinero querría estar más en primera línea, pero por ahora no lo han enviado al frente y lo han enrolado en la Defensa Territorial, el cuerpo de civiles que el gobierno de Ucrania está armando para defender las ciudades desde dentro. "Hago lo que puedo. Si me dieran una pistola, iría a matar a ese maldito Putin", dice. Ya ha perdido la cuenta de cuántos sacos han llenado él y sus amigos, en los últimos días. La invasión empezó hace dos semanas, pero parece que haya pasado toda una eternidad.
La guerra por mar
Los ocho barcos de guerra rusos que patrullaban delante de las costas de Odesa, al límite de las aguas territoriales ucranianas, se han retirado a Crimea, quizás porque estos días hay mala mar. Pero el marinero sabe que pueden volver en cualquier momento: la posibilidad de un desembarco anfibio continúa sobre la mesa y aquí confían en las minas que han puesto en la playa y los bloques hundidos en el mar (que se pusieron para evitar que el mar se llevara la arena de las playas) para frenarlo. Crimea, la península que Rusia se anexionó ilegalmente en 2014, está solo a 300 kilómetros de Odesa, una ciudad que tiene un valor estratégico tanto para Ucrania como para Rusia. Su caída tendría graves repercusiones, no solo para los dos países, sino más allá, en toda la región del mar Negro. Después de la anexión rusa de Crimea, la marina ucraniana trasladó su base a Odesa. La ciudad juega ahora un papel fundamental en la economía de Ucrania: el grueso de sus importaciones y exportaciones se hace por mar, sobre todo desde Odesa. Si Rusia captura la ciudad, asfixiará económicamente a todo el país.
Las tropas rusas que avanzan por tierra en este frente sur ya han tomado la ciudad portuaria de Jersón, donde todavía hay manifestaciones contra los invasores, y han llegado hasta la población de Mykolaiv, a unos 130 kilómetros de Odesa, que continúa resistiendo después de 12 días de combates. El domingo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, advirtió que el ejército ruso se prepara para atacar la ciudad. Esta semana ha cesado al gobernador civil de la provincia, Serhi Hrinevetski, y lo ha sustituido por Maksim Martxenko, un coronel del controvertido batallón Aidar, que promueve ideas de izquierdas, como la rebaja de los impuestos en los salarios o el aumento del presupuesto sanitario, combinadas con un fuerte nacionalismo.
Capturar Odesa también tendría un fuerte impacto simbólico, porque tiene un gran significado en la cultura y la historia rusas: fundada en 1794 por Catalina la Grande, siempre ha sido un puerto estratégico, una ciudad cosmopolita, donde hasta que empezó la invasión vivían 1,2 millones de personas. Ahora muchas se han marchado, la mayoría criaturas y gente mayor, acompañados por mujeres, pero no hay datos oficiales sobre la dimensión del éxodo. La ciudad es mayoritariamente rusófona.
Mientras llena sacos de arena, Vlad, un chico de 23 años que trabaja en una pequeña empresa de reparación de smartphones, se muestra confiado en la victoria de Ucrania en esta guerra, aunque sabe que el precio será caro. "Lo estamos viendo en Mariúpol, donde hace días que están bajo los bombardeos, sin agua, ni comida, ni electricidad, ni calefacción y no se permiten los corredores humanitarios. El ejército ruso bombardeó el miércoles el hospital infantil y maternal. Son terroristas". A su lado, Dima, un abogado de derecho marítimo a quien ha conocido en la playa, también confía en la victoria: "Putin ahora no se puede echar atrás, es como un animal acorralado. Nos atacará tanto como pueda, pero no nos puede ganar. No entiende lo que está pasando en Ucrania". Y entona un verso de la canción de Pink Floyd Hey you: "Together we stand, divided we fall" (juntos resistiremos, separados caeremos).