Asia

¿Asia puede arrebatar la hegemonía global en Occidente?

La Organización de Cooperación de Shanghái aporta más del 23% del PIB mundial y tiene un 40% de la población global

El presidente chino Xi Jinping (D), el primer ministro indio Narendra Modi (C) y el presidente ruso Vladimir Putin (E) asisten a una ceremonia oficial de bienvenida en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Tianjin, China (1 de septiembre de 2025).
3 min

PekínLa creación de un nuevo orden internacional basado en el multilateralismo y que pivote hacia Asia ha sacudido el tablero mundial. Sin embargo, hay que ver si Asia tiene capacidad para sustituir el poder militar, económico y político que hasta ahora tiene Occidente. La irrupción de Asia está impulsada por China. Su presidente, Xi Jinping, se propone como líder del llamado Sur Global –o sea, de los países en vías de desarrollo– y defiende hacer uno reset del orden internacional surgido después de la Segunda Guerra Mundial.

La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) fue el vehículo empleado por Xi esta semana para reclamar un plan de gobernanza global, aunque sin realizar demasiadas concreciones. El OCS es el ejemplo claro de cómo crece la influencia de Asia. Nació en el 2001 con una asociación euroasiática formada por seis países –China, Rusia, Kazajistán, Kirguizstán, Tayikistán y Uzbekistán– para debatir temas de seguridad y prevención del terrorismo. Con los años, se han incorporado India, Pakistán, Irán y Bielorrusia. Aparte de los países miembros, en sus foros también participan países como Turquía o Birmania, y otros candidatos a ingresar, aunque no sean demasiado asiáticos, como Serbia. En realidad, son estados que buscan el paraguas chino para su desarrollo económico.

Cifras abrumadoras

Las cifras del OCS agobian y constatan que sus países miembros pueden ser una alternativa a Occidente. El OCS aporta más del 23% del PIB mundial, se extiende por unos 36 millones de kilómetros cuadrados, tiene un 40% de la población global y representa el 15% del comercio internacional. Hasta la invasión de Ucrania, Rusia y China lideraban el OCS tanto en poder económico como militar. Sin embargo, las sanciones internacionales contra Rusia han acorralado a Moscú y han hecho que dependa económicamente de China.

Asimismo, la disruptiva política de Donald Trump ha impulsado a que se conforme un eje asiático. Por ejemplo, ha sido un catalizador para que India recomponga lazos con China. Estados Unidos ha impuesto aranceles del 50% en India, lo que le ha obligado a buscar otros mercados. Esta semana el primer ministro indio, Narendra Modi, y el presidente Xi Jinping han exhibido buena sintonía y voluntad de superar las diferencias del pasado. El enfrentamiento fronterizo en el Himalaya en el 2020 congeló las relaciones de los dos gigantes asiáticos. La India llegó a prohibir en su territorio empresas chinas como TikTok. Además, se convirtió en un competidor de China, atrayendo nuevas inversiones en su territorio, como fábricas para ensamblar el Iphone o desarrollar semiconductores. India es la quinta potencia económica mundial por volumen del PIB y junto a China representa un gran mercado de unos 3.000 millones de habitantes.

Pero pese a este acercamiento, Modi hace equilibrios para no romper los lazos con Occidente. India, junto con Estados Unidos, Japón y Australia, es miembro del Quad (abreviatura de Diálogo de Seguridad Cuatrilateral), un grupo creado para, precisamente, combatir la emergencia de China en el Indopacífico. Es decir, China e India pueden colaborar económicamente, pero es difícil que eludan su rivalidad tradicional. El ADN chino es ser el "imperio del centro" y es difícil pensar que Pekín esté dispuesta a compartir liderazgos. En una hipotética renovación de la ONU, China ya ha rechazado la ampliación del derecho de veto en India o Japón.

La política arancelaria de Trump ha sacudido, sin duda, el mapa de Asia. Las presiones de Washington no han perdonado a sus tradicionales socios, como Japón y Corea del Sur. En consecuencia, la política llevada a cabo por anteriores administraciones estadounidenses de reforzar a sus socios y festejar a India para rodear a China ha saltado por los aires con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Incluso Trump ha mostrado poco entusiasmo en seguir sosteniendo la defensa militar de Corea del Sur y Japón.

El poder del comercio

Al contrario que Estados Unidos, China no aspira a ser el guardián o la policía del mundo. El gigante asiático se relaciona con el exterior a través del comercio, lo que le interesa es asegurarse el acceso a materias primas y controlar las rutas comerciales. Sin embargo, el país sigue inquietando a sus vecinos, porque pese a sus discursos conciliadores, no está dispuesto a hacer concesiones y mantiene una voraz política de expansión en el mar de China Meridional.

Un escollo importante de este nuevo orden multipolar sería la falta de homogeneidad. Al contrario que Estados Unidos y Europa, todos estos países no comparten el mismo sustrato cultural, ni los mismos valores. Posiblemente lo que más les une es la voluntad de no injerencia en la política interna por centrarse sólo en los intercambios comerciales, y el no reconocimiento de la universalidad de los derechos humanos, ni la voluntad de respetarlos.

stats